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En bici por Traslasierra

Un buen plan para los ciclistas consiste en pedalear los 33 kilómetros que hay de Mina Clavero al dique La Viña. En el camino hay varias paradas obligadas para disfrutar de los parajes del valle.

La travesía comienza en Mina Clavero. Hace unos días pasó el rally, que en estas tierras se vive de manera especial. Se puede partir desde la plaza San Martín, precisamente desde la calle Jorge Recalde, el gran ídolo de la ciudad y de la provincia. Su mamá contó alguna vez que era muy hábil con la bicicleta y que recorría la región montado en ella, obviamente a gran velocidad.

Desde Mina Clavero es posible elegir entre varios circuitos para realizar en bici. Una buena alternativa es dirigirse al norte hasta los túneles de Taninga, el dique de Pocho y la reserva Chancaní. Para los más esforzados, subir hasta el Cóndor y bajar a Copina puede ser un interesante y cansador desafío.

DATOS ÚTILES. Información útil para pedalear por Traslasierra.

En este caso optamos por pedalear hasta el dique La Viña, a 33 kilómetros de distancia de la localidad. Iniciamos el recorrido a la mañana luego de un buen desayuno, con el objetivo de llegar al mediodía para almorzar en el dique.

Primera parada

El otoño cordobés brinda una paleta de colores que va desde los verdes que aún no se han ido hasta los amarillos y naranjas. El primer destino es Arroyo de los Patos, al borde del Río de los Sauces. Esta comuna es una de las más “jóvenes” de la provincia –nació en 1993– y su nombre se debe a los patos y gansos que poblaban una represa que se había construido en el lugar. El sitio cuenta con cuatro arroyos y un río.

Nos introducimos por sus calles (todas tienen nombre de minerales o plantas), donde se observan muchos complejos de cabañas. La cercanía de esta comuna con Mina Clavero y con Nono ha ayudado a su crecimiento, aunque según cuentan tiene sólo 700 habitantes. Es un buen punto para una mateada sobre el río, y el visitante podrá identificar sobre la ruta al “mate más grande de Argentina”, como le llaman, que es un ícono del paraje. Para los amantes de esta infusión, es sitio obligado para la foto. Eso sí: a la pava para llenar semejante mate aún no la construyeron.

Nono, Las Rabonas y Los Hornillos

Algunos ciclistas miran ansiosos; no les gusta detenerse tanto. Otros se quedan unos minutos más. En la bici, como en la vida, algunos disfrutan de llegar y otros del camino. Para equilibrar a ambos grupos, hay que subirse a la bicicleta y continuar. Para los golosos, hay fábricas de alfajores sobre la ruta provincial 14 que son una debilidad.

Luego de algunas curvas, lo primero que se divisa es el techo rojo de la iglesia de Nono. Se trata de la Iglesia San Juan Bautista, que data de 1915. Aliviados los ansiosos, cruzamos hacia el río para ver los dos cerros que le dan el nombre a la ciudad. Tienen forma de senos de mujer y los pueblos originarios los denominaban “ñuñu”.

Desde ahí hay que pedalear 10 kilómetros hasta Las Rabonas. Es una leve subida, pero de las más atractivas del viaje. Las Sierras Grandes brindan una escenografía increíble: a veces se asoma el Champaquí a la izquierda y en otras aparece a la derecha el dique La Viña. No entrar a esta localidad es un desperdicio, ya que sus callecitas y senderos lo valen. Si el viajero no ingresa a la ida, al regreso debe agendar pasar por aquí.

Seguimos hacia Los Hornillos. Es el tramo en el que más se sube, y si bien pareciera que nos alejamos visualmente del dique, hay que llegar hasta Quebrada de los Pozos. Pasando Los Hornillos, quedan 10 kilómetros hasta el espejo de agua. La vista a las Sierras Grandes se vuelve imponente. Hay un leve descenso y a los cinco kilómetros se encuentra el desvío hacia La Viña, que está bien señalizado. El camino se vuelve angosto y hay que transitar con cuidado. A lo lejos se ven cóndores sobre las montañas más altas de Córdoba y, a la derecha, las primeras imágenes del lago.

Punto de llegada

Arribamos al dique La Viña después de más de dos horas y media de recorrido. El verdadero nombre de esta estructura es Ing. Medina Allende, aunque todos la conocen como “La Viña”. Es el segundo paredón más alto de Argentina y atrae a turistas todo el año para práctica de kayak, pesca y otros deportes.