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Salta: en el reino del Torrontés

A 189 kilómetros de Salta capital, se encuentra Cafayate, cabecera departamental de los Valles Calchaquíes. La excelencia en los vinos de la cepa Torrontés se produce entre sus coordenadas montañosas, que encierran pequeños y pintorescos pueblos.

“Arenosa, arenosita, mi tierra cafayateña: el que bebe de tu vino, gana sueño y pierde pena”.

La Arenosa, cueca de Manuel J. Castilla y música del Cuchi Leguizamón.

Mañana temprano. Circulamos desde la ciudad de Salta hacia el sudoeste de la provincia, por ruta nacional 68 y la conocida Recta de Cánepa, (nombre que recuerda a antiguos dueños de fincas de la zona), con  rumbo a Cafayate, localidad de los Valles Calchaquíes, a 189 kilómetros de la capital.

A Cafayate lo precede la fama de sus jerarquizados viñedos de  la cepa Torrontés. A la luz de su excelencia, resulta una obviedad que no pudo haberse elegido un mejor lugar para su desarrollo.

El recorrido para llegar a Cafayate es un circuito turístico en si mismo que atraviesa los Valles Calchaquíes a través de mansas localidades como La Merced, Cerrillos (donde cada febrero se hacen los Corsos de las Flores), El Carril, que luce la restaurada estación de trenes Zubiría, y Coronel Moldes, a nueve kilómetros del dique Cabra Corral, destino de fin de semana de los salteños.

Cuando sobre la derecha del camino se observa la precordillera o sierra subandina, Patricia, la guía, cuenta que los pueblos del Valle de Lerma fueron protagonistas en tiempos de luchas independentistas y en ese momento, una sorpresiva y densa niebla invade la ruta. Unos kilómetros más y la cortina se disipa, para alivio de los viajeros. Con el horizonte de nuevo despejado, se alcanza a ver a lo lejos, el cordón de las Sierras del Crestón.

Poco más adelante se atraviesa Ampascachi, pequeña localidad del departamento La Viña. Ahí se conservan construcciones de factura jesuítica, la orden religiosa pionera en la explotación de viñedos. Sin embargo, el escaso rendimiento de esas plantaciones determinaron que de manera paulatina fuersn reemplazadas por olivares que en la actualidad demuestran una mejor adaptación a ese tipo de suelo.

Un control de la Policía Vial anima a hacer el primer descanso en el Parador Posta de las Cabras, complejo de cabañas, restaurante y bar. Un acogedor espacio construido en el agradable entorno natural del poblado Talapampa.

La ocasión es propicia para  comprar artesanales dulces de cayote y de zapallo en almíbar a $ 35 cada frasco. Las tentaciones son variadas: quesos de cabra, tortas de queso y conservas y hay que apelar a la mesura.

Desde la altura de la ruta 68 se ve la estación y algunos depósitos del ferrocarril C13 que circuló entre 1916 y 1971 y dio vida a Alemanía un pueblo que conoció el esplendor del progreso y luego la triste cara del abandono.

Hoy sólo algunos grupos de artesanos y lugareños conviven con los fantasmas de innumerables leyendas regionales.

Quebrada de las Conchas

La ruta nacional 68 se introduce en la Quebrada de las Conchas a través de un camino de hermosos paisajes. Es un universo de montañas de colores rojizos, terracotas, amarronados. Laderas que parecen porciones de tortas marmoladas.

En 1995 la Quebrada de las Conchas fue declarada reserva natural manejada y abarca una superficie de 25 874 hectáreas. Se trata de un recorrido de 83 kilómetros donde desfilan curiosas formaciones montañosas que la imaginación popular determinó la toponimia. Así se encuentran Los Castillos, Las Ventanas, El Obelisco, El Fraile, El Sapo, El Anfiteatro y la Garganta del Diablo, entre otras.

Por la quebrada avanza el río Las Conchas entre altos paredones por los cuales mucho tiempo atrás, cuando la región era más húmeda, solína resbalabar cascadas.

Fruto de esa corriente de agua y la acción incesante del viento, en el transcurso de los años moldearon las superficies montañosas de cuya talla natural surgieron geoformas.

El clima de la región se modificó y con él también el ambiente. En la actualidad en el sector impera la eco región chaco seco y monte.

Un instante perfecto

El Anfiteatro es una parada justificada. El acceso está en la misma ruta 68.

Otros viajeros tomaron la delantera y ya están en el lugar. No son muchos pero todos se muestran eclipsados por la perfecta concavidad de la alta ladera, en una aproximación al corazón rocoso.

Apachetas y carteles anuncian la Reserva Natural Quebrada de las Conchas. Uno de ellos especifica: “Patrimonio Cultural de la Comunidad Indígena Suri Diaguita Kalchaki. Sitio sagrado. Centro de observación y estudios de la cosmovisión diaguita. Una puerta al supramundo. No arrojar basura, no pintar las rocas. Respetame. La Pachamama”.

Un puñado de artesanos se distribuye al amparo de las paredes montañosas y al ingresar reciben dulces acordes andinos que surgen de instrumentos de viento. Se instala una atmósfera mágica, de increíble acústica, con sonidos que se amplifican.

Un instante perfecto. Nada fuera de lugar, todo es armonía.

Los artesanos exponen sobre mantas instrumentos musicales; collares, anillos y otros abalorios; piedras, agendas y anotadores.

