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Cosquín, al ritmo de la naturaleza

El valle de Punilla permite aprovechar el verano con actividades de ecoturismo para renovar energías antes, durante y después de las fiestas y peñas en la capital nacional del folklore.

En el mes de enero, la ciudad de Cosquín en el valle de Punilla comienza a sentir el ritmo de la cultura y la música que la distinguen por su legendario Festival Nacional de Folklore. Es una oportunidad única que permite también recorrer la región para descubrir la naturaleza en todo su esplendor a través de caminatas, cabalgatas, safaris fotográficos y pesca deportiva; actividades que hacen del ecoturismo una buena opción.

El río Cosquín

El agua cristalina del río Cosquín, formado por la unión de los ríos Yuspe (que proviene de Los Gigantes) y San Francisco (de La Falda) discurre entre verdes rocas a través de 14 kilómetros, y atraviesa la ciudad hasta llegar al lago San Roque. A su paso, las serenas playas que se forman en las orillas son una agradable alternativa para escapar del calor. Entre los balnearios recomendados está Juntura de los Ríos, con una pasarela que forma un pequeño embalse y donde no pueden faltar el clima festivo y la guitarra. Además, se pueden realizar caminatas para visitar galerías naturales. A partir de aquí, el río se encajona sobre paredones de piedra y su cauce genera orillas anchas y angostas, bañados y algunas lagunitas ocasionales que permiten la pesca deportiva. El balneario más elegido para esta actividad es Santa Teresita.

DATOS. Información útil para disfrutar de Cosquín.

El cerro Pan de Azúcar

Hay que prepararse con zapatillas cómodas y cámara en mano para emprender la marcha hacia el legendario Pan de Azúcar, cuyo ingreso se encuentra al norte de la ruta provincial N° 38, luego del puente carretero. El cerro, al que los comechingones llamaron Supaj Nuñu (seno de virgen) por su semejanza con un pecho femenino, es paso obligado de los visitantes que transitan la región. Con sus 1260 metros de altura y su exuberante vegetación, se impone sobre el cordón montañoso. Vale la pena subir hasta su cima caminando. El trayecto, algo sinuoso, no es muy exigente, y permite apreciar los cambios en el paisaje que van desde árboles de gran porte a espinillos y pastizales. Al llegar a la cima, una gran cruz de hierro y la vista inigualable del valle esperan a los viajeros. Quienes no sean asiduos al trekking pueden subir en aerosilla, una de las más largas del país.

La Cueva de los Pajaritos

Para los observadores de aves resulta imperdible visitar la Reserva Ecológica Mallín (“lugar pantanoso”, en araucano) o Cueva de los Pajaritos, que forma parte de las 7 Maravillas Naturales de Córdoba y se encuentra a solo 12 kilómetros de la ciudad de Cosquín. Se debe pagar una entrada para acceder al predio, donde el paisaje se conforma por bloques de piedras erosionadas por el viento que permiten distinguir diversas formas: El Indio, El Tanque, El Mono y El Perro, entre otras. Pero lo más llamativo son los miles de chirrios o vencejos de collar blanco que viven y anidan en las cuevas. La Garganta del Diablo o La Lluvia del Amor son algunas de las gargantas a lo largo del arroyo Mallín a las que estas aves van para dormir o aparearse, anunciándolo con su particular canto. Esta colonia de pajaritos que habita en las paredes de piedras verticales es la más austral del planeta. Se trata de un lugar preparado para disfrutar en familia hasta el atardecer, a través de un momento especial de contemplación y conexión con la naturaleza.