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Un sitio arqueológico para descubrir: La Tunita, “la Capilla Sixtina de Argentina”

En La Tunita, al igual que en la Capilla Sixtina, para contemplar las pinturas hay que mirar para arriba. (Foto: gentileza Pablo Sigismondi)
En La Tunita, al igual que en la Capilla Sixtina, para contemplar las pinturas hay que mirar para arriba. (Foto: gentileza Pablo Sigismondi)

En las Sierras de Ancasti, provincia de Catamarca, existe este lugar que sobresale dentro de las rutas de senderismo, especialmente para los amantes de la naturaleza, la arqueología y la historia.

Hay muchas rutas de senderismo para explorar sitios arqueológicos en las Sierras de Ancasti y alrededores, en la provincia de Catamarca. Sin embargo esas opciones también hacen que sea fácil decidir adónde ir, especialmente para los amantes de la naturaleza, la arqueología y la historia porque uno de estos lugares sobresale: La Tunita, apodada como “la Capilla Sixtina de la Argentina”

Las pinturas rupestres se encuentran en un área protegida, el Parque Arqueológico La Tunita que abarca unas 2.000 hectáreas de un entorno natural donde la vegetación oscila entre la ecorregión de transición del bosque chaqueño a las yungas. La geología nos resulta familiar, porque las Sierras de Ancasti, al igual que las de Córdoba, son parte de la misma formación, las Sierras Pampeanas. Sin embargo aquí maravilla encontrar el bosque nativo casi intacto. En efecto, el árbol predominante, el cebil, crece y cubre las laderas orientales de las montañas hasta altitudes que oscilan entre 700 y 1.500 metros sobre el nivel del mar. Este tapizado de frondosas copas verdes impide la erosión hídrica y es refugio de rica fauna. El lugar, al que sólo se ingresa con guía autorizado, es de relativamente fácil acceso.

Pictografías de “La Sixtina”, motivos antropomorfos con vestimentas de felinos, con pipas y en posición de baile, como el  “Danzarín”; el chamán en una escena de sacrificio.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)
Pictografías de “La Sixtina”, motivos antropomorfos con vestimentas de felinos, con pipas y en posición de baile, como el “Danzarín”; el chamán en una escena de sacrificio.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)

Esta visita es una excursión ideal para un de fin de semana. La caminata es una auténtica aventura. Sorprende a cada paso la majestuosidad de los árboles de gran porte -de hasta 30 metros de altura- y cientos de años de antigüedad. Entre ellos, también tapizan las laderas los palos borrachos, orco quebrachos, los matos (pertenecientes a la familia de los arrayanes) y diversas especies de orquídeas. El sendero sube y baja. La caminata resulta suave y tranquila bajo la sombra de los árboles. Cada tanto, nos detenemos a escuchar las explicaciones del guía. El misterio aumenta cuando nos detenemos en las primeras pictografías. Una ventana se abre en el bloque granítico que pareciera haber sido transportado al lugar por una mano gigante. La increíble exhibición de arte rupestre está cerca.

El cebil es el árbol predominante, crece y cubre las laderas orientales de las montañas, creando un tapizado de frondosas copas verdes que impide la erosión hídrica y es refugio de rica fauna.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)
El cebil es el árbol predominante, crece y cubre las laderas orientales de las montañas, creando un tapizado de frondosas copas verdes que impide la erosión hídrica y es refugio de rica fauna.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)

Al fin, tras una marcha de poco menos de una hora, se llega sitio principal que se encuentra dividido en dos sectores, separados pocos metros. En el primero, conocido como “El Hornero” la roca semeja un huevo gigante. Allí se desciende por una escalera de madera hasta el recinto de entrada, donde se observan motivos típicos de La Aguada. Después la plataforma se adentra en una cueva oscura. Hay que aguardar a que la vista se acomode a la penumbra para que comencemos a descubrir los dibujos zoomorfos y geométricos, más modernos.

