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El patio del Indio Froilán: el destino santiagueño donde la tradición no pasa de moda

El patio del Indio recibe a miles de visitantes, incluso turistas extranjeros. (Benita Cuellar)
El patio del Indio recibe a miles de visitantes, incluso turistas extranjeros. (Benita Cuellar)

En el patio del lutier santiagueño Froilán El Indio González se fabrican los mejores bombos del mundo. Y el lugar recibe a miles de visitantes.

Llegar al patio del Indio Froilán es fácil. Con solo preguntar alcanza. En Santiago del Estero todos lo conocen. Saben que en el barrio Boca del Tigre vive un ícono de la cultura santiagueña.

Se arriba cruzando el centro de la madre de las ciudades y cerca del río Dulce, ese curso de lecho arenoso que añora con una lágrima en el rostro a los que partieron. Un canal de agua color ocre con verdes plantas que se dejan caer corre paralelo. Es un paisaje donde el monte, la sequedad de la tierra y el canto de los pájaros conviven al unísono. Una mezcla que arrulla canciones del folklore santiagueño y lo hace único.

Al ingresar, los grandes cercos, portones y coloridos murales invitan a recrear la tradición. El lugar está lleno de mesas y sillas simples apostadas debajo de añosos árboles como mistoles, chañares, tuscas y quebrachos colorados y blancos que tapan con sus frondosas copas el tórrido calor de la siesta.

La puerta de entrada a otro mundo, donde el arte y el baile son protagonistas. (Benita Cuellar)
La puerta de entrada a otro mundo, donde el arte y el baile son protagonistas. (Benita Cuellar)

El patio acoge a los invitados de donde quieran llegar. Sus puertas están abiertas, como la inmensidad del cielo. Allí el tiempo no se detiene. Se puede disfrutar y divertirse siendo parte del baile y el canto. Pero también sentir los aromas de las comidas criollas: de los hornos donde se asan las empanadas y las tortillas, de la humita, del locro, del cabrito asado.

Por la tarde, los artesanos arman sus puestos con artesanías típicas del lugar. Hay de todo, desde yuyos que curan distintas dolencias hasta café de mistol que huele riquísimo y con sabor dulzón. Todo está para descubrirse andando. El polvo levantado de la tierra reseca se siente en el aire, mientras se escuchan canciones del folklore local y nacional y el barullo de la gente que va y viene.

El artesano de los artistas

Sentado en una simple silla de tientos de cuero, debajo de un algarrobo, se encuentra José Froilán González, más conocido como El Indio Froilán. Más allá, el taller lleno de bombos. El Indio fundó el patio en 1997 y es el mejor lutier del bombo legüero, nombre que adoptó porque se lo podía escuchar a leguas de distancia.

El Indio Froilán, dándole forma a uno de sus futuros bombos. (Benita Cuellar)
El Indio Froilán, dándole forma a uno de sus futuros bombos. (Benita Cuellar)

Está manipulando con un cuchillo el tronco de un ceibo, el árbol de la flor nacional. Es una madera blanda, liviana y de color amarillo. Luego se convertirá en bombo. “Un bombo es el corazón de un santiagueño de ley. El Indio Froilán González vive en los montes es lutier”, canta Peteco Carabajal.

El Indio es eso, el corazón del monte. El hijo de la Pachamama. Este personaje atrae a multitudes que quieren ver cómo los fabrica. Y son muchos artistas los que tienen uno de su autoría: Shakira, Lila Down, Rubén Blades, Chayanne, Gustavo Santaolalla, León Gieco, Abel Pintos, Raly Barrionuevo, el Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, los Carabajal, Divididos y La Bersuit, entre otros.

A su lado, un brasero cubierto de fuego y una pava tiznada acompañan la tarea de darle forma a la futura pieza. Le faltan pocos años para cumplir los 70, pero este arte que acompaña con sus laboriosas manos comenzó cuando tenía 10 años para ayudar a su padre.

El fuego le da calor a la pava que cebará los mejores mates. (Benita Cuellar)
El fuego le da calor a la pava que cebará los mejores mates. (Benita Cuellar)

Froilán es de pocas palabras, pero le gusta hacer mucho. Luego de darle forma a la madera emboca con fuerza sobre otra madera y va calando hondamente. Luego lo deja a un lado, y sigue con otra pieza a la que le va dibujando con un lápiz el escudo nacional.

Hay múltiples dibujos a pedido de quien será el dueño de ese instrumento, o solo colocará el nombre y apellido. Nada queda librado al azar para este lutier, escultor, poeta, músico, hacedor de cultura.

Las piezas llevan 20 días de preparación. Se colocan parches de cuero de cabra para los percusionistas y de oveja para los bombistos. Después son pulidos, grabados, armados y se les da el toque final con la afinación.

“Los santiagueños aprendimos a aguantar el calor”, murmura el Indio mientras sus ojos viajan hacia un lado y otro del patio. A la vez, va saludando a amigos y desconocidos que vienen desde distintos lugares, hasta del exterior.

Datos útiles

El taller del lutier, una cita obligada en un paseo por Santiago. (Benita Cuellar)
El taller del lutier, una cita obligada en un paseo por Santiago. (Benita Cuellar)

CÓMO LLEGAR.

Av. Del Libertador s/n, barrio Boca del Tigre, Santiago del Estero. Teléfono: 0385-406-9515. Facebook: Patio del Indio Froilán.

RECOMENDACIONES.

Llevar ropa liviana y calzados cómodos, además de gorra o sombrero para protegerse del sol. En el lugar hay baños. Se puede llevar el mate.