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Experiencia Candonga: una escapada por las sierras cordobesas

La capilla data del año 1700 y fue declarada Monumentos Histórico en 1945. (Javier Ferreyra)
La capilla data del año 1700 y fue declarada Monumentos Histórico en 1945. (Javier Ferreyra)

Historia y naturaleza conjugadas en un solo lugar. Evitar la urbanidad es el lema de Estancia Candonga.

Cuando la conjunción de naturaleza e historia sucede, le sensación de plenitud es intensa. A veces no se trata solamente de disponer de un espacio en el campo para generar un proyecto turístico atractivo. Hay que generar expectativas y generosidad en el anfitrión para que se sienta tentado de escapar de la ciudad y experimentar algo restaurador.

Apenas a unos pocos kilómetros de Córdoba hay un lugar al que se llega por un camino que parece horadar la montaña y fluye entre canteras y empedrados encantadores. La posta que hacia el 1700 funcionaba en Candonga era un paso obligado en las estancias del virreinato, una zona que funcionaba como productora de mulas esenciales para llegar al Alto Perú con el oro del Potosí. Cuando se perdió la fuerza comercial, empezó la explotación de canteras, que hacia el 1900 no prosperaron y se abandonaron, al igual que todo el generoso conjunto de obras que se habían desarrollado alrededor de esa posta.

Cuando Alberto Spagnolo y sus socios adquirieron los campos alrededor de la capilla hace unos 20 años no imaginaron nunca que iban a encontrar en ese espacio una serie de tesoros arqueológicos que se terminarían convirtiendo en un preciado espacio de descanso y escape de la ciudad. Apenas 45 km separan al centro de Córdoba de este paraje serrano, que originariamente se llamó Estancia del Rosario de Santa Gertrudis. El nombre Candonga se supone que podría ser un nombre de los comechingones o sanavirones que en lengua original significaba “mulas que no sirven”, aunque también otros sostienen la posibilidad de un origen que significa “chabacano” por la resonancia a las lenguas de los esclavos negros africanos que poblaban las estancias.

Después del almuerzo, el lugar invita a una caminata por los jardines. (Javier Ferreyra)
Después del almuerzo, el lugar invita a una caminata por los jardines. (Javier Ferreyra)

Patrimonio histórico y algo más

En un principio, en el monte sólo estaba la capilla abandonada que fue declarada Patrimonio Histórico en 1945. La pregunta que se hicieron los nuevos anfitriones era ¿qué hace esta capilla acá? Por eso, además de restaurarla, contrataron a un equipo de historiadores y arqueólogos para estudiar la zona. A medida que avanzaban en la investigación fueron apareciendo respuestas: la capilla era usada como centro de evangelización de los indios de la zona y forjó un fuerte sentido de pertenencia en la región. A medida que limpiaban el terreno, fueron encontrando diversos rastros con la presencia de importantes edificaciones. Lo primero que apareció fueron muros de alrededor de 1720 que hoy han reconstruido de manera cuidadosa formando dos habitaciones con elementos de la época y están al lado de la sala comedor del restaurante. Posteriormente encontraron cerca de río un molino y las acequias para hacerlo funcionar. En ese trabajo interdisciplinario de recuperación, se rescataron los pisos originales, algunos instrumentos y partes de los antiguos corrales.

Disfrutar de un día de campo

El resultado es un espacio extraordinario de mucho verde, que los propietarios han ido mejorando a partir del incentivo de plantar árboles y un proyecto de recuperación de la flora y la fauna autóctona vinculado a un proceso ecológico de vida. El lema es que hay que tener un compromiso ambiental si queremos sobrevivir, y en función de esta idea apuestan por el predominio del verde para poder disfrutar de lo que antiguamente era la experiencia del campo. Disfrutar de la naturaleza, contactarse con la pureza como forma esencial de la vida que hay que recuperar evitando la urbanidad.

La capilla como atractivo central es una magnifica obra del período colonial, que en su simpleza atrae como un tesoro olvidado en medio del monte. La experiencia de Estancia Candonga no es sólo visitar la capilla, sino aproximarse a una sensación de plenitud verde y antigua, al costillar a las brasas, al pan recién horneado, a la degustación de vinos en una cava, a disfrutar de cabalgatas por el monte y de un recorrido a pie por los sinuosos caminos a lo largo de las antiguas construcciones de siglos atrás que se han ido desenterrando y activando para ser visitadas y disfrutadas.

El servicio de Estancia Candonga consta de restaurante y cabañas, y hay cabalgatas, caminatas, y en especial el imprescindible comedor en el que rotan los asadores, entre los que se destaca Gloria, la ganadora del premio a la mejor asadora de Córdoba, que con su simpatía y su sabiduría genera jugosas piezas maestras de la conjunción del fuego y la carne.

Datos útiles

CÓMO LLEGAR. El mejor camino es por la ruta E-53, entrando por El Manzano.

VISITAS GUIADAS. Reservas para almorzar. Teléfono: 351-6169368.