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Naturaleza y vinos: un viaje por la geografía nacional a través de sus bodegas

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. El Esteco, Cafayate (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. El Esteco, Cafayate (Foto: Javier Ferreyra)

El día de vino argentino se festeja cada 24 de noviembre como una manera de homenajear a los diversos actores que de una u otra manera forman parte del proceso de elaboración de esta bebida universal.

El vino es mucho más que una bebida. El vino es un producto cultural milenario que ha tenido diversas funciones, desde ofrenda a los dioses y festejar victorias guerreras, hasta la función moderna de amenizar reuniones y brindar placer. Como es un líquido que no se produce de forma espontánea en la naturaleza, sino que depende de la mano y el saber del hombre, su producción involucra la geografía, la tecnología, las ciencias.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)

Naturaleza y cultura están unidas en el vino como un ensamble de orquesta dispuesto a generar un producto cultural que cada vez toma más protagonismo en Argentina, ya no sólo como una bebida sino como una experiencia completa.

La geografía argentina se ha ido transformando activamente gracias al vino: desiertos enteros han sido transmutados en prolijos viñedos y zonas inhóspitas convertidas en lugares paradisíacos con hoteles y restaurantes de primera categoría.

Ningún sector se ha transformado tanto desde el punto de vista turístico como las zonas dedicas al vino. Esa es una de las razones por la que visitar bodegas se ha convertido en una de las mejores maneras de recorrer los paisajes nacionales y de paso comer muy bien y tomar vinos cada vez más diversos y atractivos.

Recorrer un país buscando botellas

Recorrer el país buscando botellas puede ser el comienzo de una aventura singular y única, la excusa perfecta para un viaje que nunca termina, porque el vino es un viaje de ida.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Andeluna. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Andeluna. (Foto: Javier Ferreyra)

A medida que se sabe más y más, las pequeñas minucias del vino impregnan el imaginario y la pasión se convierte en casi una obsesión. Como pasa en los fanáticos del jazz o los observadores de pájaros, es un hobby en el que todos los días se aprende algo nuevo y cada pequeña diferencia, por mínima que sea, despierta un apasionante abanico de nuevas emociones.

Emociones que se quieren transmitir, por eso escuchar hablar de vino puede ser fastidioso al principio, pero al poco tiempo cualquiera se encuentra sin querer disertando sobre las minucias de los vinos.

La transformación por el terroir

El vino ha potenciado el turismo y el turismo ha potenciado el vino. Esta mutua simbiosis ha hecho emerger de las piedras verdaderas obras de arte de la arquitectura y ha permitido difuminar una impactante alfombra verde sobre áridas y deshabitadas regiones.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Domaine Bousquet. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Domaine Bousquet. (Foto: Javier Ferreyra)

Casi todas las provincias argentinas tienen plantaciones de vides, lo que hace un buen plan para visitar estos espacios y buscar el solaz de la naturaleza. Alejados rincones como Chañarmuyo en la Rioja, Purmamarca en Jujuy, Trevelin en Chubut, inexplorados terruños para el vino en San Pedro Norte en Córdoba, Chapadmalal al borde del mar, el Valle de Pedernal en San Juan, las costas del Paraná en Entre Ríos, los desiertos de La Pampa y los valles de Catamarca cambiaron la geografía y significaron un empuje para estas regiones desde que se empezó a practicar la vitivinicultura.

Porque el vino tiene el atractivo del entorno, de la ecología, de la gente. Si hay una palabra que define últimamente al vino argentino es la palabra terroir, que no es la tierra, sino el conjunto de factores que impactan en la uva: suelo, aire, viento, altura, clima, microbiología y la mano del hombre. Este conjunto de factores son los que permiten que cada vino sea único y distinto de acuerdo a la región. O sea, la geografía importa.

Y como la geografía importa, en los últimos años asistimos a una expansión de los territorios dedicados a las vides, buscando explorar nuevas zonas, diferentes alturas, microclimas o características del suelo. La vastedad del territorio argentino hace que esto sea posible y todo el tiempo están apareciendo nuevos viñedos en lugares impensados.

