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Lo mejor de Córdoba en un viaje exprés

La Ruta de las Sierras se jacta de resumir los mayores atractivos de Córdoba y cumple con su palabra. El paquete completo incluye nueve días y cuatro circuitos para conocer, relajarse, disfrutar de excelentes hospedajes y probar riquísimas comidas.

Un camino abovedado por las hojas de plátanos centenarios. Un par de manos muy curtidas amasando la arcilla oscura entre recuerdos de una vida de trabajo. El océano petrificado de las sierras extendiéndose hasta donde llega la vista, surcado por vertientes y cascadas inesperadas. Un valle escondido donde hay más pinos que personas, castigado por el fuego, el agua y el viento, pero increíblemente hermoso. Las montañas recortadas contra el horizonte, teñidas de dorado por el atardecer. Gruesos muros de adobe que son testigos silenciosos de la historia.

“Córdoba: un destino, mil paisajes” dice el encabezado de la Ruta de las Sierras y, esta vez, el slogan no miente. Aunque nuestra provincia sea inabarcable en sus bellezas y tesoros, esta propuesta es un buen punto de partida para conocerla de una manera diferente. Paz, naturaleza, historia y aventura en un viaje que ofrece diferentes circuitos y actividades, además de hoteles y gastronomía de primer nivel.

DATOS. Información útil para una escapada por la Ruta de las Sierras.

Ruta de la Tradición

El viaje comienza yendo 50 kilómetros hacia el norte de la ciudad de Córdoba por la ruta nacional 9. Separadas por una pequeña rotonda, se encuentran Jesús María y Colonia Caroya, dos ciudades que, aunque parezcan hermanas, tienen sus diferencias. La primera representa la herencia española y el legado jesuita, con su gran estancia y museo de 18 mil piezas, su comida criolla y el tradicional Festival de Doma y Folklore.

La segunda también tiene su estancia y pasado jesuita, pero, en 1878 una nueva identidad arraigó en la ciudad con la llegada de 60 familias de inmigrantes italianos, principalmente friulanos y vénetos.

Sus tradiciones aún perduran entre los caroyenses y nadie puede irse sin conocerlas (y degustarlas). Para ello, hay que hacer una parada obligada en lo de Norma Lóndero, la productora de salames más famosa de la región; la histórica bodega La Caroyense; la Casa Museo Copetti y Chacra de Luna, un establecimiento con granja, huerta, frutales y viñedo donde se pueden probar platos friulanos típicos, como la roñosa y el frico.

Ruta de las Altas Cumbres

Altas Cumbres es sinónimo de inmensidad, belleza y vértigo. La experiencia de atravesarlas es una aventura en sí misma, sobre todo si se aprovechan los tramos de la antigua ruta que aún se pueden transitar, como el temerario Camino de los Puentes Colgantes, que une Copina con El Cóndor, y la Ruta del Peregrino, a la altura del km 105 de la ruta de Altas Cumbres, que permite desandar los pasos del Santo José Gabriel Brochero hasta la villa que lleva su nombre (en el camino, vale la pena parar en el taller de Don Atilio López, donde el tiempo se ha detenido en la milenaria tarea de transformar la arcilla en artesanía).

Siguiendo viaje, la Ruta de las Sierras conduce desde la vivaz Mina Clavero hasta el pequeño y tranquilo San Javier. Cabalgatas, senderismo, trekking, mountain bike y canotaje son algunas de las actividades que invitan a perderse en el Valle de Traslasierra, con la certeza de que siempre se terminará hallando algo hermoso.

Algunos recomendados para conocer (más allá del famoso cerro Champaquí) son el Museo Polifacético Rocsen en Nono (abierto todos los días, alberga más de 47 mil piezas, desde carruajes hasta cabezas reducidas), la feria artesanal y gastronómica de Villa Las Rosas (los sábados de 9 a 16), el dique La Viña, la Bodega Noble en San Javier y, en la misma localidad, el mirador Escenario del cielo, el mejor lugar para esperar el atardecer.

Ruta de los Ríos y Lagos

Al otro lado de las Sierras Grandes se encuentra el Valle de Calamuchita, una región de gran belleza atravesada por numerosos ríos, lagos, embalses y arroyos, salpicada de lugares que parecen una postal de los Alpes europeos. Infaltables para el camino: la postal panorámica del Dique Los Molinos, probar la cerveza artesanal y los chocolates de Villa General Belgrano y un recorrido a fondo por La Cumbrecita, pueblo idílico rodeado de bosques con senderos para perderse, cascadas y ríos subterráneos que pueden explorarse en compañía de un guía.

Desde Villa Yacanto, siete kilómetros de ripio llevan a El Durazno, un paraje de 53 personas que hasta hace cuatro años no tenía luz eléctrica. Al pie de la Sierra de los Comechingones, el pueblo está rodeado por varias lomas de coníferas que, a pesar de los incendios, las crecidas y un tornado, siguen siendo profundamente bellas. Opciones para no perderse: probar un viaje sonoro con Mariela de Awaken, descubrir las playas escondidas y profundas ollas del río, ascender al cerro Champaquí y hacer una excursión a caballo, en bici, 4X4 o cuatriciclo.

Ruta de Córdoba y Alrededores

Saliendo de las sierras, este recorrido es ideal para quienes no conocen la Capital provincial y, por qué no, para quienes quieran redescubrir sus encantos con ojos de turista. La ruta incluye varias alternativas, entre cuyas actividades y sitios más emblemáticos figuran: el Mercado Norte, la Manzana Jesuítica, el bohemio-hippie barrio Güemes, la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, el Museo Casa del Che Guevara, el ex Centro Clandestino de Detención La Perla y el Hotel Edén. Para los más osados, la Ruta de la Aventura propone salto en paracaídas, vuelo en parapente, cabalgatas nocturnas y un recorrido en bici por los senderos del Desafío Río Pinto.