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Por el Camino Real del Alto

Posta Pozo  del Tigre, en el norte cordobés, fue recientemente restaurada. Mantiene la construcción original y se destaca la intervención realizada.
Posta Pozo del Tigre, en el norte cordobés, fue recientemente restaurada. Mantiene la construcción original y se destaca la intervención realizada.

Comienza en la estancia jesuítica Caroya y termina en Ojo de Agua, Santiago del Estero. El tramo cordobés sometido a puesta en valor muestra espléndidas postas y señalización de hitos histórico.

Como una columna vertebral, el Camino Real vinculó poblaciones, estancias y postas. En esa traza surgieron centros donde se pernoctaba, cambiaban mulas y se adquirían provisiones. Fue la traza principal en los tiempos de la conquista en tierras americanas y a mediados del siglo XVIII se sumó el sistema de correos que dieron origen a las diferentes postas. Uno de los trayectos más importantes fue el que vinculó Buenos Aires con Lima en Perú a través de Córdoba y Santiago del Estero.

Partía con rumbo norte y en la hoy ciudad de Jesús María se dividía en dos: el Camino Real del Bajo (hoy ruta 9) y el del Alto. Según datos recogidos en Ojo de Agua el Camino Real del Bajo era más llano y se anegaba con las lluvias, por esa razón se usaba el otro, más firme pero de topografía irregular.

El Camino Real del Alto comienza en la estancia jesuítica  Caroya y finaliza en la ciudad santiagueña de Ojo de Agua donde se une con el del Bajo.

El recorrido por Córdoba es actualmente sometido a una puesta en valor, con recuperación de postas y señalización de lugares históricos.
La Legislatura de Córdoba declaró lugar histórico al Camino Real, ruta de ripio que permite circular tranquilo, reconocer momentos de la historia provincial y nacional, y apreciar las distintas características del bosque serrano que sobrevive a la soja.

Sobre dos ruedas. Este viaje de 270 kilómetros para hacerlo en bicicleta fue planificado en tres etapas. La primera con partida en Ojo de Agua (Santiago del Estero) y llegada a  San Pedro (Córdoba); la segunda de San Pedro a Jesús María y la tercera de esta última ciudad a la ciudad de Córdoba.

Primer tramo. Pernocté en  Ojo de Agua, pueblo que debe su nombre a los manantiales que existían y sorprendieron a los españoles.
El Camino Real pasaba por la actual calle Belgrano de esa ciudad, donde lamentablemente no quedan vestigios de la arquitectura colonial, salvo  algunas casas del siglo 19. Deambular por sus calles y conversar con los vecinos me permitió saber que en Ojo de Agua para el Día de los Muertos (1 de noviembre) organizan una feria frente al cementerio. Antes de medianoche se oficia una misa y luego, se hace una comilona seguida de guitarreada frente a las tumbas.

Con esos relatos fui a descansar y bien temprano partí a través del desvío que sale de ruta nacional 9 hacia el oeste por camino de tierra.
Es un territorio agreste con montes de quebrachos, talas y algarrobos, espinas y guadales. La población es escasa, sólo están establecidas algunas familias dedicadas a la cría de chivos y estancias ganaderas.

Disfruté del paisaje y la soledad y así llegué tras 40 kilómetros a la  posta Pozo del Tigre, ya en territorio cordobés. Recientemente restaurada, la posta  mantiene la construcción original y presenta mobiliario rústico. Se destaca el trabajo en techos y carpintería y en un dintel reza en latín; “Año del señor de 1771”.

A pocos kilómetros está San Francisco del Chañar, cabecera del departamento Sobre Monte. Es una pequeña y pintoresca población que fundó en 1796 el marqués de Sobre Monte. Ahí funcionó una posta llamada El Chañar.

Cada febrero San Francisco del Chañar celebra el Festival de la Palma y el 24 de diciembre lleva a cabo la ceremonia “Búsqueda del Niño”. De ella participan lugareños, que a caballo y a pie, se dirigen al paraje Cerrillo, distante 20 kilómetros, a buscar al Niño Jesús.

Después de almorzar continué  viaje con rumbo sur. El camino es una cinta que sigue las formas de las sierras de Ambargasta, con suaves ondulaciones  en un universo de palmas caranday.

