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Con horizonte de montañas

Camino vecinal hacia canteras El Cóndor donde se explota mármol blanco, rosado y gris para el mercado interno y el azul cielo para exportar.
Camino vecinal hacia canteras El Cóndor donde se explota mármol blanco, rosado y gris para el mercado interno y el azul cielo para exportar.

El furor que manifiestan los cultores del cicloturismo no cede, por el contrario, se acrecienta cada vez más.

Las Sierras Grandes son las más elevadas y las de mayor extensión latitudinal en la provincia de Córdoba. Están ubicadas al oeste del cordón de las Sierras Chicas y dejan al este el valle de Punilla y al oeste el de Calamuchita, entre otros.

En las partes más elevadas y amesetadas se presentan “pampas” entre las cuales, de sur a norte, se destacan las pampas de Achala, del Hospital, de San Luis y de Olaen.

Al trepar desde Tanti, por la ruta provincial 28, pronto se divisa al oeste el macizo gris de Los Gigantes (2.374 metros sobre el nivel del mar), precedido por verdes pampas donde las vacas son apenas puntitos negros en la inmensidad.

Después de unos kilómetros se llega a “la rotonda”, denominación que se le da al cruce de la ruta con el camino que lleva al pie de Los Gigantes. Allí se puede acampar o alojarse en el albergue, lo mismo que comprar alimentos esenciales.

Para hacer cumbre en cualquiera de los dos cerros de mayor altura –Los Gigantes y La Cruz– se puede contratar un guía o seguir las indicaciones marcadas en las piedras y apachetas que indican el interesante paseo de montaña, donde es posible avistar cóndores.

A dos kilómetros, con rumbo oeste, se llega al parador del río Yuspe donde hicimos base en el camping, con el fin de partir al día siguiente en bicicleta por la pampa de San Luis. En este lugar hay excelentes condiciones para acampar, con baños, proveeduría, cafetería y el infaltable pan casero, que se hornea todos los días. La tradición del viajero indica que se debe parar a hacer la picada de chorizo y queso, con el pan tibio aún.

Preparamos el campamento bajo la sombra de los mimbres, en un balcón sobre el río con unas vistas únicas, despacio, con el atardecer y las luces del fuego para el asado. De noche refresca bastante, por lo que hay que contar con abrigo.

Amaneció algo nublado y partimos temprano por caminos vecinales, que pasan por la estancia jesuítica La Candelaria. Por ello, el punto de partida y llegada fue el parador del Yuspe. Partimos del parador (1.720 metros sobre el nivel del mar) y entramos en calor con la subida de 12 kilómetros, que conduce al desvío poco antes de Cuchilla Nevada; de allí, seguimos rumbo al norte, bordeando el río Ávalos. En dos puntos hay balcones naturales, que permiten ver la cadena de sierras llamadas Cumbres de Gaspar, hacia el oeste, y que marcan el límite con La Rioja.

Sólo camionetas de las estancias vecinas o camiones con los minerales que se extraen en la zona circulan por el lugar, entre campos muy verdes con ganado disperso. Hasta hace unos años no había alambrados, sólo algunos arbustos dispersos y árboles de mimbres, álamos y molles. Conforme se avanza, se divisan establecimientos dedicados a la minería, en los que se extraen mármol, granito y piedras calcáreas.

En el paisaje se pueden ver las escombreras y el impacto que tiene la actividad minera cuando no hay acciones de preservación en el lugar. Van quedando profundas zanjas cortadas en la roca y enormes pilas de escombros diseminadas, que ponen un tono gris en la pampa verde.
El clima de la mañana era ideal, apenas fresco, el sol que escapaba entre las nubes y una ligera brisa. Seguimos con el pedaleo por una cinta serpenteante, absolutamente solos, salvo algunos animales que nos miraban pasar.

En el kilómetro 36 encontramos la entrada a la cantera El Cóndor. Allí se explota mármol blanco, rosado y gris para el mercado interno y el llamado azul cielo para exportar, según dicen, único en el mundo.

Ya en la ruta decidimos almorzar. Nos instalamos entre las rocas y pastizales con el entorno de postales coloridas por las flores de los cactus. Un momento memorable.