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Alrededores del casco de La Candelaria

Las estancias jesuíticas de Córdoba, declaradas Patrimonio de la Humanidad, atraen a muchos turistas ávidos por conocerlas.

En la provincia de Córdoba, desde que las estancias jesuíticas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad, surgió un continuo flujo de visitantes provenientes de todos los rincones del país y del mundo, que llegan ansiosos por conocerlas.

Quienes deciden visitar la más lejana de la ciudad capital, la estancia La Candelaria, luego de varias horas de viaje a través de las Sierras Grandes arriban y recorren la iglesia, la residencia, el patio, el obraje y el algarrobo centenario, para después emprender el regreso y mientras el polvo del camino se asienta, el silencio retorna al paraje para adueñarse nuevamente del paisaje.

Sin embargo, el entorno de ese enclave permanece desconocido, con bellezas escondidas a lo largo de los senderos. El temor de los viajeros a ser sorprendidos por la noche en medio de las montañas, conspira con la oportunidad de disfrutar de tan hermosas postales.

Ríos, cascadas y capillas fácilmente pueden ser visitados, pero quedan a la espera de quienes se organicen para recorrerlos con tiempo. Bien vale el intento de enumerarlos, si con esto se logra despertar la curiosidad de futuros viajeros que quizás permanezcan unos días con el objetivo de adentrarse más allá de las postales de folletos.

Para conocer. El río La Candelaria pasa a unos 200 metros de la estancia y en verano ofrece sus frescas aguas a quienes deseen bañarse. También el viejo cementerio se encuentra muy cercano y es muy interesante recorrerlo.

A tres kilómetros, por el camino a Characato, está la cascada de El Salto que maravilla con un amplio abanico de agua que corre y salta sobre un lecho de lajas negras.

Hacia el oeste, entre La Candelaria y La Higuera, Paso del Carmen ofrece un lindo balneario sobre el río San Guillermo, que cuenta con un camping y cabañas.

Del mismo modo, muy cerca y escondidas entre la vegetación, permanecen las ruinas de un ingenio donde se amalgamaban minerales, que recuerdan los tiempos pioneros del sueño del oro en Córdoba.

Más lejos, rumbo a La Higuera, está Cruz de Caña con una pequeña capilla y unos curiosos árboles con sus raíces al aire, luego de haber perdido la tierra que los sustentaba.

Por el camino de Tanti – Los Gigantes, aparece a la izquierda un desvío que lleva hasta varios albergues de montaña: Casas Viejas, un excelente lugar para comer empanadas o unos sandwiches de milanesa, que hacen historia, y el refugio Pedernera. Muy próxima, una capilla se erige dignamente y contrasta con la pétrea inmensidad de Los Gigantes.

Al proseguir por la ruta 28, aparece el río Yuspe, un excelente lugar para bañarse, con un parador con baños y un lugar libre para acampar.

Más allá del río Yuspe. Unos kilómetros después de cruzar el río Yuspe, hacia la derecha, aparece el camino a Piedra Azul, denominación inspirada en las canteras de mármol azul de la zona.

Al seguir el derrotero por el camino que parte de Molinari (o La Falda), se cruza el río Pintos, con playas de arena que invitan a quedarse en esa naturaleza serrana, tan mansa y solitaria. Para quienes cedan ante tal insistencia, en Characato hay dos hoteles, un camping, cabañas y la hermosa capilla de Characato. Si se sigue la marcha, se encuentra el río Ávalos que también propone un fresco descanso en sus costas.

Le siguen después, la Cuesta de la Yerbabuena, rodeada por imágenes de lejanas canteras de mármol, y la cascada El Salto, ya mencionada.

A pesar del largo recorrido y todo lo conocido, quedan muchos rincones escondidos cerca de los caminos de tierra, en medio de la soledad de esos paisajes.

Lo que hay que saber

Accesos y distancias

Desde Tanti por Cuchilla Nevada: 68 kilómetros.

Desde Tanti por Piedra Azul: 78 kilómetros.

Desde La Falda por Characato: 55 kilómetros.    Desde  Molinari  por Characato: 56 kilómetros. Desaconsejado para ómnibus, por la Cuesta de la Hierbabuena.

Desde La Higuera: 31 kilómetros. Este es el preferido  por tener el tramo de tierra  más corto y en mejores condiciones.                                                                                                                                     Desde la ruta provincial 15, por Cruz de

Caña: 30 kilómetros. Este es el sugerido para aquellos que ya conocen la región pero buscan algo diferente.

Desde Soto: 53 kilómetros. Es uno de los menos conocidos, pero el más recomendable luego de una lluvia.