Finalmente, un enorme promontorio de roca con forma redondeada y hueca en su interior, que se apoya en una columna natural de forma triangular, semeja una maciza bóveda natural pétrea. Está en medio del bosque, solitaria. Se ingresa a su interior agachado. El piso rocoso y brillante de tonos ocres y cálidos invita a recostarse después del trajín. La sombra y el aire relajan. Es un refugio tipo casi perfecto, en gran parte abierto hacia el exterior. Hacia afuera de esta habitación natural, el cielo con algunas nubes y los árboles regalan tonos verdes, celestes y blancuzcos.

Una  roca con forma redondeada y hueca en su interior, que se apoya en una columna natural de forma triangular, se asemeja una maciza bóveda natural pétrea.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)
Una roca con forma redondeada y hueca en su interior, que se apoya en una columna natural de forma triangular, se asemeja una maciza bóveda natural pétrea.(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)

Con el correr de los minutos y cuando la vista va acostumbrándose a la iluminación tenue, las pictografías de “La Sixtina” comienzan a aparecer como por arte de magia. Motivos antropomorfos con vestimentas de felinos, con pipas y en posición de baile, como el célebre “Danzarín”; el chamán en una escena de sacrificio, los colores rojos de la sangre fluyendo del instrumento; las flechas, las fauces abiertas, los dientes afilados; las cruces que representan los puntos cardinales...El cuadro parece en movimiento. Gran cantidad de pinturas dibujadas por la antigua cultura de La Aguada, probablemente entre los años 500 y 1.500, comienzan a desfilar. Emociona, da escalofrío imaginar que estamos acostados en un sitio sagrado y que los dibujos que contemplamos podrían tener más de 1.000 años.

El visitante queda hipnotizado, hechizado, calmo...No quiere salir de ahí, de tanta belleza y paz. La vista sigue descubriendo en esas paredes, entre las sombras, más figuras...A diferencia de otras pictografías, La Tunita sorprende porque los dibujos se ven de cerca, casi pegados a la cara. Mientras uno permanece bajo ese alero mirando las imágenes de animales y figuras humanas, puede imaginar a sus creadores mezclando yeso con savia de cactus, con sangre y semillas de cebil. O moliendo huesos, mezclarlos con sangre para luego grabar en las piedra hace cientos de años. ¿De dónde provinieron esas formas tan llamativas y únicas? La teoría más aceptada sugiere que los pueblos originarios del lugar recolectaban las semillas del cebil, las tostaban y las molían en morteros de piedra. Después fumaban ese polvo con pipas y así se lograba la comunicación extrasensorial con los dioses. Para ellos, ese árbol era sagrado y poseía propiedades mágicas. Incluso se mascaban sus hojas para tener mayor resistencia.

Para los visitantes inmersos en la naturaleza, la magia acompañará el regreso. La Tunita hace sentir como dentro de un mundo sobrenatural, sacro, ancestral. Dinámicamente eterno.

(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)
(Foto: gentileza Pablo Sigismondi)

Visita a la “Capilla Sixtina” de Argentina, cómo vivir la experiencia

Los días 16,17 y 18 de febrero es posible visitar estos sitios arqueológicos que están repartidos allá donde el cielo y la tierra se besan, en las alturas de la Sierra de Ancasti, Catamarca. GM producciones invita a recorrer algunos aleros rocosos, donde se albergan pinturas rupestres milenarias, relacionadas con la Cultura Aguada. En La Tunita y en La Candelaria la iconografía antropomorfa dialoga entre jaguares, cóndores y serpientes. Transportan a otro mundo, a otro tiempo, y poseen tanta importancia que algunos historiadores las llaman “La Capilla Sixtina” de la Argentina.

Durante el itinerario de ida, se grupo se detendrá en Barranca Yaco y San José de las Salinas; de regreso, descenderán por la legendaria Cuesta del Portezuelo. Acompaña en el viaje el geógrafo Pablo Sigismondi.

Se puede conocer más acerca de esta salida y las próximas haciendo clic aquí.

La propuesta incluye:

  • transporte privado
  • 2 noches de alojamiento en Ancasti en la posada municipal con desayuno y en base doble con camas separadas
  • ingreso a los Parques de La Tunita y La Calendaria
  • guía local y durante todo el recorrido la guía del geógrafo Pablo Sigismondi, con charlas sobre los lugares a visitar, incluyendo las paradas a la ida y a la vuelta del viaje.
  • Organiza GM producciones