buscar

Ushuaia: el fin del mundo está cerca

Paseos por el Canal de Beagle, esquí en el Cerro Castor y platos imperdibles como el cordero fueguino o la centolla esperan al visitante en el sur del sur argentino.

La perspectiva de un viaje a Tierra del Fuego, para quien nunca lo haya hecho, funciona como disparador de los más exóticos preconceptos. Pero basta una semana de estadía para desmitificar la mayoría de esas ideas, y sorprenderse con un abanico de actividades que van de lo gastronómico a lo deportivo y de lo cultural al entretenimiento.

Una vez aterrizados en Ushuaia, el primer punto a tener en cuenta es que, si bien –con implacable lógica de ciudad más austral del mundo– en invierno hace frío, la sensación térmica promedio es perfectamente apta para paseos al aire libre, mientras que todos los ambientes interiores de negocios, hoteles, casas, restaurantes y museos son calefaccionados.

Lo más austral

A partir de allí, todo lo que se ve es “del fin del mundo” o “el más austral del mundo”. Ciertamente, suena curioso escuchar hablar a los lugareños de “el norte” como único destino posible si se trata de salir de la isla, pero es algo que se comprende perfectamente al emprender el paseo en catamarán hasta el faro de Les Éclaireurs.

Y es que, durante el trayecto por el Canal de Beagle, salir a la proa de la embarcación no solamente permite ver de cerca islotes con poblaciones completas de focas, lobos marinos y cormoranes. Como un astronauta unido a su nave por un cable, basta dirigir la vista hacia la bahía sobre la que se asienta Ushuaia para experimentar la extraña energía de haber llegado al punto más extremo al sur del globo.

Sin embargo, esa construcción que en 2020 cumplirá 100 años de servicio, no es en verdad el “faro del fin del mundo”, aunque el entusiasmo de redes sociales invite al error. De todas maneras, vale la foto, y la experiencia excede la anécdota.

La mayor paradoja del lugar común “el fin del mundo” es que se revela como uno de los lugares menos comunes. Y con días de invierno que amanecen a las diez de la mañana y anochecen pasadas las cinco de la tarde, hay que mantenerse activo.

Esquiar al sur

Una buena forma de hacer rendir esas horas de luz es probar suerte en el Cerro Castor, donde funciona un centro de esquí (adivinaron: “el más austral del mundo”) cuya infraestructura lo ubica como un punto de referencia cada vez más reconocido.

El Castor tiene a partir de esta temporada 32,5 kilómetros aptos para la práctica de snowboard o esquí tradicional, con cinco aerosillas cuádruples y varios medios de arrastre.

En términos de calidad de nieve, el orgullo del complejo es que se puede mantener muy bien durante toda la temporada. Esto sucede, por un lado, gracias a los 19 cañones de nieve estratégicamente ubicados; pero además porque es la ladera sur, la mejor orientación de esta parte del mundo.

No sólo para entendidos

No hace falta ser un experto y los cursos para aprender los rudimentos del deporte se contratan junto con todos los elementos y la ropa necesarios en la base del cerro. De hecho, cuanto menos experiencia, más diversión.

Y si no se esquía, pasar una mañana en la comodidad del bar y restaurante de la Cota 480 luego de la primera aerosilla es una excelente opción. Con algo de suerte, se puede uno cruzar con algún zorrito colorado que incursiona por el deck en busca de alguna merienda.

Volver hasta la base al restaurante Morada del Águila o pasar el mediodía en alguna de las muy buenas opciones gastronómicas en diferentes cotas del ascenso o descenso es una excusa perfecta para degustar el célebre cordero fueguino.

El anochecer del primer día en Ushuaia puede deparar una salida al casino, o una cerveza artesanal en el pub Dublin, previo una cena que no debería eludir la centolla del restaurante Volver. Y todo eso, solamente en una jornada.

Opciones: Otras actividades

Para agendar.

Deportes de nieve. A 20 kilómetros del centro de la ciudad, el Centro Invernal Valle de Tierra Mayor ofrece actividades que van desde el paseo en motos de nieve hasta las caminatas con raquetas, pasando por la práctica de esquí de fondo (ideal para principiantes) y el paseo en trineos tirados por perros siberianos y alaskanos. Además, en la cabaña que hace las veces de base se puede disfrutar de una exquisita gastronomía.

También en verano. A pesar de que la lógica indique lo contrario, la temporada de mayor afluencia turística en Tierra del Fuego es el verano del hemisferio sur, cuando un buen número de cruceros internacionales hace escala allí. Las opciones ya no pasarán por los deportes de nieve, sino por una gran variedad actividades de trekking, cabalgatas, mountain bike o excursiones como las caminatas al Glaciar Martial.

Bajada de antorchas. Es uno de los acontecimientos anuales a los que hay que estar atentos. Si el viaje a Tierra del Fuego coincide con la apertura de la temporada invernal en el Cerro Castor, el visitante disfrutará del emocionante espectáculo de los esquiadores descendiendo de la montaña al anochecer (alrededor de las seis de la tarde, en esa época) con antorchas encendidas, en un evento que este año tuvo lugar el 8 de julio y que cada año marca el punto de partida de la temporada de esquí y snowboard.

Un paseo por la historia. El Museo de Historia Fueguina es una parada obligada para conocer el origen de una provincia que –curiosamente– nunca fue fundada como tal, ni siquiera cuando dejó de ser "Territorio Nacional" en 1990. En el paseo interactivo a través de los tres pisos del museo, de poco más de una hora de duración, se resume con representaciones en tamaño natural algunos de los hitos del punto más extremo del planeta. Por supuesto, tiene una tienda con recuerdos.