Una maestra bonaerense integra el grupo. Hace una decena de años cambió el horizonte marino de Miramar, en la costa atlántica, por el silencio de las montañas cafayateñas.

Llegó con una de sus manos aferrada a la de su hija y la otra al firme propósito de un viraje radical en su vida. El presente  la encuentra también con un nieto salteño que afianza raíces en esos valles y quebradas.

Creativa, hace nacer del papel reciclado agendas y anotadores en los que estampa fragmentos de poesías de su propio cuño.

El recodo del Anfiteatro los ampara en un espacio donde no hay bullas ni estridencias, sólo melodías de sikus, quenas y charangos.

Puerta a los viñedos

Una larga hilera de álamos y plátanos franquea la entrada a Cafayate. La ruta nacional 40 atraviesa la región de numerosos viñedos donde destacan famosas bodegas.

En esas tierras viñateras se guardan curiosas historias  como la del estadounidense Jon Malinski quien visitó por primera vez Argentina en 2002.

Llegó junto a su mujer Arlene, y quedaron hechizados con la provincia de Mendoza. Tanto que invirtieron en una finca en la cual comenzaron con la producción de vinos de alta calidad y en 2009 inauguró la bodega Piattelli Vineyards, con el apellido de su esposa.

El espíritu inquieto del empresario, al conocer la calidad de los vinos de Cafayate no dudó en sumarse a la región en lo que significó un verdadero desafío.

Las tierras adquiridas en Cafayate eran muy pedregosas y comenzó de cero en el centenar de hectáreas donde apostó a la plantación de vides y reforzó la inversión con 100 hectáreas más en Animaná.

Con la plantación y riego por goteo, proveniente de agua de pozo, dio inicio a la producción de afamados vinos que distribuye en Estados Unidos.

El éxito vitivinícola de Cafayate se resume en mucha altura y mucho sol binomio que redunda en una marcada diferencia térmica, materia prima para buenos vinos.

Bodega Piattelli

Un amplio camino conduce al imponente portal. Una combinación entre la nobleza de la madera y la solidez de la piedra es el marco perfecto para la elaboración del vino.

La amplia galería mira a las montañas y al valle y una cómoda terraza propone las bondades del restaurante que hace de la gastronomía un culto.

Eventos corporativos, sociales y de incentivos aprovechan las estupendas instalaciones de perfil turístico de la bodega. El objetivo es que los visitantes conozcan los viñedos y aprendan de vinos y maridajes. La propuesta se consolida con cabalgatas y circuitos en bicicleta.

El arte tiene su espacio con  obras de artistas regionales y un gift shop comercializa vinos, productos de merchandising, accesorios, libros temáticos y productos de cosmética con materia prima de vid.

La ciudad

La siesta domina la ciudad de Cafayate. La plaza 20 de Febrero, flanqueada por la Catedral Nuestra Señora del Rosario, la Municipalidad y el Mercado Artesanal representan el punto neurálgico. A su alrededor varios restaurantes y bares alternan con viejas casonas. Muy próxima, La Última Pulpería atrae las miradas forasteras. Es que entre esos viejos muros desde charqui a variadas especias, bebidas, alimentos, lanas y curiosos productos asoman desordenados en el mobiliario de otros tiempos. Todo el lugar es un viaje al pasado.

Museo de la Vid y el Vino

En la esquina de avenida Güemes y Fermín Perdiguero, una construcción minimalista da vida desde hace cuatro años al Museo de la Vid y el Vino, en el espacio que ocupó la Bodega Encantada. Es un complejo diseñado por un conjunto interdisciplinario liderado por Héctor Berra y Gustavo Bolasca quienes con el concepto de museo vivo crearon el Museo de la Vid y el Vino.

En el lugar se traza la línea de vida de los viñedos, asistidos por estímulos visuales y sonoros, que narran el proceso de los vinos de altura.

En la Sala 1 se ingresa a la memoria de la vid bajo los efectos de las límpidas noches cafayateñas en maquetas y programas de multimedia. Penumbra, y poesía conducen al alba y con las primeras luces del día las aves despiertan e inician la aventura de sobrevivir.

La Sala 2 sobre el terreno que ocupaba la Bodega Encantada da lugar a un sinnúmero de leyendas, y en otro nivel, la Boutique del Vino ofrece vinos y todos los accesorios que acompañan a la ceremonia de abrir una botella y un coqueto restaurante- confitería ubican al complejo como único en el país.

El museo está abierto de martes a domingos de 10 a 19.30.

El sol en retirada se filtra entre nubes traviesas. El regreso  se retarda el con una última detención en Los Castillos.

El viento precede al frío de la noche en Cafayate, reaseguro natural del ciclo eterno de la maduración de las vides de cepas Torrontés.

Lo que hay que saber

Aéreo. Córdoba / Salta con Aerolíneas Argentinas, ida y vuelta, desde $ 1.819,07

con impuestos incluidos.

Bodega Piattelli: visita guiada regular de 45 minutos y degustación de tres vinos $ 100 por persona. Visita y degustación de cuatro vinos y quesos $ 150 por persona. Menú en el restaurante con vino desde $ 150.

Museo de la Vid y El Vino. Entrada general: $ 10. Extranjeros: $ 30. Jubilados, estudiantes y discapacitados sin cargo.