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“No siempre fuimos nómades”: Relatos de una familia viajera

Dos niños trotamundos, un papá uruguayo y una mamá argentina. (Sofía Solari Adot)
Dos niños trotamundos, un papá uruguayo y una mamá argentina. (Sofía Solari Adot)

Los Feippe llevan más de dos años viviendo en motorhome. Mirá lo que nos comparten los adultos y los chicos sobre su estilo de vida.

La familia Feippe tiene una vida viajera. Todo surgió cuando Sofía Solari y Mauricio Feippe decidieron vivir sin cimientos junto a sus dos hijos pequeños, Olivia y Simón. Así, a finales de 2018 se subieron a bordo de su motorhome y comenzaron su aventura. Motorizados, recorrieron ya 25 localidades de Argentina y Uruguay. Ahora nos invitan a conocer, un poquito, de su día a día.

“Lo bueno de vivir en motorhome es que podés llevar tu casa a todos lados”, cuenta el pequeño Simón. “Lo malo es que cuando llueve es un embole”, se sincera su hermana Olivia. Conviviendo en pocos metros, los Feippe aprendieron a respetar el espacio de cada uno, “me armé horarios de trabajo y todos saben que en ese momento no se me pregunta dónde está nada”, se ríe Sofía.

Viajar con peques

Sofía cuenta que, al tener niños pequeños, el momento de empezar con este estilo de vida les trajo algunos interrogantes, entre ellos cómo llevar a cabo su educación primaria y cómo facilitar su acceso a la salud, pero que ambos se respondieron de forma simple. Para la pareja, lo más importante es que sus hijos tengan “estabilidad emocional y que socialicen con otros niños” ¿La solución? Cursan a distancia, pero juegan y hacen amigos en las plazas y los lugares comunes de cada ciudad.

Nido motorizado

“Una de las razones para mudarnos a una casa con ruedas fue la posibilidad de tener un nido, para que sin importar dónde estuviésemos, ellos tengan su lugar, sus juguetes y sus camas”, cuenta la pareja. Además relatan que al momento de planificar la rutina y la ruta charlan mucho entre los cuatro, para que los niños sientan que pueden decidir y ser escuchados, “el viaje es de ellos también”.

Para viajar cómodos tuvieron que resignar algunas cosas, como la heladera, pero si algo no falta es el internet, indispensable para las clases de los chicos y el trabajo remoto de los grandes. Además, lo usan para generar contenido en las redes donde cuentan su día a día. Simón, que hoy tiene siete años, es el más desinhibido de la familia y le encanta grabar videos, charlar con los seguidores y hacer tutoriales de música. Sofía, igual de simpática y charlatana, escribió un libro con sus historias de viaje.

Obviamente las restricciones y la cuarentena modificaron sus planes y tuvieron que quedarse una temporada larga en el mismo pueblo de Uruguay, “en esta fecha pensábamos estar en México”, cuenta Sofía. Pero viendo el lado positivo explica que la situación les trajo un aprendizaje inesperado; “disfrutar más de cada lugar, recorrer lento y consolidarnos aún más como familia. Además Oli y Simón asistieron a la escuela una temporada e hicieron amigos". Aunque para cerrar aclaran que aún no se arraigaron en ningún sitio y que el viaje sigue.