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El norte arqueológico, un viaje al pasado por las provincias argentinas

En Argentina existen diferentes sitios arqueológicos habilitados y preparados para recibir turistas. (Carolina Cabrera)
En Argentina existen diferentes sitios arqueológicos habilitados y preparados para recibir turistas. (Carolina Cabrera)

Pospandemia. Cuando se autoricen los viajes por rutas argentinas, la huella arqueológica será una apuesta del turismo interno. El noroeste del país ofrece gran parte de los lugares sagrados, ideales para conectarse con el entorno ecológico y cultural de las ruinas. 

El paseo hacia las ruinas históricas, en la era pospandemia, probablemente sea uno de los destinos que los viajeros elijan, dada su cercanía y seguridad. Además, para muchos, aún son sitios desconocidos.

Opción ventajosa desde el punto de vista ecológico, es una buena razón para tener contacto con las antiguas comunidades y saber sobre las huellas de su forma de vida, una experiencia que llega hasta el presente.

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Símbolo y representación cultural de lugares prehispánicos, los sitios arqueológicos son un bastión histórico fuertemente anclado en sus comunidades locales, de linaje directo con los pueblos originarios. Aquí, cinco puntos entre los que aparecen algunos conocidos y otros no tanto.

1-Shincal (Catamarca)

El Shincal es una ciudad precolombina actualmente en ruinas que se encuentra en el departamento Belén, Catamarca. (Carolina Cabrera)
El Shincal es una ciudad precolombina actualmente en ruinas que se encuentra en el departamento Belén, Catamarca. (Carolina Cabrera)

Para llegar al sitio de El Shincal hay que tomar la Ruta Nacional 40, cuyo recorrido atraviesa pueblos de La Rioja como Aimogasta, y el colorido va del monte a la aridez, en un pasaje hacia pueblos pintorescos como Belén, Londres y Santa María, zona de ruinas prehispánicas. En El Shincal, una suerte de pequeño Machu Picchu argentino, funcionaron los centros administrativo y ceremonial de los incas. Sus escaleras de piedra, pucarás y templos del sol forman parte del Qhapaq Ñan (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco), el Gran Camino de los Incas de más de 30 mil kilómetros con origen en Perú. En el comedor, al lado del museo antropológico, se puede probar el jigote, exquisito plato regional similar a la lasaña.

2- La Tunita (Catamarca)

El Parque Arqueológico La Tunita se creó para proteger el arte rupestre y el bosque circundante de dos mil hectáreas. (Carolina Cabrera)
El Parque Arqueológico La Tunita se creó para proteger el arte rupestre y el bosque circundante de dos mil hectáreas. (Carolina Cabrera)

Antiguo puesto serrano de la sierra de Ancasti, la catamarqueña Tunita reúne grandes y enigmáticas pinturas rupestres plasmadas en cuevas y aleros que emergen entre portentosos cebiles. Expresan las creencias y otros aspectos de la vida de comunidades que vivieron en distintos espacios de Catamarca y provincias vecinas hace unos 10 siglos atrás, reunidos por los arqueólogos bajo el nombre de Cultura de La Aguada, entre el 600 y el 1.100 después de Cristo. Es un lugar virgen al cual se accede por un sendero boscoso de complejidad media. Al mismo tiempo, se revela como un lugar misterioso a la espera de nuevos visitantes en la belleza artística de su mundo de felinos y poderosos chamanes.

3- Quilmes (Tucumán)

Las ruinas de Quilmes pertenecieron a los indios calchaquíes, que se ubicaron sobre las laderas de esas sierras y sobre el cordón montañoso llamado Calchaquí. (123RF)
Las ruinas de Quilmes pertenecieron a los indios calchaquíes, que se ubicaron sobre las laderas de esas sierras y sobre el cordón montañoso llamado Calchaquí. (123RF)

Sobre el camino de los Valles Calchaquíes, escondidas entre las montañas, las ruinas Quilmes evidencian la cosmogonía de sociedades antiguas, donde no había una división tajante entre el mundo natural y el mundo humano. Los animales, las plantas, las rocas, los cursos de agua, los hombres, todos poseen un espíritu e interactúan entre sí. A casi dos mil metros se alza toda esta construcción monumental que hasta hoy conserva las paredes y estructuras, un sitio arqueológico que permite ser visitado en su totalidad. Legendaria ciudad de los indios Calchaquíes con su fortaleza de piedra, en cuyo seno resistió a la conquista española, es uno de los asentamientos prehispánicos más antiguos del país.

4- Tilcara (Jujuy)

El Pucará de Tilcara es un sitio arqueológico formado por numerosas construcciones realizadas por los indígenas tilcaras. (123RF)
El Pucará de Tilcara es un sitio arqueológico formado por numerosas construcciones realizadas por los indígenas tilcaras. (123RF)

Punto turístico ineludible de la Quebrada de Humahuaca, denominada capital arqueológica de la provincia, Tilcara tiene el famoso Pucará, la mejor conservada de una serie de fortalezas indígenas de la época preincaica. Como atractivos culturales, también están el Jardín Botánico de Altura -con enormes cactus y plantas de la zona- y el Museo de las Ermitas, que exhibe escenas del calvario de Jesús pero en paisajes puneños. Oculta tras el pintoresco poblado aparece la Garganta del Diablo, una inmensa cascada encauzada para alimentar a la ciudad. Además de los circuitos turísticos de interés cultural y arqueológico se ofrecen caminatas y cabalgatas por la zona, donde suelen verse antiguos pobladores dedicados todavía a la agricultura directa.

5- Santa Rosa de Tastil (Salta)

Santa Rosa de Tastil es un asentamiento prehispánico ubicado a 3.200 metros de altura. Se estima vivieron allí 2200 indígenas entre los años 1336 y 1439. (123RF)
Santa Rosa de Tastil es un asentamiento prehispánico ubicado a 3.200 metros de altura. Se estima vivieron allí 2200 indígenas entre los años 1336 y 1439. (123RF)

A unos 100 kilómetros de la ciudad de Salta, el Tastil se constituye como el sitio arqueológico preincaico más grande del país con una importante concentración de pinturas rupestres, los llamados petroglifos: siete mil bloques de grabados tallados en piedras de origen volcánico. Siendo uno de los poblados preincaicos más desarrollados del noroeste, a 3.200 metros sobre el nivel del mar, Santa Rosa de Tastil presenta 1.160 recintos de piedra, calzadas, plazas y arquitectura funeraria. En estas ruinas precolombinas de Salta suele darse El baile de los suris, en el cual los bailarines se colocan plumas en todo el cuerpo, un tocado en la cabeza y danzan al son del sikuri, en honor a la festividad de la patrona del pueblo, Santa Rosa de Lima.