¿Vinos en Jujuy? ¿Vinos en San Luis? En Argentina está el viñedo más alto del mundo -Colomé en Salta- y el más austral -Otronia en Chubut-. También hay cerca del mar en Balcarce y al borde del dique Los Molinos en Córdoba. Un perdido viñedo en Uspallata, por donde pasó San Martín al cruzar los Andes y una cooperativa en Colalao del Valle, Tucumán. Un viñedo alrededor de una turbina en Cafayate y el vino argentino de mayor puntaje que sale de las uvas de un monasterio. La lista es infinita y cada vez hay más viñedos que hablan de la variedad geográfica y de opciones turísticas para los curiosos.

Tradición y modernidad

No hace falta buscar el viñedo más extraño para empezar a viajar en busca de la aventura del vino. Se puede empezar por las bodegas ya establecidas que cuentan con todas las comodidades para pasarla bien. Las opciones son innumerables y no hay mejores o peores, como no hay mejores o peores vinos.

La idea es viajar, aprender, disfrutar, conocer lugares que tal vez de otra manera no se conocerían y, lo mejor, tener una excusa para un pequeño viaje en familia, con amigos o incluso solo. Y son viajes cortos, ya que el cuerpo no siempre es capaz de soportar la ingesta de varios vinos diarios durante varios días.

¿Por dónde empezar? Mendoza lleva la delantera en cantidad de bodegas y también en calidad de servicios, con excelentes restaurantes y guías que acompañan el recorrido que termina en una degustación. Ya se trate de novatos o de expertos, elegir puede llevar a algunas indecisiones.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)

Lo ideal es ir primero a lo seguro y después buscar bodegas menos conocidas. Entre las clásicas están las antiguas como Trapiche, Nieto Senetiner, Weinert, Flichman, todas muy cerca del centro de Mendoza, y las ultramodernas en el Valle de Uco, como Atamisque, Andeluna, Anaia, Domaine Bousquet, nuevos nombres en la economía del vino que hacen resplandecer la región, con tecnología de última generación, enormes cavernas con barricas y ahora los turísticos huevos de cemento, que además de generar un atractivo visual generan curiosidad que los guías se encargan de satisfacer con explicaciones minuciosas que mezclan la química, las fases lunares, la magia y la ciencia.

Están las bodegas monstruosas que generan admiración: Catena Zapata con su historia y la multipremiada Piedra Infinita, la bodega de la familia Zuccardi elegida como la mejor del mundo, una construcción que impacta y genera una intensidad admirativa cuando se recorren sus naves.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Andeluna. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino: Andeluna. (Foto: Javier Ferreyra)

Bodega Séptima en Agrelo, muy cerca de Mendoza, vale la pena por su arquitectura que remite a los pueblos originarios y la calidad de su restaurante. El recientemente reabierto Finca El Paraíso de la familia Arizu propietaria de Luigi Bosca supone una experiencia inolvidable. Las bodegas nuevas instaladas en antiguas construcciones permiten recorrer la transición entre pasado y presente: Terrazas de los Andes y Kaiken son dos ejemplos preciosos de la convivencia del tiempo en un marco de modernidad.

No todo es Mendoza

Cafayate es el otro gran foco preferido de los vinófilos y vale el viaje, no sólo por las bodegas que hay en la ciudad sino por el entorno natural y las pequeñas bodegas dispersas por los Valles Calchaquíes viajando por la ruta 40 hacia el norte. Tesoros mundiales de vitivinicultura como El Esteco, con su enorme construcción restaurada, los viñedos antiguos y la variedad de experiencias que se ofrecen, desde cabalgatas entre viñedos a paseos en bicicleta.

