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Santuario natural

Este parque nacional fue creado en 1934 para preservar las cataratas del Iguazú y la biodiversidad que abarca.

Bajo los senderos que cruzan la selva subtropical del Parque Nacional Iguazú se escucha el murmullo de ramas que oscilan por el casi imperceptible salto de las aves mientras los ruidosos coatíes buscan entre el follaje frutas para alimentarse.

Monos, pecaríes y miles de especies de animales se adivinan entre la sorprendente cúpula vegetal y los suelos que sujetan a una flora autóctona con más de 2.000 especies. Desde frondosos helechos, bromelias, orquídeas, palmeras y colosales árboles que se dejan abrazar por las centenares variedades de enredaderas trepadoras, que aportan el alimento con sus frutos a monos, coatíes, venados y tucanes, entre muchos otros.

Dicen los entendidos, que si la población de vertebrados en el Parque Nacional Iguazú es de centenares de especies el universo de invertebrados es de cientos de miles.

El Parque Nacional Iguazú se creó en 1934 con el propósito de conservar las cataratas del Iguazú y la biodiversidad que la rodea. Abarca aproximadamente 67.620 hectáreas que fueron declaradas por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad en 1984.

El parque está ubicado en el extremo nordeste argentino y registra temperaturas medias de 15 grados en invierno y de 30 grados en verano que determinan un clima húmedo (con abundantes lluvias).

El Parque Nacional Iguazú está considerado como una de las siete maravillas del mundo y su origen dataría de hace 200 mil años, en el sitio que se llama “Hito de las Tres Fronteras” (Argentina, Brasil y Paraguay), donde confluyen el río Iguazú y el Paraná.

Según estudios una falla geológica en el cauce del río Paraná abría determinado que la desembocadura del río Iguazú se convirtiera en gran cascada de 80 metros de altura. Desde ese punto original hasta la Garganta del Diablo separan 27 kilómetros.

La erosión produjo que la gran cascada original se convirtiera en dos grandes arcos sinuosos de 2.700 metros de largo cuyo salto más importante es la Garganta del Diablo, de 80 metros de altura.

De acuerdo al caudal del río se registran entre 160 y 260 saltos que arrojan 1.500 metros cúbicos de agua por segundo, aproximadamente.

La importante caída de agua produce una permanente niebla en la que los rayos del sol forman el arco iris.

Resguardo vital. La conservación del área protege especies que están en peligro de extinción como yaguaretés, ocelotes, yacutingas y macucos. Asimismo, una importante flora autóctona que asegura la supervivencia de los distintos ejemplares de animales.

Se estima que  pueblan ese perímetro alrededor de 450 especies de aves entre las que se se pueden mencionar tucanes, urracas, teros, loros y vencejos que anidan por detrás de las cataratas.

Del sutil equilibrio vital participan 80 especies de mamíferos, entre ellos a cinco variedades de felinos que se mimetizan en la selva también poblada por miles de ejemplares de insectos entre los que se destacan las mariposas mientras en los cursos de agua hay yacarés, tortugas y garzas.

La localidad más cercana a las Cataratas es Puerto Iguazú, distante 17 kilómetros. Hay servicios de ómnibus que unen ambos destinos y el primer servicio parte a las 7.30 y el último a las 18.30 desde Puerto Iguazú y a la inversa, parten a las 8.15 y regresan a las 19.15.

Tarifas

Entrada general al Parque: $ 85.
Residentes argentinos: $ 25.
Jubilados argentinos: $ 10.
Menores entre 6 y 12 años: general, $ 45; residentes argentinos, $ 10.
Menores de 6 años y discapacitados, gratis.

Qué hacer

Tren de la Selva. El Tren de la Selva es inglés y ecológico ya que es impulsado a gas natural. Sirve para el desplazamiento de los turistas en el Parque Nacional Iguazú. Recorre 14 kilómetros en 25 minutos.

Visita a la Garganta del Diablo. Es el principal atractivo del parque, tres balcones en forma de abanico ofrecen una panorámica inolvidable de la Garganta del Diablo. Ubicado en la parte final del recorrido del río Iguazú superior donde se unen a lo largo de 150 metros de largo saltos de 80 metros de altura en forma de herradura. Conforman una potente caída de agua que al romper en el cauce del río dibuja densas nubes de vapor.

Sendero Verde. Un antiguo camino de la selva da vida a este sendero de 600 metros de largo que lleva al corazón de la selva misionera. En el recorrido se pueden apreciar aves, animales silvestres, los sonidos de la selva y la vegetación desbordante,

Circuito Superior: se ven las cataratas desde arriba. Recorre cinco miradores.

Circuito Inferior: se ven las cataratas desde abajo a través de tres miradores. Este circuito además tiene un sendero para poder llegar a los saltos Lanusse y Álvar Núñez (uno de los mejores) y otro sendero para llegar al embarque, desde donde comienza la Aventura Náutica.