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Pingüinos de Magallanes a la vista

La costa patagónica es el escenario elegido por unas 50 mil de estas aves para reproducirse. Sus formas hidrodinámicas y sus alas cortas y fuertes, inútiles para volar, son como aletas propulsoras que les permiten alcanzar en el mar hasta 45 kilómetros por hora.

Es en la costa patagónica cuando llega setiembre donde se congrega una gran población de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus). Así, Puerto Deseado, en la provincia de Santa Cruz, es un canto a la naturaleza para aquellos que son sensibles con la naturaleza.

Turistas y científicos coinciden en que Puerto Deseado es una joya de la naturaleza ubicada a orillas de la ría Deseado, cuyo movimiento natural de la cuenca fluvial la convierte en un destino ideal para disfrutar de la naturaleza en estado puro.

La rica diversidad de especies marinas, terrestres y aves convierten al enclave en un santuario que concentra a viajeros de todo el mundo, naturalistas e investigadores que se dan cita para analizar a los pingüinos de Magallanes. Se trata de aves que en lugar de alas avanzan con aletas y patas, mientras se ganan el cariño de los espectadores divertidos por su original manera de caminar.

Los pingüinos de Magallanes son simpáticos pero también guerreros si de defender el territorio se trata. En ese colectivo, machos y hembras, después de aparearse, comparten la responsabilidad de proteger el nido y alimentar a las crías.

“En la ría Deseado nidifican todos los años alrededor de 25 mil parejas de pingüinos de Magallanes, es decir que los visitantes podrán ver a unos 50 mil individuos. En setiembre, los primeros en llegar son los machos y unas dos semanas después, las hembras”, explica Esteban Frere, miembro del Centro de investigaciones Puerto Deseado, Global Seabird Programme y BirdLife International.

Con cuidado del hábitat. Las empresas de servicios turísticos de Puerto Deseado ofrecen múltiples opciones para disfrutar de los pingüinos y demás especies de la zona sin alterar el hábitat.

Una de las alternativas más divertidas es surcar las aguas que rodean a la ciudad a bordo de una lancha hacia la isla Pingüino, futuro Parque Nacional, donde los pingüinos de Magallanes sorprenden con sus piruetas al lanzarse al mar.

El paseo incluye una caminata por la isla que no mide más de un kilómetro pero que también alberga a cormoranes grises, gaviotas marineras, gaviotines, skuas, petreles, ostreros, lobos marinos de un pelo y elefantes marinos del sur.

En poco días, miles de parejas de pingüinos de Magallanes comenzarán a concentrarse, como todos los años, para reproducirse.

“Los machos se dirigen a las colonias donde nidificaron la temporada anterior siempre y cuando haya sido buena la descendencia. Si no, cambian de sitio en la misma colonia. Ellos acondicionan el nido y lo defienden de sus vecinos (nunca faltan las peleas). Luego llegan las hembras, que también tienden a volver al mismo nido y, por ende, mantienen la pareja, siempre y cuando el compañero haya sido exitoso en criar a sus pichones. Ya en octubre la hembra pone dos huevos que incuban durante 40 días, ambos padres.

A principios de diciembre nacerán los pichones, que estarán bajo la tutela de los adultos durante tres meses”, agrega Frere.

En la costa de la isla, una colonia parece dar la bienvenida a los viajeros que desembarcan. Y a pocos metros de caminata por el sendero demarcado, ya son centenares los ejemplares que se dan cita. Cámara en mano, es posible registrar sus dos tipos de nidos: cuevas en el suelo o debajo de los arbustos. Un guía especializado será el compañero ideal para interpretar todas las conductas cotidianas de los pingüinos.

Al nacer los pichones, pesan apenas 80 gramos. Dos meses después, habrán crecido hasta los tres kilos. En febrero o marzo, cuando las condiciones del mar empiecen a ser cada vez más adversas, deberán independizarse de sus padres, iniciar su etapa migratoria y encargarse por sí mismos de conseguir anchoítas, sardinas, calamares, pejerreyes y peces pelágicos, base de su alimentación.

Debido a su facilidad de acceso y proximidad, Puerto Deseado es el mejor destino para que viajeros de todo el mundo se acerquen a avistar su variada fauna marina. Además de sus sorprendentes formaciones rocosas y sus playas, cuenta con una posición envidiable para acceder a la observación de los carismáticos pingüinos, que en estos días, como cada año, planifican sus nidos.

Los protagonistas

Los pingüinos de Magallanes son de tamaño medio, con ejemplares de entre 70 y 76 centímetros de altura. La cabeza es negra con un franja blanca que parte del ojo, rodea los oídos y la barbilla, para juntarse en la garganta. El plumaje es negro grisáceo en el dorso y blanco en la parte delantera, con dos bandas negras entre cabeza y torso, la inferior en forma de herradura invertida.