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Descanso invernal

San Esteban. La belleza de la vegetación es buscada por artistas, que intentan reflejarla en sus obras. (Alejandro Parada)
San Esteban. La belleza de la vegetación es buscada por artistas, que intentan reflejarla en sus obras. (Alejandro Parada)

A 90 kilómetros de la ciudad de Córdoba, en el valle de Punilla, este pequeño paraje ofrece un manso arroyo, balneario, parrilleros, sombra en abundancia y hasta una obra de Gustave Eiffel. Pero, esencialmente, brinda paz y encanto natural.

En medio de ciudades y localidades de importante movimiento, yace en el corazón del valle de Punilla este pequeño oasis, muy poco visitado. A menos de un kilómetro de la RN38, enfrente de Los Cocos, bordeando el río Dolores y alejada del ruido turístico, San Esteban aún conserva su sencillez y encanto rural. Se trata de un apacible y pequeño poblado, que ofrece un atractivo diferente, con callecitas estrechas y pintorescas que todavía preservan algunas construcciones coloniales. La paz serrana, en su máxima expresión, se respira a cada metro de este apacible rincón cordobés.

Allá por mediados del 1700, don Esteban Cabanillas –habitante de la ciudad de Córdoba– dejó constancia en su testamento de la posesión de la estancia San Esteban, construida por él mismo en tierras que había recibido como donación de parte de su hermano, el sacerdote Juan de Cabanillas; ambos descendientes de don Bartolomé Jaimes, primer dueño de La Punilla. No obstante, los primeros asentamientos de importancia ajenos a los Cabanillas, se establecieron allá por el 1900 con la llegada del ferrocarril. Hoy, la mayoría de sus 800 habitantes continúan dedicados a explotaciones rurales.

El hogar del invierno

Las aguas del río San Jerónimo y del arroyo Cruz Grande conforman el río Dolores, que bordea San Esteban, aportándole algo de humedad a su clima predominantemente semiárido. Este río -en la mayor parte que atraviesa el poblado, desde el vado hacia la izquierda– es más bien un suave y delgado arroyo, rodeado de costas de pasturas verdes y frondosos árboles que aportan sombra y frescura sin igual.

En otoño, la belleza de los colores es mágica. Poco a poco, las hojas van cayendo y desnudando los gigantes de madera, pero a la vez tapizan las pasturas con una capa adicional de confort amarillo. Decimos confort porque, al dejar el vehículo a un costado del camino de tierra y acercarnos al río por el pasto espeso, es inevitable sentir la necesidad de tirarnos al piso a leer un libro, dormir una siesta, hacer un pic-nic o, simplemente, a mirar el cielo y disfrutar de los sonidos de la naturaleza.

En primavera y verano, esos colores ocres se transforman en verde flúo intenso y el pasto se convierte en un sommier natural. El invierno -amarillo, seco y con árboles despejados- conserva intacto el encanto ¡pero cuidado con el frío! Por alguna razón geográfica, San Esteban es uno de los puntos más fríos de Punilla, siempre con algunos grados por debajo de sus vecinos. El pueblo está ubicado a 1.024 metros sobre el nivel del mar y las temperaturas pueden llegar a los 12 grados bajo cero en invierno.

Un cuadro de Punilla

Del otro lado del vado, frente a la pequeña Capilla Nuestra Señora de Fátima, el río se convierte en balneario municipal, con parrilleros y asientos de cemento a lo largo de la costanera. También existe una pileta de agua natural, de profundidad variable. La proveeduría sólo funciona en verano. Pero todo esto parece en desuso, ya que salvo algunos días de calor, no hay gente usando las instalaciones.

En San Esteban es habitual ver artistas haciendo libre uso del pintoresco escenario natural, concentrados por horas en sus paletas y pinceles, tratando de recrear los colores del paisaje.

En tanto, continuamos tirados en el pasto, abriendo y cerrando un libro, viendo pastar un caballo y disfrutando de la paz y el relax infinito con que fue bendecido este pequeño paraje, uno más de los tantos enclavados en las serranías cordobesas.

Datos útiles

CÓMO LLEGAR: desde Córdoba, el camino más pintoresco es el del Cuadrado. Tomar RPE53, pasar el ingreso a Río Ceballos y en la siguiente rotonda hacia Salsipuedes, tomar hacia la izquierda (cruce de RP53 y RPE57) y transitar el camino que desemboca en Valle Hermoso. Hasta diciembre de 2016, los últimos siete kilómetros son desviados por el viejo camino de tierra debido a trabajos de mantenimiento. Opcionalmente, recorrer la ruta E55 hasta San Roque y de allí empalmar con RN38, pasando por Bialet Massé, Cosquín, Casa Grande, Valle Hermoso y La Falda hasta llegar a San Esteban.

PASEOS: San Esteban es un lugar ideal para descansar y respirar tranquilidad plena. No obstante, pueden hacerse paseos en el día, como visitar las ciudades de La Cumbre y Capilla del Monte, ir a ver a los amantes del parapente en Cuchi Corral, el dique El Cajón y El Zapato frente al cerro Uritorco, o bien recorrer los parques temáticos de Los Cocos, justo enfrente de San Esteban, a través de la RN38.

GASTRONOMÍA: salvo el ocasional comedor local, no hay restaurantes. Las ciudades de La Cumbre, Capilla del Monte o Los Cocos, en cambio, sí ofrecen una gran variedad de ofertas gastronómicas, con opciones principalmente en pastas, pizzas, parrilladas y casas de té. Los precios, en general, son accesibles y se puede comer por unos 180 pesos por persona, promedio.

ALOJAMIENTO: hay algunas hosterías y hospedajes en el lugar (Portal de Sueños, 550 pesos por habitación doble, sin desayuno) o bien un alojamiento de mayor categoría como el hotel Senderos del Monasterio, que reclama ser uno de los mayores centros energéticos de Sudamérica, ubicado en Dolores (Tel. 03548 494-149). Localidades cercanas tienen una amplia oferta hotelera para diversos presupuestos.

MÁS DATOS: www.cordobaturismo.gov.ar

* Especial