En El Porvenir se pueden comer las mejores empanadas en horno de barro de la zona y hacer un picnic con vino entre los viñedos. En Vallisto se respira historia y buena onda, mientras se reconstruyen antiquísimas vasijas de vino. Bodega El Tránsito está pleno centro, pequeña y moderna, los vinos sorprenden, igual que en Vasija Secreta, la tradicional Domingo Hermanos y las inmensas instalaciones de Bodega Quara. Un poco más alejadas están Amalaya y San Pedro de Yacochuya, la bodega de los hermanos Etchart que hacen vinos míticos por su impacto en boca. Todo en medio de paisajes increíbles.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)

Si bien aún no está del todo instalada en el mapa de los grandes, los caminos del vino en Córdoba son un incentivo para recorrer las sierras buscando bodegas: Río del Medio, Las Cañitas, Finca Atos, Vista Grande y Furfaro en Calamuchita empujan a pasear entre las sierras e instalarse en alguna cabaña por unos días. Traslasierra es un paraíso para los gourmets porque se pueden conseguir quesos de calidad superlativa y pasar por varias bodegas como Viarago, Aráoz de Lamadrid y El Noble para probar los vinos. Y claro, la tradicional Colonia Caroya con Terra Camiare y la histórica La Caroyense invitan a acompañar vino con salames y pastas.

La Patagonia ha emergido como la nueva plaza de interés mundial relacionada al vino, no sólo por el mítico atractivo que ejerce esta región sino por la calidad de sus productos.

Los históricos viñedos de Humberto Canale en el Alto Valle del Río Negro incentivaron a muchos a buscar terruños aptos para desarrollar vides en una gesta que empezó hace poco y abarca centenares de hectáreas. Familia Schroeder es una bodega imperdible con su restaurante en San Patricio del Chañar, Neuquén, en donde también están Bodega Fin del Mundo, Patritti y varias pequeñas. Otronia, en el centro de Chubut, es una perla fascinante por sus vinos.

Animarse a probar lo distinto

¿Algún otro viaje puede generar tantas sensaciones diversas? Expertos o novatos, apasionados o parcos, creyentes o paganos, el vino domina los corazones hasta de los más descreídos. No es un viaje sólo para tomar vinos sino para vivir una experiencia. Las visitas están organizadas para oler, tocar, probar, aprender. Un mundo de aromas nuevos, de sabores particulares, de texturas como la madera, el acero, el cemento, la arcilla.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)

A veces hay que sacarse la vergüenza y preguntar y, como son lugares de trabajo, puede ocurrir cruzarse con el enólogo de la bodega en pleno trabajo. Lejos del estrellato, son proclives a incorporarse al grupo, charlar con los turistas y hasta sentarse a compartir la degustación. Por eso vale la pena visitar las bodegas pequeñas, porque la escala de trabajo es más artesanal y la posibilidad de encontrarse al enólogo manchado del bermellón sanguíneo es muy probable.

No se trata solamente de viajar por geografías distintas para tomar vino. Hay que considerar que el vino es diferente según la geografía. Un malbec de Salta no es el mismo que un malbec de Mendoza o uno de Córdoba. Las variables de clima, suelo y geografía influyen de manera determinante en la uva y por lo tanto en el vino. Esto es un incentivo más para viajar y conocer lugares nuevos en busca de sabores y aromas diferentes.

Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)
Un recorrido por los mejores viñedos y bodegas de la Argentina, para el Día del Vino. (Foto: Javier Ferreyra)

Si bien el malbec es la bandera del vino argentino no es la única cepa. Al viajar es preferible obviar las etiquetas que se consiguen en el supermercado. Lo glorioso es explorar y animarse a probar vinos de bodegas desconocidas, y en especial cepas nuevas, porque hay toda una revolución en relación con uvas menos famosas como el cabernet franc y el merlot, con cepas menos conocidas como garnacha, petit verdot, beguignol, gewürtztraminer, las históricas como pedro ximénez y semillón y las variedades criollas que sorprenden paladares con vinos divertidos.

Probar cosas diferentes complementa la experiencia del vino: animarse a los blancos, a los vinos naranjos y a las pequeñas producciones o parcelas seleccionadas que son únicos. Los viajes enriquecen. Los viajes con el vino aún más.