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Cerro Colorado: encantos del pasado en tiempo presente

Alero de Ricci. Allí pueden observarse variadas pictografías muy reconocidas, como los flecheros emplumados. (Bibiana Fulchieri)
Alero de Ricci. Allí pueden observarse variadas pictografías muy reconocidas, como los flecheros emplumados. (Bibiana Fulchieri)

La Reserva Cultural Natural Cerro Colorado es uno de los sitios arqueológicos más destacados de Argentina y testimonio viviente de la cultura aborigen local.

Por estos días de incipiente primavera estallan los dorados: espinillos, garabatos y chilcas en el bosque serrano reverdecido por algarrobos, matos y quebrachos, entre tantos otros. Las flores lilas de pasionaria y jacarandá cuelgan de las ramas como farolitos chinos y los senderos de cerro colorado huelen a un mejunje irresistible de mentas, burro y poleo.

"Ya va a pasar la pandemia y espero que valoremos más estos lugares únicos que tenemos", nos dijo Luis Tissera, arqueólogo de la Agencia Córdoba Cultura y responsable del sitio de yacimientos pictográficos. A él acudimos para que guie con su relato por el reservorio de arte rupestre más importante de Córdoba y uno de los más significativos de Argentina, por la cantidad de figuras plasmadas (unas 10 mil) en un centenar de aleros y abrigos rocosos con pinturas indígenas del prehispánico tardío. "Se destaca además por el despliegue de temas tratados, que incluyen escenas de caza, guerra y danza", agrega con detalles de experto donde intervienen figuras ricamente ataviadas y una variada muestra de la fauna, como guanacos, llamas, jaguares, cóndores y algunas especies de ciervos.

También están representados los conquistadores y animales de la fauna europea, lo que señala un particular momento histórico que corresponde al choque entre dos entidades culturales.

La Reserva Cultural y Natural Cerro Colorado tiene una superficie de tres mil hectáreas protegidas que comprenden la ladera oriental de las Sierras de Ambargasta, en la intersección de los departamentos Tulumba, Río Seco y Sobremonte al norte de la provincia y a 160 kilómetros de la Capital de Córdoba. Para llegar desde esta se transita la ruta nacional 9 norte y a la altura de Santa Elena hay que tomar la ruta 21 y hacer 12 kilómetros rumbo oeste.

Sin rastro: cómo será la nueva forma de hacer turismo 

Caminantes hay caminos

Cintia Cuestas, guía del Museo Arqueológico, con un grupo de visitantes en el Alero de Ricci. (Bibiana Fulchieri)
Cintia Cuestas, guía del Museo Arqueológico, con un grupo de visitantes en el Alero de Ricci. (Bibiana Fulchieri)

Por motivos vinculados a la pandemia por el Covid-19 y los protocolos acordes a la cuarentena, no es posible visitar en la actualidad Cerro Colorado. A la espera del cese de las medidas sanitarias, la comunidad museística del lugar sigue activa diseñando nuevos caminos para reconocer el entramado de cultura, historia y naturaleza.

La localidad cuenta con un remozado museo, bajo la órbita de la Agencia Córdoba Cultura, en el cual se reúne una colección de bienes arqueológicos recuperados en el área, que se suma a la amplia propuesta de sitios ofrecidos. Desde allí, los seis guías especializados de la provincia acompañan a grupos de visitantes en una travesía muy particular por la disposición de los sitios arqueológicos y su magnífico entorno natural, caracterizado por formaciones de areniscas coloradas que afloran en un ambiente de espesos bosques chacoserranos y constituyen un museo a cielo abierto, cuyo recorrido implica una verdadera experiencia sensorial.

“A partir de los procesos de expropiación que se están llevando a cabo por parte del Estado provincial, ha sido posible incrementar la oferta de sitios que brinda el museo arqueológico para visitar de forma gratuita”, cuenta Tissera retomando su función de guía en esta crónica.

Al clásico paseo hacia las pasarelas de madera y al alero de los flecheros emplumados se agregaron dos más: Pinturas Blancas y Los Astros, únicos paneles pintados que no están dentro de abrigos o aleros bajo techo sino sobre paredones rocosos de alta visibilidad.

