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Mucho más que aguas calientes

(Fotomontaje de Javier Candellero).
(Fotomontaje de Javier Candellero).

En Termas de Río Hondo, a 559 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, soplan vientos de cambio. La clásica ciudad termal jerarquiza su ya aquilatada propuesta turística con nuevas obras de infraestructura, que ampliarán el abanico de visitantes.

Las primeras referencias de Termas de Río Hondo fueron, allá lejos y hace tiempo, cuando Rosita, la madre de una querida amiga, solía viajar de tanto en tanto para tentar a la diosa fortuna en el casino. Era la época en la que Córdoba sólo tenía una casa de juegos en Corral de Bustos, al sudeste provincial.

En la década de 1990 fue Miguel Gallegos quien, al llegar julio, junto a su esposa se instalaba en el tradicional Hotel Los Pinos en búsqueda de los efectos bienhechores de esas aguas termales.

Corría 1942 y el empresario hotelero Bautista Fernández Robla construyó el Hotel Los Pinos, emprendimiento al que después sumó a Mauro Maurizio, su yerno. Llegó el cambio generacional y fueron los nietos, Eduardo y Carlos, quienes tomaron la posta de administrarlo. Hacia 1955 se incorporó la familia Suffredini y en la actualidad esa sociedad tiene hoteles en El Calafate y en Mar del Plata.

El clima semiárido de Termas de Río Hondo tiene temperaturas benignas durante el día, aún en invierno, pero la característica fundamental es la amplia cuenca de aguas termales que surgen en forma de vertientes y manantiales y que la convierten en ciudad termal.

Se asienta sobre 14 napas termo minerales, que aseguran esas aguas a todas las viviendas.

Distintos niveles de profundidad en las perforaciones permiten el uso de diversos tipos de agua: dulce, salada y mineralizada, particularidad que no se repite en otros centros termales.

Ya los tonocotes, cultura aborigen sedentaria de la región, que habitaba a la vera del río Dulce, conocían las bondades de las Yacu rupaj (milagrosas aguas calientes) a las que recurrían como fuentes curativas “para los males físicos y reposo de los espíritus cansados”.

Río Hondo siglo 21. En la actualidad, la ciudad de Termas de Río Hondo tiene más de 56 mil habitantes estables y al notorio impulso desarrollista de los empresarios privados, en los últimos tiempos se sumó el sector oficial con el flamante aeropuerto (comenzó a operar el pasado 24 de agosto), el autódromo y una costanera de 5.000 metros de largo, bordeada de palmeras en todo su trazado.

Ese magnífico paseo rodea la Isla del Sol, el lago, llega a la estación aeroportuaria y ya se proyecta su extensión.

En esta ola emprendedora se suma la construcción del Museo del Automóvil, que se habilitaría con motivo de la realización del Moto GP 2013, el Mundial de Motociclismo que desde 1999 no se realiza en Argentina.

Otra obra privada relevante es el Hotel Amerian, que abrirá sus puertas el próximo octubre, mientras se hizo pública la intención de otras cadenas hoteleras, Sheraton y Howard Johnson, de concretar sendos emprendimientos.

Temprano, por la mañana. El aire está frío pero el sol alienta a caminar cuando Termas de Río Hondo se está desperezando. El Parque Martín Miguel de Güemes es un gran espacio verde, con ejemplares de árboles nativos de gran porte a cuya sombra se apañan numerosos artesanos desde primera hora, con sus clásicos productos regionales.

La vieja estación de trenes hoy acoge al Registro Civil y al Museo Municipal de Bellas Artes y Artesanías en el predio del parque, lo mismo que al Centro Cultural y Artesanal General San Martín (donde se pueden adquirir artesanías santiagueñas), el Polideportivo Municipal, el Centro de Exposiciones y el Centro Médico de Orientación Termal.

Sobre calle Sarmiento, una de las que rodea al espacio público, se alinean los puestos de una de las tantas ferias artesanales que colorean el centro. Ahí se encuentran productos típicos, mixturados con una versión vernácula de las famosas “saladitas”.

El recorrido errático y solitario avanza por calle Rivadavia y descubre el Casino del Sol, frente a Plaza San Martín (en proceso de restauración).

Se trata de un imponente edificio colonial construido en 1943 y uno de los protagonistas de la vida nocturna.

Ruleta, punto y banca, tragamonedas y bingo acogen a los que gustan de la adrenalina de apostar y a aquellos que disfrutan de las propuestas culturales que ofrece la sala de espectáculos, en el mismo edificio.

Media mañana y el movimiento vehicular y peatonal se torna caótico. Comercios con mucho público y vendedores ambulantes que copan las aceras perfilan la postal.

Con sabor autóctono. En calle Caseros, entre Rivadavia y Sarmiento, Antonia Juárez y Julia Sánchez, al igual que otros artesanos, despliegan sus trabajos en cestería. Paja brava, palma y chala de maíz teñida, son manejadas con destreza mediante un punzón, para dar forma a canastos, posafuentes, costureros, fruteras y bolsos que mostrados sobre impecables manteles, esperan ser adquiridos.

Con técnicas transmitidas de generación en generación, en cada lazada, la cestería encierra los secretos del pueblo santiagueño.

Termas de Río Hondo tiene una consolidada marca de ciudad turística, pero se enfrenta a un salto cualitativo y cuantitativo con el desarrollo de las infraestructuras mencionadas. No obstante, protege ese bien intangible que es la tranquilidad de los pueblos de provincia.

La seguridad en su perímetro no es un argumento marketinero, es una certeza. El flujo de visitantes es constante, pero la ciudad impone un perfil conservador y recoleto; los lugareños cultivan el buen trato, tanto como la costumbre del mate, y desconocen los violentos apuros de grandes capitales.

El tañido de las campanas de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (en la esquina de Sarmiento y Francisco Solano) llaman diariamente a misa.

El templo, inaugurado en 1942, tiene estilo neocolonial, importante arco de entrada y una torre lateral con campanario.

Tres museos. Termas de Río Hondo tiene tres museos temáticos.

Museo de Bellas Artes y Artesanías. En Juan Bautista Alberdi y Juan Domingo Perón (dentro del Parque Güemes). Dispone de una importante colección de pinturas de relevantes plásticos regionales y nacionales.

Museo de la Ciudad. En Juan Bautista Alberdi 245, donde también funciona la Dirección de Turismo. Tiene una serie de fotografías ligadas a la historia de Río Hondo; mapas, documentos, artesanías e imaginería religiosa.

Museo Paleoantropológico Rincón de Atacama. En Caseros 268. Dedicado a la paleontología, también abarca temas de mineralogía y antropología. Expone un gliptodonte, mamífero extinguido hace 10 mil años; cerámicas del período agroalfarero, y piezas del precerámico. Urnas funerarias, armas, hachas, molinos de piedra y puntas de flecha, recrean la historia aborigen.

La noche. La noche fresca tienta a caminarla para desentrañar la vida nocturna hondense. De raigambre conservadora, la santiagueña ciudad mantiene fidelidad a su génesis tradicional y el folklore es una pasión que se exhuma por los poros.

Así, a poco de andar, se sienten los acordes de la “reina” chacarera matizada por zambas, escondidos y gatos. Llegan desde las peñas, festivales y patios que devuelven a la memoria de los turistas letras de clásicos nativos.

Para quienes gustan abrevar en los sabores criollos, la peña Yasta Sumaj (en Sarmiento 343) desafía a enredarse en el dulce romance de un baile folklórico mientras paladean tamales, empanadas y/o parrilladas, con un buen vaso de vino, como parte indisoluble del binomio costumbrista.