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Cicloturismo por una Calamuchita casi europea

La travesía comenzó en Villa Berna, siguió por La Cumbrecita y pasó por Los Reartes, recorriendo así tres maravillosos parajes del valle de Calamuchita.

El plan era recorrer La Cumbrecita y Los Reartes en bicicleta. Para eso, hicimos centro en Villa Berna. El nacimiento de este poblado se debe a la pionera Margarita Kellenberg, una europea que divisó en el lugar paisajes similares a los de su tierra natal.

Durante esa jornada de cicloturismo, realizamos un circuito desde Villa Berna hasta Los Reartes y volvimos por el mismo camino hasta La Cumbrecita.

De Villa Berna a Los Reartes

Hay varias opciones desde donde partir, una vez subidos a las bicis. En esta oportunidad, tomamos hacia Los Reartes por el viejo camino de ripio, de 18 kilómetros de extensión. Aprovechamos la salida para recorrer Villa Berna. El camino comienza con una fuerte subida, pero luego se convierte en un intrépido descenso. Pudimos cumplirlo en menos de 45 minutos, disfrutando de la velocidad que permiten las bajadas. En el regreso recorrimos los mismos kilómetros pero en una hora y media.

Al partir, en el fondo, vimos el lago a la izquierda y muchísimas arboledas en todo el camino. Hacia los cuatro costados hay bellos paisajes para sacar fotografías. Enseguida, nos cruzamos con un grupo de jinetes que se dirigían a caballo hacia Los Reartes. Uno de ellos, venía con sombrero puesto y fusta en mano. Nos invitó a encontrarnos “allá”, en la pulpería tradicional de Los Reartes. Esas invitaciones no se dejan pasar.

A medida que avanzábamos, las bajadas se hacían cada vez más interesantes. La otra opción para llegar a Los Reartes es a través de una ruta pavimentada, pero la magia de este camino no se compara.

En Los Reartes

Al llegar al destino, la primera sugerencia en la Oficina de Turismo fue que nos dirigiéramos a la pulpería. En el exterior de la edificación hay un cartel con buena información sobre la historia del lugar. Es muy interesante la visita.

Al lado, se encuentra la capilla histórica Inmaculada Concepción, cuya construcción inició en 1816. Se trata de un templo con líneas muy simples, que cuenta con una cruz de madera que se distingue claramente en el paredón blanco que da a la calle principal. Al seguir, nos encontramos con el río y un corral de piedras que nos habían recomendado. El corral data de 1780 y es una de las construcciones más antiguas del lugar.

Camino a Alemania

Después, montamos la bicicleta para salir hacia La Cumbrecita. Esta pequeña localidad se asemeja a una aldea europea. Con el tiempo, fue evolucionando hacia un pueblo ecológico, donde no se puede ingresar con autos ni bicicletas.

La entrada a La Cumbrecita es alucinante. Pareciera que se ingresa a otro país. Un cartel anuncia las reglas a cumplir. Una gran torre con banderas de muchos países domina el lugar.

Esta pequeña villa serrana tiene menos de mil habitantes permanentes. Su historia se remonta a 1932, cuando el doctor Helmut Cabjolsky vino a la región para desempeñarse como gerente de la empresa Siemens. La primera construcción tuvo lugar en 1935, lo que sería el hotel Cumbrecita, que contaba con sólo ocho habitaciones. Todas las familias que luego fueron habitando el lugar eran principalmente centroeuropeas, de allí la impronta de este destino turístico.

La “pequeña Europa”

Lentamente, nos trasladamos por el interior de La Cumbrecita para no molestar a los peatones. Un lugar muy visitado es su pequeña capilla de estilo europeo. Rodeada de una gran arboleda, en su interior posee cuatro hileras de asientos.

En esta localidad hay bares y restaurantes donde se puede beber una cerveza o saborear comidas típicas europeas. Generalmente, muchos turistas van y vienen por sus calles. Además, existen sitios donde se pueden comprar artesanías y cosas típicas de diferentes regiones de Europa.

Esta zona es epicentro del turismo alternativo a través de actividades como trekking, cabalgatas, mountain bike y mucho más. Tanto Villa Berna como La Cumbrecita son dos lugares fantásticos para visitar de la provincia de Córdoba. La primera tiene raíces suizas, la otra exhibe reminiscencias alemanas simulando ser una “pequeña Europa” en medio de las sierras de Córdoba.