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Paisajes, quesos y empanadas

Tafí del Valle tiene la mansedumbre de los pueblos norteños, pero también numerosos restaurantes, comercios y coloridos puestos artesanales.
Tafí del Valle tiene la mansedumbre de los pueblos norteños, pero también numerosos restaurantes, comercios y coloridos puestos artesanales.

Al oeste de la provincia de Tucumán se encuentra la localidad que es reducto de la Fiesta Nacional del Queso.

Vamos buscando la tierra del buen queso y las exquisitas empanadas, trepando la Quebrada de los Sosa, formada por el río del mismo nombre. El pavimento siempre está mojado por la alta humedad. Pasamos por el icónico Monumento al Indio, de seis metros de altura, obra del escultor tucumano Juan Carlos Iramain, y por parajes curiosos, como La Heladera. Allí está verdaderamente fresco.

Luego de desandar el tramo rodeado de vegetación espesa, cargado de yungas, plagado de laureles, lapachos y jacarandás, cuando pensamos que la selva no se termina y el camino no para de zigzaguear, se abre un gran valle y en pocos metros nos encontramos con una planicie fascinante y paradisíaca rodeada por las altas cumbres del nevado de Aconquija y las cumbres Calchaquíes. Luego de trepar a 2.000 metros de altura para acariciar con la mirada el sitio que albergó culturas milenarias y donde hoy se desnuda Tafí del Valle.

Es la principal villa turística de la provincia y no está de más aclarar que el queso (que tiene su fiesta nacional en la segunda quincena de febrero) no es el único atractivo del lugar.

De hecho, no es sólo un buen destino para ingerir calorías, también es el sitio perfecto para recorrer los cerros a caballo, en mountain bike o a pie (algunos circuitos de trekking exigen buen estado físico), practicar deportes acuáticos a orillas del lago La Angostura, en El Mollar, que luce pintoresco en las laderas del cerro Ñuñorco.

El paisaje imponente y multicolor que ofrecen los cerros se fusiona con un clima con carácter propio. En cualquier época del año las mañanas son frescas y con un cielo pálido, como oculto detrás de un tenue velo de nubes. Todo el valle es un vestigio de las culturas que lo habitaron, que en algunos casos se remontan a 300 años antes de Cristo. La evidencia son los numerosos yacimientos arqueológicos que se observan a cielo abierto a lo largo del valle.

En verano, miles de tucumanos recorren los escasos 100 kilómetros que separan a Tafí de la capital y las calles se comprimen de gente y de autos, de vendedores ambulantes, de bullicios ciudadanos y noches largas. Pero pasado el fuerte turístico, el pueblo recupera su ritmo habitual, su cadencia de siestas largas en tardes asoleadas, su ritmo lento y esa sensación tan agradable de que el tiempo se detiene por un rato. Antes de salir hacia los cerros, por el clásico circuito bordea el cerro Pelado y el dique La Angostura, conviene dar una vuelta por el centro donde se concentran la mayoría de locales gastronómicos.

En la afueras, al recorrer los valles, se descubre la herencia jesuítica y las estancias agroganaderas donde se produce el famoso queso tafinisto. En la estancia Los Cuartos -uno de los cinco establecimientos tamberos junto con La Banda, El Churqui, Las Tacanas y Las Carreras, todavía se hace el queso como antaño. Con respeto de la receta original en todos sus pasos. Un trabajo totalmente artesanal.

En tanto, en Las Carreras, propiedad de la familia Frías Silva, también conservan la tradición del queso, aunque la explotación es más variada, y desde hace poco tiempo el predio abrió las puertas al turismo, con nueve habitaciones y un pequeño restaurante para disfrutar verdaderas delicias.

En Tafí no hay secretos ocultos, ni en los quesos ni en las empanadas, pero la calidad y cualidad de elaboración son un bien intangible solamente en manos de sus lugareños.

Cuando las sombras comienzan a acortarse es el momento de disfrutar de los aromas que desprenden las empanadas hechas en hornos de barro.

Así lo asegura Juana, mientras revela la receta: “Se hacen con matambre de vaca hervido y cortado a cuchillo, mientras, se rehoga cebolla de verdeo, cebolla común y morrón, y en el relleno se agrega comino, ají molido y pimentón. Sin olvidar un caldito de verdura y huevo duro. “La masa no es más que harina, grasa, agua y sal. Y la costumbre es servirla con una rodaja de limón, para echarle un poco de jugo al relleno luego del primer bocado”, concluye.

Lo que hay que saber

Cómo llegar. Desde Córdoba, por la ruta nacional 34, hasta Santiago del Estero. Luego, por Termas de Río Hondo, ruta nacional 9 hacia Tucumán. Sin entrar a la ciudad de San Miguel de Tucumán, hay que continuar por la ruta nacional 9 y 26 kilómetros después de cruzada la frontera entre Santiago y Tucumán se llega a Agua Azul, donde está el cruce con la ruta provincial 329. En ese punto se sigue hacia Santa Rosa de Leales; luego, hacia Río Colorado, Famaillá y Acheral, donde nace la ruta provincial 307.

Gastronomía. Los restaurantes ofrecen elaborados platos típicos (locro, humitas, tamales, huaschalocro, charquicillo y las tradicionales empanadas tucumanas).

Dónde dormir. Hostería Lunahuana: base doble, con desayuno, $ 390 por persona. Página en Internet: www.lunahuana.com.ar

Hotel Estancia Las Carreras, a 12 kilómetros del centro: base doble, con desayuno bufé, $ 750.

Página en Internet: www.estancialascarreras.com