Historias de amor bajo cielo cordobés

La Dirección de Turismo propone un recorrido especial en el mes de los enamorados. Inspirado en romances de importantes figuras, de distintos tiempos históricos de la ciudad, en su transcurso se visitarán diversos edificios patrimoniales.

La provincia de Córdoba fue gobernada de 1910 a 1013 por el doctor Félix T. Garzón quien también se desempeñó como intendente de la capital provincial.

Estuvo casado con Carmen Garzón y Gómez, prima hermana suya, tal como aceptaban las tradiciones sociales de la época. A su vez, su propia hermana, María Luisa Garzón Moreno, contrajo nupcias con Emilio Caraffa, uno de los pintores de mayor influencia en la sociedad cordobesa de principios del siglo 20. Y las vidas de ellos, se cruzaron de manera inevitable.

El gobernador y su esposa construyeron un palacete en lo que se conocía por aquel entonces como la “calle ancha”, la actual avenida General Paz, como residencia privada del matrimonio. La imponente vivienda fue construida por Osvaldo Payer y la ornamentación estuvo a cargo de Emilio Caraffa.

Mientras realizaba esas tareas, Carmen, la esposa del gobernador frecuentó en varias ocasiones al pintor en quien despertó una gran pasión. Sin embargo, el artista logró mantener el sentimiento en secreto y sólo se reveló a través de las pinturas.

El palacete se inauguró en 1910 de manera coincidente con la asunción de Garzón a la Gobernación y una vez concluido su mandato, decidió alquilarlo a la Provincia y él junto a su familia se trasladó a una vivienda más sencilla frente al Paseo Sobremonte.

Pasiones guerreras

El general José María Paz fue considerado un gran estratega. Luchó bajo las órdenes del general Manuel Belgrano en Tucumán y en Venta y Media, perdió un brazo, a partir de lo cual se lo conoció como el “Manco” Paz.

Su vida personal, unida a la carrera militar conoció de tribulaciones.

En el atrio de la iglesia Catedral un monumento guarda sus restos junto a los de su esposa, Margarita Weild, quien nació en 1814 y perdió a su padre cuando aún era muy pequeña. Desde niña sintió profunda admiración por su apuesto tío José María y con el tiempo se transformó en un sentimiento más profundo. Se casaron mientras el general estaba en prisión y cimentaron una sólida pareja.

Finalmente, el recorrido cerrará con la historia del fundador de Córdoba, Jerónimo Luis de Cabrera y su esposa, Luisa Martel de los Ríos quien no dudó en acompañar a su marido en la campaña fundacional.

El coraje y lealtad de la esposa logró limpiar la mancillada honra del fundador y recuperar sus bienes confiscados.