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Esplendor y ocaso, en el mismo vagón

La vieja estación de trenes de Viamonte dio origen a ese auténtico pueblo de la pampa gringa. El ferrocarril fue el impulso vital de progreso que tuvo su mayor apogeo de 1950 a 1970.

El pueblo se originó, como la mayoría de las colonias de la pampa gringa, a la vera del ferrocarril que atraviesa el pueblo. La llegada del trazado del ramal del Ferrocarril General San Martín que unía a La Carlota y Rufino, hoy ciudades, se inauguró el 23 de marzo de 1891, aunque comenzó a cumplir funciones recién en 1896, según datos del Archivo Nacional del Ferrocarril del Estado de la Provincia de Buenos Aires. También ese años fue inaugurada la garita de la estación., según datos consignados por Francisco Amorín a Aurelio Barrera, antiguo habitante de Viamonte.

El edificio de la estación posee una notable diferencia con respecto a otras ya que se usó madera y ladrillo, este último totalmente de chapa.

Un hito histórico. Por su antigua data, la estación de Viamonte está entrelazada al devenir histórico pueblerino que llegó a congregar una población cercana a 5.000 habitantes en tiempos de gran progreso.

El enclave ferroviario divide los hoy barrios Centro y Norte y en ese entorno sucedieron diversos acontecimientos cotidianos que marcaron a la localidad  y a sus habitantes.

En torno a la estación de trenes nacieron romances entre las jóvenes que se engalanaban cada atardecer para esperar al tren. Se concentraban en el andén para observar a los mozos que descendían e incluso o a los que seguían viaje y sólo entreveían por las ventanillas. De esta manera muchas jóvenes lograron perpetuar esos “flechazos” con casamientos.

Los comerciantes y empleados de los grandes almacenes como las tradicionales casas Gani, Rodríguez y Candar, por nombrar algunos comercios, el tren les llevaba desde cajones con frutas provenientes de Mendoza y Río Negro a textiles y otros productos que adquirían a través del telégrafo en Buenos Aires.

El ferrocarril llevó en 1913, la imagen de la patrona del pueblo Nuestra Señora de la Asunción; enviada por Félix de Hoz a sus hermanos Victoria y Luis.

Del mismo modo, la estación de Viamonte fue testigo de la histórica invasión de langostas ocurrida entre 1943 y 1947.

Detrás de los rieles, como avanzando hacia el hoy barrio Norte o “Detrás de la Vía”, como también se lo suele llamar, se cavaron zanjas con chapas que fueron trampas de las numerosas langostas que asolaron el pueblo. Tanta fue la magnitud  que en 1947 la acumulación en los rieles  que provocó el descarrilamiento del tren del que no hubo que lamentar víctimas por  no llevar pasajeros.

El tren también ofició de correo. Las cartas que llegaban eran retiradas para luego ser distribuidas en el pueblo.

Los valiosos testimonios orales de los pobladores mayores revelan que para Navidad llegaban vagones con regalos enviados por el gobierno de Juan Perón al igual que las famosas máquinas de coser enviadas por Eva Duarte.

Juventud del '40. Las serenas noches de verano de mediados de la década del 40 los jóvenes de Viamonte se sentaban en los andenes a escuchar los acordes del bandoneón de Francisco Amorín que enamoraba con sus virtudes instrumentales en la Fonda de don José Valoni.

Los niños de esos tiempos  salían a pasear por las vías con el fin de observar algunas liebres, peludos y aves.

La llegada del convoy era un acontecimiento diario y el sonido del silbato los congregaba en torno a la formación mientras saludaban al jefe de máquina.

Todas estos recuerdos quedaron en la memoria colectiva de Viamonte, al igual que en todos los pueblos que el tren atravesaba.

Estas historias están envueltas en la melancolía de los mayores que reconocen que el tren llevó  progreso y dejó una gran tristeza cuando se lo levantó.

La estación. El edificio de la estación es de  pequeñas dimensiones si se la compara con otras. Con techo a dos aguas y de chapa al igual que las paredes. Constaba de varias  salas donde se distribuían la boletería y el Correo Telegráfico, luego reemplazado por el Correo Postal, hasta el 14 de diciembre de 1994. A partir de esa fecha las  funciones fueron desempeñadas por la Estafeta  en otro lugar.

Las salas tenían el acceso en la galería con los típicos bancos de madera donde los pasajeros esperaban el tren y la campana que avisaba de llegadas y partidas.

En el costado derecho de la garita se encuentra lo que fue depósito de carbón y leña, combustible del ferrocarril de esos tiempos. Ahí también estaba el antiguo molinete y los baños públicos, ambos desaparecidos.

Detrás de la garita se ubica la casa de familia, donde vivieran los distintos jefes de la estación y al frente un galpón de cereales cuya edificación se decidió el 8 de febrero de 1904 para mejorar los servicios bajo el  proyecto fue realizado por el ingeniero Alberto Schneidewind. De ladrillos colorados que rematan en tachas de hierro, techo a dos aguas de chapa, grandes puertas corredizas a los costados y una de madera en la fachada principal. Se usó para guardar cereales y aún tiene ese cometido.  De más reciente data hay otros galpones más pequeños en los que se almacenan cereales embolsados y a granel.

Olvido y abandono. En 1995 el edificio de la vieja estación fue incendiado y se lo restauró pero al año siguiente dejó de pasar el tren, alma vital del pueblo. Al poco tiempo albergó la Casa de la Cultura pero tuvo una cortavida.

En la actualidad, la estación es sede de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) que emplea a trabajadores “golondrina” en campos y plantas cerealeras para las cosechas. Son tareas informales y discontinuas, de carga y descarga de camiones y hombreado de bolsas.

Como mudo testimonio del abandono de la vieja estación están detenidos y en ruinas, antiguos vagones de pasajeros de madera y vagones de metal. Se  conservan, las pequeñas viviendas de madera y chapa, llamadas “catangos”, que fueron vivienda de trabajadores ferroviarios.

La decadencia de ese perímetro se manifiesta en el total abandono que tras saqueos e incomprensibles modificaciones le asestaron un duro golpe a ese valioso patrimonio histórico.