A siete kilómetros recibe la Posta Piedritas. Tiene las paredes blancas y tejas, todo en perfecto estado. Se destacan las cabriadas de madera dura trabajada y el cielorraso de caña atada con tientos de cuero.

La historia dice que ahí se apresó al virrey Santiago de Liniers que huía con su comitiva.

Proseguí la marcha y más adelante me detuve frente al monumento que conmemora la muerte en las inmediaciones, de Francisco “Pancho” Ramírez, el caudillo entrerriano. Más allá, sorprende el castillo El Carrizal, del siglo 19, abandonado entre la arboleda, mientras exige una intervención. Todos estos hitos históricos se suceden en tramos de pocos kilómetros.

San Pedro Norte. Para llegar a San Pedro Norte hay que esforzar el pedaleo por las continuas subidas y bajadas y en el cruce con el desvío que lleva a Caminiaga, se divisan las torres de la iglesia.

Antes de que se hiciera de noche fui hacia el cementerio, a buscar la tumba de un devoto islámico que vivió en el pueblo. Se trata de una tumba vertical orientada hacia la Meca.

Después de 85 kilómetros con mucho desnivel y terrenos con serrucho llegué a San Pedro Norte. En el patio de una casona  compartí unos mates con los caseros hasta que oscureció.

Segunda etapa. Gallos madrugadores me despertaron y después de desayunar de nuevo en la ruta. A poco de andar se recortó en el horizonte la posta de San Pedro Norte, hoy selecto hotel de maravillosa arquitectura colonial.
Un par de pinchaduras y encontré la posta de Santa Cruz totalmente renovada con respecto al año pasado y proseguí hacia la pintoresca Tulumba, sólo de paso.

Retomé el Camino Real y avancé, entre tiros de palomeros que no cesan, hasta el pueblo de Macha, donde estuvo la posta del mismo nombre.

En 1860 esa posta fue reemplazada por el casco de una estancia que conserva la buena arquitectura italiana original.

En Villa del Totoral busqué la sombra de la arboleda del balneario para descansar, junto a un arroyo.

El sol dejó su huella en mi  piel al llegar a Sarmiento, donde cruza la actual ruta 60 a Catamarca, y sigue el trazado del viejo camino español.

A la entrada del pueblo, un gran algarrobo recibe al forastero. Dicen que dio cobijo bajo su copa a San Martín y a Facundo Quiroga.

En Sarmiento estaba la Posta Los Talas que en la actualidad es una plaza seca en torno al simbólico e histórico árbol.

Entre campos sembrados de trigo iluminados por el sol hay  nueve cruces que recuerdan el  asesinato del caudillo riojano Facundo Quiroga y su comitiva en Barranca Yaco.

Al atardecer llegué a la Posta de Sinsacate, también cargada de historia y continué a Jesús María donde me alojé en una casa de familia.

Tercera y última etapa. A la mañana temprano emprendí el último envión hasta la estancia jesuítica Caroya. Me dispuse a cruzar las Sierras Chicas por el pintoresco trayecto que une Ascochinga, La Granja, Agua de Oro, Salsipuedes y Río Ceballos para retornar a la ciudad de Córdoba.

Al final de la travesía se impone un balance y sin dudas la experiencia ciclística por el Camino Real del Alto fue excelente. Por un lado es un circuito ideal para hacerlo en bicicleta porque no se trata de una ruta transitada pero además, porque obliga a repasar hechos fundamentales de la historia nacional plasmados en casi todo el trayecto.

Lo que hay que saber

Ficha técnica
Primera etapa.
Ojo de Agua, San Francisco Chañar, San Pedro Norte: 85 kilómetros.
Segunda etapa. San Pedro Norte, Tulumba, Villa del Totoral, Sarmiento, Sinsacate y Jesús María: 117 kilómetros.
Tercera etapa. Jesús María, Colonia Caroya, La Granja, Agua de Oro, Salsipuedes, Río Ceballos, Córdoba: 72 kilómetros.
Total del recorrido: 273 kilómetros.
Ciclista. Gustavo Rebord (50)
Duración: tres días.
Bicicleta: Giant XTC
E-mail: rebord.gustavo@gmail.com