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Altas Cumbres: un viaje por los pintorescos puentes colgantes

Un recorrido de pocos kilómetros, en automóvil, por una singular ruta que muestra las proezas de la ingeniería vial del siglo pasado. Entre curvas y pendientes, se ingresa al corazón de las sierras mientras se encuentran generosas panorámicas de los valles.

A poco de andar por el camino de las Altas Cumbres, se llega al cruce que anuncia la llegada a Copina. Al doblar a la derecha se encuentra un improvisado balneario, a la vera del cauce del río La Suela. Allí, un puesto provee de algunas bebidas y también de información vital para continuar el viaje de un domingo cualquiera.

Hasta ese punto el camino es de asfalto y con el fin de llegar a los viejos puentes colgantes hay que continuar por la calzada hasta encontrar los restos de una camioneta quemada, que constituye el mojón para seguir el camino de ripio que sale hacia la izquierda.

Se trata de un tramo del viejo camino de las Altas Cumbres que desde principios del siglo pasado logró comunicar los valles de Punilla y Traslasierra a través del cordón montañoso de las Sierras Grandes.

Es una vía sinuosa que avanza entre altos pastizales, con una gran espalda de roca oscura.

Las alamedas que reciben a los viajeros insinúan la presencia humana en el antiguo asentamiento de Copina. Ese caserío hacia 1913 alojó a los trabajadores que comenzaban a luchar contra los macizos de piedra, a pico, pala, y explosivos para dar lugar a una de las obras de infraestructura vial más importantes del país en esa época.

Tranquilo y silencioso lugar, de pocas casas de piedra protegidas de los vientos por la montaña. Hoy en una de ellas se encuentra la sede de rehabilitación de la ONG Remar.

Cuentan que el cura Brochero pasaba por el paraje en sus viajes evangelizadores y sus continuos reclamos al gobierno fueron clave para la construcción de la ruta. Cuando finalmente se habilitó, Copina se convirtió en parador obligado de los viajeros.

Todavía se pueden ver a la salida del pueblo los viejos carteles de Vialidad que marcan las distancias.

Curvas y pendientes internan en medio de la sierra y las vistas al valle de Punilla son increíbles al igual que la cantidad de vertientes que se desprenden de las rocas y forman hoyas cristalinas. Es un trazado impactante, sobre todo, al recordar la escasa tecnología disponible en esos tiempos para abrir la angosta calzada entre la dura roca; las pircas de protección en cada curva, los drenajes, vados y alcantarillas.

Para vadear los arroyos se construyeron cinco puentes colgantes, que parecen mimetizados con el paisaje, con cuatro pilares de piedra, cables y perfiles de acero y calzada de madera. Hoy después de un siglo aún están en uso, salvo uno.

Es un bello camino entre rocas que enmarcan las vistas del valle y las quebradas donde el agua y la vegetación no escasean.

Se observa a los amantes del andinismo practicar en un enorme paredón como palestra natural, ubicado a la salida del último puente.

Manchones blancos evidencian los intentos del hombre por extraer la riqueza mineral, cuarzo, mármol y mica que muestran las escombreras sobre la banquina.

Más adelante hay dos refugios de piedra, digna muestra del manejo del viejo oficio del picapedrero y del pirquero. Si la niebla o la nevada llegaban a sorprender al viajero en ellos encontraba segura protección.

Tras transitar poco más de 20 kilómetros, reaparece la ruta de asfalto en el paraje denominado El Cóndor, a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar. Ahí, lo que sorprende es la infraestructura del hotel del mismo nombre que data de 1939, hoy deshabitado. Los postigos de madera de las ventanas son castigados por los vientos, habitantes permanentes de esas alturas, en una imagen de soledad y abandono.

Luego de recorrer y vivenciar el camino el viajero queda conmovido por la fusión de paisaje y esfuerzo tecnológico.

Este recorrido posee suficientes atributos para declararlo Patrimonio Histórico de Córdoba, aunque urge implementar acciones de restauración y puesta en valor que detengan el inexorable deterioro.

Lo que hay que saber

Puentes colgantes. La construcción se inició en 1913 y culminó en 1918.

Recorrido inicial: 90 kilómetros.

Distancias. De Copina a El Cóndor: 21 kilómetros.

Desnivel: Copina 1.448 metros sobre el nivel del mar y El Cóndor 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Camino. Si bien el viejo camino no recibe mantenimiento, se puede transitar con cualquier vehículo. Hay que tener en cuenta que entre Copina y El Cóndor no hay ningún tipo de servicios. Sí al comienzo y al final. La calzada es angosta y los puentes de una mano. Para detenerse hay que hacerlo fuera de la ruta.