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Rutas argentinas hasta el fin

De norte a sur, por asfalto y por ripio, entre llanura y montaña, tres opciones para escapadas de una semana por los caminos del país. 

Los vuelos están en auge pero subirse al auto sigue siendo una de las mejores maneras de lograr no sólo un escape de la rutina, sino una verdadera aproximación a otras geografías. Una suerte de “realidad aumentada” que tiene lo que el avión no da: contacto con la gente, paradas a gusto y descubrimiento de rincones inesperados. Estas tres rutas, que atraviesan muy diferentes paisajes argentinos, llevan hacia la montaña, la costa y el río, con la velocidad que cada uno quiera darle a la exploración de la ruta, los pueblos, las ciudades o la pura naturaleza. Kilómetro cero, primera y en marcha.

La ruta de los acantilados

Es la única ruta argentina que bordea la costa durante un largo tramo, unos 200 kilómetros entre las localidades rionegrinas de Viedma y San Antonio Este, antes de llegar a Las Grutas. El recorrido empieza en la capital provincial, pero lo más interesante está del otro lado del río Negro, en Carmen de Patagones, la ciudad del extremo sur bonaerense que bien merece un día para visitar sus calles históricas y las Cuevas Maragatas.

Nuevamente del lado rionegrino, el camino sigue en El Cóndor, el balneario de Viedma, que ofrece playas extensas y casi desiertas en verano y una impresionante colonia de lobos barranqueros que anidan en los acantilados (desde donde se realiza avistaje costero de delfines). La ruta está asfaltada solamente hasta Lobería, a unos 30 kilómetros de El Cóndor, y sigue luego entre pequeñas bahías, médanos y caseríos como Bahía Creek, lejos de todo. El punto de llegada es San Antonio Este, el puerto por donde se exportan las frutas patagónicas al mundo, y luego San Antonio Oeste y Las Grutas, el gran balneario de la región. Toda la zona es Reserva Natural y es especial para el avistaje de aves migratorias.

Datos útiles: esta ruta es ideal a partir de la primavera, para disfrutar los colores del Atlántico Sur. En Lobería y Bahía Creek hay servicios solo en verano. El avistaje de lobos barranqueros y delfines se realiza todo el año. Las aves migratorias llegan a Las Grutas entre marzo y abril. Para alojarse, las mejores opciones son Viedma y Las Grutas, en los extremos de la ruta. Más info: rionegrotur.gob.ar.

La vuelta a San Juan 

Este itinerario comienza en la capital sanjuanina y requiere por lo menos dos conductores: es una excelente oportunidad para probar los varietales blancos que caracterizan a la segunda provincia vitivinícola del país. La ruta 141 permite luego salir rumbo a Vallecitos, donde se encuentra el santuario de la Difunta Correa, prueba de la variopinta devoción popular en medio del desierto. Luego el GPS enfila hacia el Valle de la Luna, uno de los paisajes más espectaculares del país. Se bordean las Sierras del Valle Fértil y se llega a San Agustín, donde se puede pasar la noche antes de la recorrida del Parque Provincial Ischigualasto, que se hace en caravana con el propio vehículo y siempre con guía.

La siguiente parada es San José de Jáchal, a través de la ruta panorámica 150 y la belleza de sus paisajes. Esta carretera atraviesa las montañas y plantea una disyuntiva: se puede ir hacia Calingasta y Barreal –el objetivo es volver al sur y cerrar el círculo– por la ruta 40, de traza desértica; o se puede optar por el “camino alto” que atraviesa Rodeo y Las Flores. A la vista, la Cordillera nevada y el espectacular embalse Cuesta del Viento, un imperdible. Pasado el dique y antes de llegar a la frontera con Chile, se va a Iglesia, Talacasto, Calingasta (con sus bellos miradores) y Barreal, con el Parque Nacional El Leoncito. Es aquí donde el cielo despejado invita a conocer los observatorios, de día o de noche. Y ahora sí, no queda más que regresar hacia San Juan.

Datos útiles: esta ruta es ideal para el invierno, porque en verano las lluvias pueden ocasionar desprendimientos al salir hacia Barreal. Procurar preguntar por el estado de las rutas y prever que hay largos tramos sin señal de celular. Para hacer base, hay hospedaje en San Juan capital, San Agustín del Valle Fértil, Jáchal y Barreal. Más info: turismo.sanjuan.gob.ar.

Termas y naturaleza en Entre Ríos 

Paraná es un destino histórico en sí mismo y un gran punto de partida para recorrer los islotes del río, tomar la ruta provincial 11 hacia Oro Verde y luego seguir hacia el sur rumbo al circuito de aldeas alemanas. Así podemos conocer Aldea Brasilera, Marienthal, San Francisco y Santa Cruz, donde perduran las tradiciones y la gastronomía de los alemanes del Volga instalados aquí en el siglo XIX. Strobel y Diamante son la puerta de entrada al Parque Nacional Pre Delta, un área verde ideal para el avistaje de aves. A partir de aquí la idea es conectar con el otro gran río, el Uruguay, primero a través de la 131 hasta Crespo (hogar de la Fiesta Provincial de la Cerveza) y luego atravesando campos y colonias rurales hasta Nogoyá, sobre la ruta 12.

Más adelante, tomando por la 39, el viajero se encuentra con el Palacio San José, la imponente residencia de Urquiza, y Concepción del Uruguay, donde se puede comenzar el circuito termal que abarca esta ciudad y, más al norte, las termas de Colón, San José y Villa Elisa. El punto final bien puede ser el Parque Nacional El Palmar, para apreciar los espectaculares atardeceres entre las palmeras yatay.

Datos útiles: las rutas entrerrianas son asfaltadas (salvo desvíos rurales o en algunos tramos interiores de las aldeas alemanas) y transitables todo el año, con la precaución de prestar atención a los radares de control. La ventaja es la frecuencia de estaciones de servicio y alojamiento en las principales ciudades, sea a la vera del Paraná o del Uruguay. Más info: unatierradiferente.com.

Opciones: Sugerencias

Para no perderse.

Ripio. La Ruta de los Acantilados rionegrina no tiene señal de celular y es casi toda de ripio, pero transitable para todo tipo de vehículos. Antes de iniciar el recorrido, sobre todo si es baja temporada y se espera poco tránsito, conviene informarse sobre su estado en la oficina de turismo situada sobre la costanera de Viedma.

Valle de la Luna. Es el plato fuerte de la ruta sanjuanina. Es un destino para todo el año; el calor suena a infierno en verano, pero la sequedad del clima permite soportarlo, y tiene la ventaja de tener mucha menos gente. Una combinación ideal es conocer también Talampaya, en La Rioja, que forma parte del mismo sistema geológico.

Colonias germanas. Al sur de Paraná, las aldeas alemanas son una ruta en sí misma. Desde el curioso y fotogénico cementerio de San Francisco, una colonia ya abandonada, hasta las picadas tradicionales de la Esquina Munich en Aldea Brasilera, se puede descubrir el aporte de estos inmigrantes que dejaron una huella profunda y discreta en la población entrerriana.

Consejos. Antes de salir a la ruta hay que chequear el estado de los frenos y las llantas; revisar que estén al día los papeles de patente y seguro; y controlar los accesorios imprescindibles para circular (chaleco reflectante, matafuego, balizas). Durante el trayecto, efectuar paradas frecuentes para descansar y prestar atención a la señalización y la presencia de animales en la calzada, posible en cualquiera de los tres circuitos aquí explicados.