buscar

Un crucero de estudiantes

Abordar un barco no siempre es un objetivo de vacaciones o un viaje familiar. También puede convertirse en una manera distinta de celebrar un aniversario.

Una tarde, el argentino casi cuarentón recibe el llamado de Juan, un antiguo compañero de secundario. El motivo: otro aniversario más desde el momento en que egresaron del Colegio Nacional. Pero esta vez se trata de una ocasión especial: se cumplen 20 años, con ese cero redondo e implacable que, a la vez de reflejar el inexorable paso del tiempo, marca un hito que amerita un festejo.

Son 20 años, de ninguna manera puede ser un festejo común. Merece ser diferente a la consabida cena nostalgiosa que los junta año a año, siempre con las mismas anécdotas y situaciones que, de tanto repetirse, terminan aburriendo. Para esta ocasión, además de festejar, se impone la necesidad de generar nuevas vivencias e historias.

En el cruce de llamados y el intercambio de ideas, un iluminado propone: “¿Y si compartimos un crucero?”. Es Ricardo, abogado y divorciado, el que siempre arma los programas divertidos.

Dudas, excusas, compromisos ineludibles y demás yerbas, reducen el grupo a 12 fieles comprometidos quienes, para que el faltazo a sus obligaciones cotidianas no fuera tan prolongado, decidieron un viaje corto: volar a San Pablo y abordar el crucero en el puerto de Santos. Sólo cuatro noches en lugar de las ocho de un recorrido tipo.

Unas tres horas de avión y luego un par más en ómnibus, los acercan a la multitudinaria zona de preembarque del principal puerto de Brasil. En el gran edificio, la ansiedad de miles de almas que intentan abordar alguno de los cuatro barcos que en ese momento están en puerto, provoca algunos sofocones; pero nada muy diferente al check in de cualquier aeropuerto.

El desafío es embarcar 3.500 personas en el Costa Fortuna, en un tiempo razonable y con las medidas de seguridad que requiere un viaje de este tipo. Últimamente, Costa implementó el sistema check-in web que facilita mucho este trámite y evita largas esperas.

Al momento del check-in, les entregan una tarjeta que es casi como el pasaporte a la felicidad: actúa como documento, tarjeta de pago a bordo y llave del camarote. Pasado ese trámite y la foto de rigor para conservar el recuerdo del embarque, un breve trayecto en ómnibus los deposita en el enorme navío.

El Costa Fortuna es el más grande de los cruceros de la línea que llega a las costas de Argentina. Tiene 17 puentes (pisos), de los cuales 13 están destinados a los pasajeros; 272 metros de eslora, esto es casi tres cuadras de largo; 36 metros de manga (ancho), y 103.000 toneladas de peso. Transporta a una velocidad de 20 nudos (unos 38 km/hora) 3.470 pasajeros, atendidos por 1.027 tripulantes.

A bordo del barco. No bien el casi cuarentón y sus compañeros suben al barco, se dirigen a ocupar sus camarotes. Valió la pena aprovechar las ofertas especiales y elegir el del octavo puente, externo y con un balcón ideal para ver los atardeceres con una cerveza en la mano. Baño con ducha, frigobar, TV interactiva con películas y juegos, caja de seguridad, teléfono y Wi-Fi (esto último con cargo extra), son algunas de las comodidades.

El barco es tan grande que la caminata inicial no les permite conocer más que una pequeña parte de él. Pero con el trajín del vuelo, más el traslado y la ansiedad del abordaje, las ganas de comer se hacen imperiosas. El que toma la punta es el gordo Esteban, médico de profesión, quien paradójicamente es el que menos se preocupa por el colesterol.

En el crucero, comida es lo que abunda. A cualquier hora es posible disfrutar de frutas, helados, pizzas, hot dogs y hamburguesas, enemigos de la dieta pero amigos de la felicidad.

Hay cinco restaurantes: un bufet informal, el Cristóforo Colombo, abierto para desayunar y también para almorzar y cenar; otros dos más formales, Michelangelo y Rafaello, con menú de varios pasos y diferentes opciones de platos, y el restante, el Club Conte Grand, con alta cocina a la carta y techo transparente para disfrutar de una noche estrellada.

Salvatore Columbo es el chef ejecutivo del Crucero. Con más de 28 años en la compañía, es el responsable de dirigir un equipo de 170 cocineros, quienes preparan más de 17.000 platos de comida día a día.

En el barco hay actividades para todos: gimnasio; pista polideportiva; circuito de jogging al aire libre, y bicicletas de spinning. Y durante todo el día, actividades variadas de juegos, baile y gimnasia, todas propuestas por el equipo de animación.

Quienes opten por actividades menos movidas, disponen de una sala de video juegos, el Internet café y la biblioteca, con una importante cantidad de volúmenes para todos los gustos. En el puente 5 está ubicado el casino Neptunia, con mesas de ruleta, punto y banca y slots.

Tratándose de un crucero de verano y por las costas de Brasil, el sol y el agua son protagonistas: en el Fortuna se puede optar por cuatro piscinas diferentes. Un tobogán acuático lanza a los más intrépidos desde el nivel 12 al 9 y varios jacuzzi al aire libre, son más zona de reunión que de relax.

Pero para quienes desean alejarse del ruido y optan por la tranquilidad y el silencio, la piscina de popa, con techo corredizo, dos jacuzzis y solárium (en el que se puede practicar top less), permite desconectarse del bullicio general.

Luego de una siesta reparadora, nuestros protagonistas se reúnen a disfrutar el atardecer, desde las barandas de los puentes superiores. El espectáculo es único y si se lo contempla con un trago en la mano, mucho mejor. Hablando de espectáculos, Fernanda, la psicóloga, propone  juntarse a las 20.30 en el teatro Rex, enorme sala de tres niveles con 1.300 localidades y moderno equipamiento de luz y sonido, para presenciar el show que comienza a esa hora. Todas las noches se suceden espectáculos diferentes, donde se alternan cantantes, bailarines, acróbatas y humoristas.

Entusiasmados por el show, nuestros amigos llevados de la mano por Joaquín, el contador, (por partida doble ya que cierra balances y cuenta cuentos), encaran uno de los 11 bares para disfrutar de un trago bien servido que los predispone a lanzarse a la cena bien motivados.

Lo que hay que saber

Precio del crucero. Costa Fortuna, crucero de ocho noches (Buenos Aires, Punta del Este, Porto Belo, Santos, Río de Janeiro, Buenos Aires), salida el 24 de febrero, U 949 más U 365 de impuestos, total U 1.314.
Sugerencias:
La mayoría de los cruceros son aptos para personas con discapacidades. Cuentan con instalaciones adecuadas, dietas especiales, accesibilidad para sillas de ruedas y una serie de asistencias especiales.
Al descender por las escalas, es importante respetar la hora límite indicada de embarque. Ningún crucero espera a nadie y se corre el riesgo de ver desde el muelle cómo parte dejándonos en tierra.
¿Qué ropa llevar? En general, ropa cómoda y fresca: remeras, bermudas, zapatillas, ojotas. A la noche se usa ropa más formal, especialmente la noche del capitán en la que los hombres suelen usar saco y las mujeres vestidos más arreglados.
Si toma medicamentos, no olvide llevarlos.