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¡Atención! Precauciones para visitar los ríos cordobeses

Los ríos serranos son una de las principales atracciones turísticas de la provincia, pero hay que tener algunos recaudos para disfrutarlos de forma segura y anticiparse a las crecidas.

Pasar las vacaciones, un “finde” o un día en los ríos de las sierras es un clásico entre los cordobeses. Pero hay que tener presentes ciertas precauciones para que un día de relax no termine en accidente.

Por eso, en primer lugar es necesario saber que los ríos de la provincia varían según su caudal, profundidad y comportamiento, por lo que hay que conocer muy bien la zona en la que uno decida sumergirse para refrescarse o nadar. Y es que, debido a la fuerza de la masa del agua, los ríos cambian de manera regular, arrastrando piedras y otros componentes que hacen variar permanentemente la profundidad y el fondo.

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Entre las recomendaciones de Defensa Civil, en primer término es aconsejable tener en cuenta la cartelería –si la hubiere– que indica la profundidad del curso de agua, saber si la zona cuenta con bañeros o guardavidas, y tratar de familiarizarse con el lugar. En algunos municipios y comunas se colocan banderas de advertencia para indicar que está caudaloso o que, por malas condiciones, está prohibido meterse al agua.

Al mismo tiempo, siempre se deben seguir las indicaciones del personal de bomberos voluntarios, Policía, Defensa Civil y bañeros: ellos saben cuáles son las reales condiciones de los ríos. Quienes no sepan nadar deben ubicarse en zonas donde el nivel de agua sea bajo; y quienes sepan no deben subestimar el curso del río, ya que puede presentar un comportamiento impredecible, arrastrando a personas hacia tramos peligrosos u hondos.

Como dato no menor, es preferible haber hecho la digestión antes de ingresar al agua para evitar malestares físicos y, sobre todo, no haber consumido alcohol. Un alto porcentaje de personas ahogadas responde a esta causa.

Ante crecidas y en caso de tormenta

Para reconocer cuándo se aproxima la crecida de un río, hay que observar si hay nubarrones en las zonas altas: puede ser un indicio de que está lloviendo en las cercanías.

Si el agua cambia de aspecto –pasar de ser cristalina a oscura–; traslada objetos como ramas y palos, entre otros; o de a poco tapa piedras que antes estaban visibles, todo indica que está llegando el pico de una creciente.

A tener en cuenta: el nacimiento de los ríos serranos se produce en las partes altas de las montañas. Esto significa que, si bien en las zonas donde se encuentra el grueso de los balnearios o paradores el día puede estar soleado y agradable, en las cuencas altas es posible que esté lloviendo.

Por eso, es importante estar atento a los medios que brindan información inmediata sobre alertas meteorológicas por tormentas severas. ¿Qué hacer? Así lo explica Concha: “De presentarse una tormenta repentina, hay que alejarse del agua y de los márgenes, ya que de forma rápida e imprevista el río puede crecer a causa de la lluvia caída o por la apertura de válvulas de diques y embalses”. Además, no se deben cruzar vados o puentes tapados por la correntada del agua, aunque parezca que puedan atravesarse sin peligro.

Acampar, una tarea con ciertos recaudos

Acampar es una de las actividades preferidas en las sierras, pero nunca debe hacerse sobre los márgenes de los cursos de agua. Lo mejor es armar la carpa en zonas planas con cierta altura, lo más lejos posible del río. Esto evita, además, que la estructura se encuentre en un lugar donde pueda haber desprendimientos o derrumbes de picos rocosos.

Siempre es recomendable elegir un lugar habilitado por el municipio o la comuna, como los campings, que brindan comodidades y seguridades durante la estadía. Hacerlo fuera de estos complejos requiere de una detenida atención a la marca nivel de las crecidas de los ríos, que normalmente deja resaca en árboles, piedras y alambrados: no hay que situar la carpa allí.

“Clavadistas”, ¡atención!

Es muy frecuente ver a turistas arrojarse desde cierta altura o hacer “clavados” en el río. Tirarse al agua desde un árbol, el borde de un acantilado, un puente o una piedra conlleva muchos riesgos. “Este tipo de actividad es sumamente peligrosa, ya que estadísticamente en la temporada de verano está comprobado cómo aumenta la cantidad de ahogados y accidentados, con traumatismo severo en cráneo, tórax o miembros inferiores por haberse tirado de altura o por haber impactado contra piedras, troncos y el lecho del río”, detalla Concha. Así, hay que tener mucho cuidado para que esta práctica no acabe en una emergencia.