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El tesoro de la iglesia Matriz

La Catedral, el principal templo católico de la ciudad, guarda una larga historia en su obre de construcción, que dio como resultante un imponente edificio ecléctico. Visitarla y adentrarse en sus espacios, es como descubrir un tesoro de la ciudad.

La Catedral de Córdoba es uno de los monumentos históricos nacionales más importantes del centro de la ciudad.

La iglesia se comenzó a construir en 1582 y finalizada en 1784. A lo largo de su historia constructiva sufrió dos derrumbes importantes, en los siglos XVII y XVIII, respectivamente, y fue gracias a la intervención del arquitecto jesuita Andrés Bianchi, de origen italiano, que se encontró una solución definitiva a los derrumbes que sufría de manera consecutiva.

Como resultado de tantos años de trabajo y de tantas intervenciones, hoy la construcción muestra un estilo ecléctico, con una fachada de líneas más neoclásicas, una cúpula barroca y dos torres de estilo barroco colonial que reflejan influencias aborígenes en los detalles que las decoran.

El templo adquirió el rango catedralicio en 1699, cuando se trasladó la sede del Obispado desde Santiago del Estero, entonces capital de la región, a Córdoba, la ciudad más importante del momento.

La decoración interior, de estilo barroco europeo, fue estrenada en 1914, varios siglos después de haberse terminado la construcción. Estuvo a cargo del pintor catamarqueño Emilio Caraffa, director de la Academia de Bellas Artes de Córdoba quien entre sus principales colaboradores contó con otros talentosos plásticos como Carlos Camilloni y Manuel Cardeñosa.

La pintura más importante que se visualiza en la bóveda es “El triunfo de la iglesia” o “La Iglesia triunfante”, lienzo realizado por Caraffa y en el que se puede ver al autor autorretratado junto a su esposa, en el extremo inferior derecho de la escena.

Cúpula

La cúpula también es digna de admiración, con la representación del Espíritu Santo en lo profundo de su linterna (en el centro de la misma) y la pintura que cubre sus muros denominada “La Gloria”.

Los retablos laterales alojan las representaciones de varios santos del cristianismo, entre los que es posible mencionar el Sagrado Corazón de Jesús, San Pedro y San Jerónimo, el patrono de la ciudad.

El retablo principal por su parte, está dedicado a Nuestra Señora de la Asunción, la titular del templo. Asimismo en la coronación del retablo se puede ver un vitral de origen alemán representando a Jesús resucitado.

Esta impactante decoración barroca fue restaurada por el equipo que dirigió Alicia Beltramino y el sector de la cúpula fue el último sitio intervenido que logro rescatar los principales valores artísticos. Además de las pinturas se recuperaron los oros y la decoración en pan de oro que data de principios del siglo 20 que repuso los faltantes, acción que consiguió subsanar los deterioros por caída del material que contenía la pintura por frecuentes problemas de humedad.

En su caso, Alicia trabajó con el concepto de reversibilidad, es decir, que si se hace necesario quitar el material por algún deterioro o porque se consiguen en la actualidad otros elementos de mejor calidad, se puede sacar sin alterar el original. Para ello se utilizaron pigmentos en polvo, témperas, acuarelas, pintura a la cal, siempre a base de agua con un ligante para que no se pierda pero que a la ve