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Villa Victoria: un paseo para conocer la vida de “la Gioconda de las pampas”, su legado en la historia literaria y cultural del país

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

La mansión de Victoria Ocampo en Mar del Plata invita a recorrer su huella íntima en la arquitectura de su casa veraniega y sentir el pulso de una de las mujeres más importantes de la cultura argentina del siglo XX. Escritora editora, periodista, ensayista, traductora y defensora de los derechos de la mujer, donó dos villas que se pueden visitar.

Esa vieja cuestión del idioma en el centro. Alguien que escribe en francés siendo argentina y viviendo en Argentina pero que, desde niña, había realizado varios viajes al exterior. A comienzos de los años veinte, Victoria Ocampo (1890-1979) escribe su primer libro -De Francesca a Beatrice (1924)- y lo hace en francés, un ensayo en prosa sobre la Divina Comedia de Dante, tan literario y testimonial como lo serán todos sus breves escritos; luego se convertirá en mecenas de escritores antes que escritora ella misma, aunque esa conocida arista sea sólo la punta del ovillo para descubrir una mujer compleja, verdadera caja de sorpresas.

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

Todas estas cuestiones se cuentan una tarde de enero en el patio de Villa Victoria, casa de veraneo de Victoria Ocampo, fundadora de la revista Sur, de la editorial que llevaba su nombre y uno de los nombres destacados de la élite literaria porteña. De pie en el centro de un grupo la que habla apasionadamente es Eugenia, una de las guías de la casa, ante el asombro de algunos de los treinta visitantes. “¿Cómo alguien que decía amar su país elegía escribir en un lenguaje ajeno?”, se pregunta una señora del público y la respuesta permanece en suspenso. Apenas es el arranque de una serie de extrañezas y fascinaciones que deparará la visita guiada de una hora sobre esta mansión única en Mar del Plata por estar construida en madera, machimbre inglés, cartón y tela arpillera -para mantener la temperatura de la casa-, encargada por catálogo a Inglaterra y después ensamblada en tierras casi vírgenes: una mansión veraniega en medio de la nada.

La visita guiada logra que vida y época de Victoria Ocampo fluyan entre diversas capas. Por un lado, promotora cultural y anfitriona generosa, que usaba su villa para dar asilo y contención a exiliados políticos y a amigos que necesitaban un paraje de paz y aislamiento en la creación de sus obras; por otro, coleccionando enemigos a diestra y siniestra por su figura incómoda, irreverente, tanto en las intestinas fracciones de su clase social como del prejuicio de los sectores más populares. Eugenia, la guía de Villa Victoria, apunta que no es fácil congelar a Victoria Ocampo en una sola imagen. Conocida como La Gioconda de las pampas, “con una mirada altiva, en el peor de los casos despótica, en el mejor, desafiante”, al decir de la escritora María Moreno,

Borges había dicho que era “la mujer más eminente del país”. Escritora -aunque nunca quiso reconocerse así-, editora, periodista, ensayista, traductora y defensora de los derechos de la mujer, Victoria Ocampo fue una mujer inclasificable: desde que asumió separarse de su marido para enamorarse de un primo de éste, revolucionando todos los mandatos de la época y siendo humillada públicamente por adulterio; hasta manejar un auto y vagar sola por la ciudad o expresar opiniones sobre aspectos de discusión pública como estar en contra del nacionalismo católico; enamorada del arte de vanguardia y de la idea de poner a Argentina a la altura de la tradición europea, algo que supo dar cuenta en sus famosos “testimonios”: allí priorizaba una mirada propia sobre todo aquello que se contaba.

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

Como se dice en la visita guiada, Victoria fue, a la vez, crítica literaria, gestora cultural, dramaturga, directora de Sur, mecenas, aristócrata y gustosa de lo plebeyo, amiga de comunistas, conservadores, peronistas, antiperonistas y liberales. Difundió, protegió y promovió a escritores y extranjeros, y en el medio, como si todo eso hubiera sido poco, se sumó a la Unión de Mujeres Argentinas en 1936, y estuvo detenida veinticinco días durante el gobierno de Perón, en 1953, despertando el repudio internacional: pasó de los hoteles más distinguidos de Europa a una breve temporada en la cárcel El Buen Pastor de San Telmo por “complotar contra el justicialismo”. Además, fue la principal promotora y luego presidenta del Fondo Nacional de las Artes, y la primera mujer del país que ingresó en la Academia Argentina de Letras, en 1977. Y la única latinoamericana en una de las sesiones de los Juicios de Núremberg.

Por fuera de la “mirada turística”, aquella que posa una serie de cualidades estereotipadas sobre una figura pública, Victoria era tan kitsch como intelectual, tan lectora y sedentaria como una viajera empedernida, en su gusto por las culturas orientales, por el budismo, a la vez que en su pedigrí cuentan su polémica entrevista a Benito Mussolini, la influencia de Proust en su vida y una pasión filosófica por Albert Camus antes que por Sartre. En la casa se exhiben colecciones como un intercambio epistolar entre Victoria Ocampo y Carlos Adams, con las cartas originales escritas por ella.

