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Oasis termal en el noroeste cordobés

El Quicho, improvisado spa natural con aguas termales que se embalsan en una rústica represa de piedra. En las costas se acumula un lodo con virtudes terapéuticas.
El Quicho, improvisado spa natural con aguas termales que se embalsan en una rústica represa de piedra. En las costas se acumula un lodo con virtudes terapéuticas.

En medio de un desierto de guadales y cactus, se escucha el bullicio incesante de un brote de aguas termales que rompe el silencio del entorno. Descubierto de forma casual, hoy atrae a aquellos turistas que se animan a traspasar la aridez del paisaje.

A 245 kilómetros de Córdoba Capital se arriba a Serrezuela, poblado rural del departamento Cruz del Eje; un desvío por la ruta 38 y 25 kilómetros más, por camino de tierra, conducen a El Quicho.

El único cartel que aparece en una encrucijada indica que ocho kilómetros separan del paraje que consta de la pequeña capilla San Isidro, la escuela rural Rubén Darío y una tranquera que detiene el paso ante un rancho de adobe y paja.

El trío edilicio fue el único testigo de lo que sucedió en 1987, cuando unos obreros comenzaron una perforación con el fin de poder abastecer de agua potable a la pequeña escuela rural.

Grande fue la sorpresa cuando descubrieron que a partir de los 212 metros de profundidad brotaban aguas cristalinas meso termales (de unos 40 grados centígrados) y además, potables.

En un agreste entorno. No sólo fue increíble que se tratara de agua apta para consumo, sino también que se produce en el contexto de un área de extrema sequía, con temperaturas que rozan los 50 grados centígrados en verano, donde no hay recursos hídricos cercanos ya que se emplaza a dos kilómetros del Camino de la Costa que enmarca las Salinas Grandes.

En medio de ese desierto rural escuchar cómo brota desde un pozo artesiano carente de válvula de contención (día y noche, durante todo el año) una caudalosa cascada geotérmica, es como ser testigos de un verdadero  milagro.

La fuerte presión con la que sale el agua desde las napas a la superficie es de cuatro atmósferas de brote con un caudal promedio de 180 litros por hora, es decir un potente hidromasaje natural con  propiedades curativas, según confiesan los lugareños.

La espumosa caída de agua rebota en una bañera que en el pasado el dueño del rancho del lugar adquirió para almacenar la escasa agua de lluvia que caía con destino a dar vida al ganado. Nunca sospechó que esa bañera podría ser rebasada por cálidas aguas que las entrañas de la tierra regurgitan de manera constante como una bendición.

La pequeña olla termal tiene 12 metros de diámetro y sólo medio metro de profundidad y está envuelta por una espesa vegetación en la que sobrevuelan garzas de encendida blancura.

El piletón termal mantiene su alta temperatura gracias a una rústica represa de piedras que la separa de la laguna de aguas frescas.

Es un verdadero placer permanecer inmerso en ese blando remanso cuyo calor transporta al apacible vientre materno. En esa atmósfera de relajante ensueño se observa, asomado al ras del agua, cómo se evaporan los dolores físicos y el estrés.

Aunque ya han pasado 25 años de su descubrimiento, el lugar permanece virgen en infraestructura, sólo hay unos escasos asadores, mesadas y baños pero aún carece de luz, sectores techados, caminos transitables, piletones de material y una proveeduría adonde abastecerse de algo fresco.

Para quienes quieran conocer El Quicho se recomienda llevar mucho repelente porque nubes de insectos acechan de manera permanente.

Personajes locales. Sin embargo, los lugareños lo único que aconsejan es cuidarse de la chancha y el burro, que no son apodos delictivos sino sencillamente dos animales  del rancho que, por hambre o picardía, suelen arrebatar cuanta comida haya cerca, ante la mirada estupefacta de los comensales.

El Quicho, además de la riqueza termal, ofrece en los márgenes fangosos el lodo bienhechor cuyas propiedades curativas, aún empíricas, tientan a los forasteros a cubrir sus cuerpos en el improvisado spa natural, que regala la cálida experiencia del turismo termal.