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Privilegiado rincón puntano

Fotomontaje de Javier Candellero.
Fotomontaje de Javier Candellero.

Es un lugar especial de la geografía puntana, como colgado en el fondo de la Sierra de Comechingones, cuyas características de microclima invitan a aspirar hondo.

Merlo, uno de los destinos turísticos más difundidos de la provincia de San Luis, se encuentra en la falda de las Sierras de Comechingones, entre los 850 y 1.200 metros de altura. Esta ubicación explicaría las manifiestas bondades que se presentan como el “tercer microclima del mundo”, con proporciones óptimas de oxígeno y un alto porcentaje de ionización negativa, conjunción que da como resultado efectos fortificantes y relajantes.

Los barrios más altos de la ciudad tienen grandes arboledas, parques y construcciones rústicas con vistas excepcionales del valle y las sierras. Deambular por esas urbanizaciones lleva a respirar profundo y dejarse llenar de tanto en tanto de aromas de pan recién horneado, que se mixtura con hierbas serranas.

Sin dudas, esa es la zona ideal para quienes se sienten atraídos por la tranquilidad y el estrecho contacto con la naturaleza y por ello hay numerosos senderos de trekking.

La abrupta caída de las laderas occidentales de la Sierra de Comechingones da lugar a impensados escenarios naturales, con bosques autóctonos e interminables paredes de piedra que ofrecen miradores y saltos de agua de hasta más de 25 metros.

La costa serrana, tal como se denomina al circuito turístico que se extiende de norte a sur desde Merlo y une las localidades asentadas sobre las faldas de la sierra (Villa Elena, Cortaderas y Papagayos, entre otros), concentra a los intrépidos cultores del turismo de aventura, aunque también seduce a quienes disfrutan de visitas cortas junto a arroyos y quebradas.

No son pocas las agencias que ofrecen excursiones a esta zona en las modalidades de  trekking, cabalgatas y 4x4.

Se aconseja consultar las características de estos circuitos ya que a veces implican trepadas y caminatas de larga duración. Estas alternativas se combinan con circuitos autoguiados de caminatas de corta duración y fácil acceso y otros ideales para realizarlos en vehículos de tracción integral, asistidos por guías baqueanos.

Los orígenes. Los primeros registros históricos datan de principios del siglo XVI, cuando la falda de las Sierras de Comechingones fueron otorgadas por herencia a Tomás Fernández quien, al morir en 1712, legó a los padres dominicos un sector importante y cuantiosas yeguas y ovejas que estaban al cuidado de Juan Pérez Moreno, administrador de las tierras y vecino de la estancia donde se instalarían los dominicos.

En 1795, los herederos donaron nueve cuadras para fundar la Villa de Merlo, que fue diligenciada por el entonces  Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán, marqués de Sobre Monte.

Transcurrió un siglo hasta que comenzaron las primeras explotaciones de tungsteno en el Valle de Conlara.

En momentos en que las explotaciones mineras despiertan tanta polémica, conviene saber que en San Luis, algunas de ellas adquirieron tal desarrollo que grandes pueblos nacieron y luego fueron abandonados, de acuerdo al mercado internacional de los minerales.

Esos lugares fantasmas, en la actualidad muestran esa infraestructura reconvertida para recibir al turismo ya que forman parte del patrimonio histórico de la provincia. Muchos de los antiguos mineros son los guías que descorren el velo de los misterios de las oquedades de las minas.

Mina de los Cóndores. La Mina de los Cóndores se encuentra a 50 kilómetros de Merlo y en el momento de apogeo de la explotación agrupó a 2.200 trabajadores, que pasaron gran parte de su vida en los 15 kilómetros de túneles que recorren los socavones a 410 metros de profundidad.

Hay visitas guiadas por el interior de la mina, donde se extrajo tungsteno (mineral que otorga dureza al acero) desde  1898 hasta 1985, fecha en que cerró.

Las visitas guiadas comienzan en lo que fue el salón de juegos de los ingenieros, donde se exhibe una colección de minerales, herramientas y fotografías y se introduce al visitante en la historia y el descubrimiento del yacimiento.

Luego conduce a los túneles y galerías, en algunas de las cuales hay agua, en un recorrido a través de 400 metros.

La Mina de los Cóndores fue explotada por una firma alemana y cuenta con siete niveles, aunque sólo está habilitado el nivel cero, 30 metros bajo la superficie. El resto está inundado de agua.

La visita continúa por el exterior de la mina, donde se dan referencias de las funciones y fines de la serie de construcciones distribuidas por las inmediaciones y hoy en su mayoría derruidas: las casas de los mineros, la oficinas de la administración, el correo, etcétera.

A unos 300 metros de la boca de la mina se encuentra un mirador, cuya infraestructura se asienta sobre una de las salidas de la mina y conforma parte del sistema de ascensores por donde se extraía el mineral. Desde allí es posible tener una vista panorámica completa de lo que fue en algún momento un pueblo minero de 3.000 habitantes.

Para ir a la mina. Desde Merlo se llega a la Mina de los Cóndores por la ruta provincial 5, hasta la intersección con la ruta provincial 148, donde se dobla a la izquierda para continuar la marcha hasta la localidad de Concarán, a 13 kilómetros de la mina, por camino de ripio.

La mina está abierta todo el año, de 9.30 a 18.

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-Al filo de las sierras