Casa modular

Villa Victoria fue comprada en Inglaterra a la firma Boulton & Paul Ltda y como tal construida en 1912 para Francisca Ocampo de Ocampo, tía abuela y madrina de Victoria Ocampo, a quien le fue heredada en la década del ´20. En un viaje colosal como una suerte de “casa modular” fue trasladada en barco, después en tren y armada totalmente sobre una estructura de hierro en Mar del Plata, del otro lado de las edificaciones que rodeaban el Hotel Bristol y el casco urbano cercano al mar, balneario predilecto de los porteños de clase alta a finales del siglo XIX.

Abierta todo el año, emplazada en la manzana rodeada por las calles Matheu, Arenales, Quintana y Lamadrid, ofrece en exposición permanente joyas históricas como el mobiliario original de la habitación de Victoria Ocampo. Se explica que originalmente el parque tenía dos hectáreas, uno de los cuales fue vendida para solventar gastos. Los detalles de lujo, en cada rincón de la casa: los herrajes de bronce en aberturas y todas las externas con celosías, cosa poco común en las casas marplatenses. Longeva y de agitada acción cultural en el turbulento siglo de las dos guerras mundiales, se cuenta que algunas ediciones de Sur fueron proyectadas entre las dos plantas que ocupaba Victoria, que por caso publicó su primer número en el verano de 1930-1931.

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

La visita se desplaza por la fila de lavandas y hortensias en el patio, los romeros y agapantos, para luego concentrarse en los empapelados y las escaleras de madera en su interior, donde el crujido del piso retrotrae a una época color sepia. Villa Ocampo tiene tres construcciones: aparte del casco, se conserva la vivienda de los caseros de estilo francés y una tercera casa con un garaje doble, bajo influencias italianas -ambas fueron construidas en 1913 por el ingeniero Manuel Ocampo, padre de Victoria-, destinada según la leyenda a todo el personal de servicio. Por allí pasaron Borges, María Rosa Oliver, Enrique Pezzoni, Eduardo Mallea, Roger Callois, Oliverio Girondo, Waldo Frank y Gabriela Mistral, entre otros.

Villa Victoria y Villa Ocampo, dos centros culturales

Tanto Villa Victoria como Villa Ocampo, en San Isidro, fueron donadas en vida por Victoria Ocampo a la UNESCO. Cuando ella murió, en 1979, el organismo internacional decidió rematar la residencia veraniega con sus muebles para poder solventar los gastos de la otra. A principios de 1981, la Municipalidad de General Pueyrredón la compró y desde entonces en ella funciona el Centro Cultural Victoria Ocampo. Hoy Villa Victoria es un centro cultural con espectáculos, confitería, cursos, talleres, charlas y la peculiar oportunidad de entrar, casi como un voyeur, en la historia de una mujer tan contradictoria como alucinante.

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

Delicias de la casa

Victoria Ocampo tenía pasión por la mesa amplia y bien servida. Con su preferencia por las cosas dulces, tenía fama de golosa. Reivindicando ese espíritu, la confitería que se encuentra en la otrora casa de los caseros ofrece una refinada oferta de desayunos y meriendas, latte time, ice coffee y pastelería. Su fuerte son los licuados con leche de almendras, sus tostados con pan de ciabatta, su Ice Moche, y su variedad de tortas como cheesecake de maracuyá o mousse de chocolate. Todo un espectáculo ver el atardecer desde un costado de la mansión, haciendo una pausa después de recorrerla en su magnánima dimensión.

La Feliz

En su clásica temporada de verano, Mar del Plata no es sólo arena y mar, casino y teatros, gastronomía y diversión. Es, también, arquitectura e historia, literatura y vida cultural. Villa Victoria también como la crónica de una pujante Mar del Plata de principios de siglo XX, donde los veraneantes iban a la playa vestidos de pies a cabeza y se bañaban en un mar dividido pudorosamente por sogas, separando el lugar para hombres y para mujeres. Esa ciudad que a Victoria le gustaba transgredir, recreando sus propias reglas. Victoria constantemente huye, fuga: pasas sus tardes en las playas alejadas de Punta Mogotes, con sus perros, cada vez más solitaria y alejada del turismo.

(foto: Maira Revollo)
(foto: Maira Revollo)

Villa Victoria, una invitación a recorrer su huella íntima en la bella arquitectura de su casa veraniega, sentir el pulso de una de las mujeres más importantes de la cultura argentina del siglo XX, esa villa tan suya, escondida y a la vez libre, y con ella siempre a punto de partir: “El mundo entero es mi dominio y me siento en casa tanto en New York como en Londres. Necesito toda la tierra”.

Datos útiles

Centro Cultural Victoria Ocampo / Villa Victoria

Matheu 1851/ tel. 4942878 / 4935302

villavictoria100@gmail.com

Ig @villavictoriamgp / Fb @villavictoriamgp

Lunes a domingo de 16 a 20

Se abona entrada general.

Lunes a viernes, a las 17, visitas guiadas

Martes visita a la casa gratuita