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El cóndor pasa... muy cerca

GIGANTES. Las alas desplegadas de los cóndores adultos superan los tres metros. (Gentileza: Mario Rodríguez)
GIGANTES. Las alas desplegadas de los cóndores adultos superan los tres metros. (Gentileza: Mario Rodríguez)

Avistaje de distintas especies de aves en las Altas Cumbres con un guía muy especial

En el refugio del “Gaucho” Noel sobre la ruta 34, en plena Pampa de Achala, se pueden observar cóndores casi al alcance de la mano. También águilas moras, jotes de cabeza negra y roja, caranchos y otras aves.

Un viejo feliz

El “Gaucho” Noel tiene, obviamente, barba blanca y ojos azules. Viajar con él unos pocos kilómetros en su 4x4 pueden cambiar la perspectiva, no solo de una excursión de avistaje de aves sino también de la vida misma. Daniel Casañas, el “Gaucho”, con sus 78 años es el guía “más antiguo” habilitado por la Agencia Córdoba Turismo, se define orgulloso como “un viejo feliz” y argumenta: “Me pasaron muchas cosas en la vida, pero le busqué la vuelta y acá estoy, disfrutando de lo que hago; solamente pido dos añitos más y estoy conforme”. En su currículo figura haber representado en su juventud a la Argentina en competencias internacionales de atletismo y nado en aguas abiertas; psicólogo del deporte; guía de turismo alternativo; Papá Gaucho Noel, y aunque esa es otra historia, lo define como una persona muy solidaria.

APASIONADO. El Gaucho Noel, a sus 78 años, aporta además de su experiencia una vitalidad envidiable. (Gentileza: Mario Rodríguez)
APASIONADO. El Gaucho Noel, a sus 78 años, aporta además de su experiencia una vitalidad envidiable. (Gentileza: Mario Rodríguez)

Otro atractivo

El sendero hacia el refugio comienza en una tranquera ubicada en el kilómetro 19 del camino a las Altas Cumbres, frente al parador de artículos regionales y el mirador panorámico. Es un recorrido en ascenso que puede hacerse a pie y lleva unos 30 minutos a buen ritmo. La opción más divertida es hacerlo en un vehículo 4x4, porque en muchos sectores se convierte en una huella casi intransitable y con profundas barrancas en las que se ve la mano del conductor experto, aunque -por momentos- dan ganas de bajarse.

REFUGIO. El lugar de los avistajes está en el camino de los cóndores en su vuelo diario hacia la Quebrada del Condorito. (Gentileza: Mario Rodríguez)
REFUGIO. El lugar de los avistajes está en el camino de los cóndores en su vuelo diario hacia la Quebrada del Condorito. (Gentileza: Mario Rodríguez)

Vinimos a ver cóndores

La ronda de mate amargo se prolonga hasta que el Gaucho dice “es la hora”, agarra un palo lustrado que hace las veces de bastón de trekking y encabeza una corta caminata. En el sendero, al principio ancho y bien marcado, hay muchas ovejas y algunos caballos, luego se hace angosto entre piedras y arbustos, pero no tiene ninguna dificultad. Después de unos 20 minutos se llega hasta un sector elevado desde donde se puede ver la ruta de las Altas Cumbres llena de autos que entran y salen del Valle de Traslasierra.

El guía nos ubica, nos pide silencio y quietud. Si bien esta zona es uno de los lugares de alimentación de los cóndores en su camino diario hacia la Quebrada del Condorito, ningún avistaje está garantizado en la naturaleza. Un águila mora observa desde una saliente rocosa y varios caranchos se pelean por los restos de algo. La espera parece tener fin cuando una silueta se recorta sobre el cielo azul y hacia allí apuntan las cámaras, pero el Gaucho corta en seco la excitación: “es un jote cabeza roja”.

El guía aprovecha la confusión para contar que, hasta los seis años, un cóndor es juvenil y su color es pardo; los adultos tienen plumaje negro y se distinguen de otras aves por su tamaño y el característico collar blanco. Los machos suman una cresta roja. Otro dato para identificarlos en vuelo es la terminación de sus alas en forma de abanico.

Como si se tratara de un show coordinado, antes de que el Gaucho terminara la presentación, los primeros cóndores aparecen planeando a lo lejos pero el enorme tamaño, más de tres metros de punta a punta de las alas, no los deja pasar desapercibidos. Un juvenil pasa cerca; y otro; y otro; y los adultos también se acercan, tanto que se alcanza a escuchar el “silbido” de su vuelo que corta el aire y proyecta una gran sombra en el piso desparejo de las sierras.

El espectáculo está en el cielo y en la tierra, el Gaucho Noel amplía su eterna sonrisa y sus ojitos escondidos debajo del sombrero verde oliva parecen brillar más. Mira al cielo, abre los brazos y agradece a la Pachamama.

VARIEDAD. En la zona, además de cóndores, es común ver águilas moras (foto), jotes y caranchos. (Gentileza: Mario Rodríguez)
VARIEDAD. En la zona, además de cóndores, es común ver águilas moras (foto), jotes y caranchos. (Gentileza: Mario Rodríguez)

Solamente acá

En Argentina existen innumerables lugares en donde ver estas increíbles aves; en Córdoba, a pocos kilómetros de este refugio, está el Parque Nacional Quebrada del Condorito que suma el atractivo de varios senderos de trekking, pero Daniel Casañas, el Gaucho Noel, sólo está acá.

Cómo contratar la excursión

En la oficina de informes de la Secretaría de Turismo de Mina Clavero, que está en la plazoleta triangular de la localidad (calles San Martín y Fleming), tienen toda la información; o directamente al Gaucho: (03544) 154-03964 / 154-19448.