También se puede acceder a la Cueva del Indio, situada sobre la ladera del Cerro Veladero, un balcón panorámico que permite apreciar a los cerros Colorado e Intihuasi. A estos se sumaron otros, aunque se está estudiando la forma de acceder con una mínima intervención sobre el paisaje y priorizando la seguridad de los visitantes.

Tissera sostiene que este lugar funciona como un santuario para diversas especies autóctonas y los recursos naturales más valiosos, que son nuestros bosques nativos.

“También es un viaje hacia el pasado de los antiguos cordobeses y su importante legado cultural que se erige como un monumento que desafía al tiempo”, agrega.

Cerro Colorado: todo lo que necesitás saber 

Casa Museo Atahualpa Yupanqui

Casa museo de Atahualpa Yupanqui, en el paraje Agua Escondida. (Bibiana Fulchieri)
Casa museo de Atahualpa Yupanqui, en el paraje Agua Escondida. (Bibiana Fulchieri)

Cerro Colorado también es un santuario para los amantes del arte folklórico por haber sido el sitio elegido del maestro Atahualpa Yupanqui para vivir, generar su obra, refugiarse y descansar definitivamente en ese terruño.

Cuando su canto no se salvó de persecuciones políticas, Don Ata sintió que era el momento de buscar amparo y sosiego para la desdicha y emigró hacia Cerro Colorado a construir una morada.

Para eso buscó la zona de Agua Escondida. Halló un recodo en el Río de los Tártagos y en el medio de un monte levantó las primeras paredes: piedra, madera y tejas. Después compró terrenos circundantes, llevó a su compañera Nenette y al último de sus hijos y cuando estuvo listo lo bautizó El Silencio.

La vida de Yupanqui en el cerro dejó un riquísimo anecdotario, algo así como una reserva mitológica preservada en la memoria de sus paisanos. Desde el 31 de enero de 1989 (81 cumpleaños del trovador) el famoso rancho de Don Ata puede visitarse como museo abierto al público, ahora a la espera de cuando se reanuden las actividades.

El recorrido que se brinda desde la Fundación Atahualpa Yupanqui es con un guía especializado y consta de una caminata por la casona de ambientes generosos, paredes anchas y techumbres de algarrobo con vigas de quebracho. Todo lo conservado y exhibido en la casa es simpleza y autenticidad: hay muchísimas fotos, muebles, sus valijas, cuadros obsequiados, artesanías, partituras, diplomas y como broche final la biblioteca personal con unos tres mil ejemplares en un recinto contiguo a la casa.

Esa dependencia se llama Pablo del Cerro, seudónimo de su mujer Nenette Pepin, autora de muchas canciones del repertorio yupanquiano. También lleva su nombre el Café Nenette, donde se hacen delicias caseras especiales para una pausa, muy disfrutable en el entorno natural del predio Agua Escondida.

En el frondoso patio hay un roble con cara de eterno. Es el encargado de custodiar, bajo su protectora sombra, las cenizas de Yupanqui; allí una piedra señala su tumba. Como él mismo decía: “De aquí saldrá mi espíritu, el alma, los silencios guardados, las vibraciones, a tomar sol y a silbar por los campos”.

El norte arqueológico: viaje al pasado por las provincias 

Datos útiles

Ecomuseo Casa Pozo La Salamanca, Cerro Colorado. (Bibiana Fulchieri)
Ecomuseo Casa Pozo La Salamanca, Cerro Colorado. (Bibiana Fulchieri)

Casa Pozo La Salamanca. Otro sitio recomendable, casi de visita obligada, está muy cerca del mismísimo Cerro Colorado. Con enorme hospitalidad, Mariela y Matías reciben a los visitantes de este centro cultural que resume la esencia del norte cordobés, siempre invitando al encuentro y ofreciéndose generosamente.

Delicias. En este espacio funciona la gastronomía con otras formas de expresión de la cultura local. La prioridad es cocinar comidas criollas (empanadas, locro, asado, pasteles) y promover los productos regionales como quesos, dulces, cerveza, vinos, cerámicas y tejidos.

Más info. 351-3985548.