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Más que un capítulo en la historia

La capital tucumana, donde en 1816 se declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, posee una intensa vida cultural que excede las meras efemérides. El centro histórico registra una importante movida nocturna.

Tarde de un domingo de julio. El trayecto en taxi desde el Aeropuerto Internacional Benjamín Matienzo hacia San Miguel de Tucumán muestra la ebullición del clima electoral, con afiches y pasacalles, y en el horizonte el sol en retirada alterna sus últimos destellos entre columnas de humo.

El humo es de los ingenios y de las plantaciones, aunque está prohibida la quema.

Aparece el Parque 9 de Julio, principal pulmón verde capitalino, de aproximadamente 60 hectáreas y diseñado por el famoso paisajista francés Charles Thays. Por el oeste, exhibe réplicas de estatuas griegas clásicas y por el norte, la Casa del Obispo Colombres (hoy Museo de la Industria Azucarera) y la Casa Municipal de la Cultura; el Reloj Floral; el lago San Miguel; las facultades de Filosofía y Letras, Odontología y Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán; el Rosedal; el Camping Municipal; el Palacio Municipal de los Deportes; el Tucumán Lawn Tenis Club, y el Autódromo Municipal Nasif Estéfano. En esas coordenadas hay también una serie de confiterías, bares y restaurantes.

El Hipódromo de Tucumán, el Club Hípico y la Facultad de Educación Física de la UNT, cierran el perímetro sur del parque.

En el frío atardecer, el arribo a la capital tucumana trae a la memoria el histórico capítulo de declaración de la independencia argentina que se corporiza en la Casa de Tucumán, una suerte de inconfundible logotipo.

Corazón urbano. La Plaza Independencia es el corazón urbano de la tradicional ciudad, trazada en damero. A su alrededor están la Catedral, del siglo XVI, que por distintas reformas luce un estilo ecléctico en su imagen, sobre todo a la noche por la lograda iluminación. También rodea a la plaza el edificio de la Federación Económica de Tucumán; la Secretaría de Estado de Hacienda; la Casa Nougués, sede del Ente Tucumán Turismo; la Casa Padilla, en proceso de puesta en valor; la imponente Casa de Gobierno; el Jockey Club, y la Caja Popular de Ahorros de la Provincia.

Del mismo modo, envuelve al paseo el edificio del ex cine Plaza, patrimonio histórico en proceso de restauración. Su habilitación marcará un antes y un después en San Miguel de Tucumán, ya que será sede de congresos y convenciones y centro cultural.

Recuperar esas instalaciones aportará una capacidad para 1.600 personas (la infraestructura de hoy redondea 800).

En la esquina de San Martín y 25 de Mayo está la iglesia San Francisco, monumento histórico nacional desde 1964, y adosada, el convento San Francisco.

Expansión inmobiliaria. La fortaleza de la capit¡al tucumana está anclada en el nicho de eventos, congresos y convenciones, favorecida por la cercanía de sitios clave.

Se estima que el aumento de la oferta posicionará a Tucumán como líder en el norte argentino.

El presidente del Ente Tucumán Turismo, Bernardo Racedo Aragón precisó: “Tucumán es un motor económico cada vez más consolidado en Argentina. En 2003 surgió el agudo problema de mortalidad infantil, que se superó con la generación de mayor demanda de mano de obra y más escuelas, que a veces superó estándares nacionales”. Se dice que la actual gestión sumó casi 150 nuevas escuelas.

“Tras solucionar esa grave instancia, que puso la lupa del país en Tucumán, recién ahí se pudo avanzar en la gestión turística”, acotó el funcionario.

Peatonales con coquetos cafés y confiterías, forestadas por naranjales (en 2008, cuando el presidente de Venezuela Hugo Chávez, asistió a la Cumbre del Mercosur, en San Miguel de Tucumán, mostró su sorpresa por los cítricos al paso), identifican a una ciudad vital.

En los últimos años se inauguraron 28 hoteles, a los que se sumarán otros tres actualmente en construcción. Hoy hay 30 mil camas turísticas disponibles, 50 por ciento en la capital provincial y el resto en el interior”.

La Casa de Tucumán. Bella, blanca, muy cuidada, la Casa de Tucumán, tantas veces dibujada en la escuela, recuerda la declaración de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 9 de julio de 1816. A dos cuadras de Plaza Independencia, en Congreso 141, fue declarada monumento nacional en 1942.

Varias veces intervenida, fue reconstruida en 1943 y alberga al Museo de la Independencia en cuyas salas se expone un valioso patrimonio de objetos del período colonial, de las guerras de la independencia y del siglo 19.

Una biblioteca y archivos; la Tienda del Museo, con venta de afiches, fotografías, libros y artesanías, y fantásticos patios interiores completan las dependencias. El horario de visitas es de lunes a domingo de 10 a 18, en tanto que el valor de las entradas va desde los $ 8 para adultos, $ 3 para jubilados y sin cargo para niños hasta 12 años. Hay visitas guiadas y se presenta una obra de teatro histórico. Por la noche, un espectáculo de luz y sonido recrea los episodios que la introdujeron en la historia del país.

Muy cerca de la Casa Histórica, se encuentra la basílica de Nuestra Señora de la Merced, de la que era profundamente devoto Manuel Belgrano y a quien le hizo entrega del bastón de mando al tiempo que la declaró Virgen Generala del Ejército Argentino.

Una capital viva. Un rasgo que sorprende de la capital tucumana es la intensa vida nocturna. Aún en vísperas de días hábiles, restaurantes, cafés, bares y locales de espectáculos muestran una importante actividad y son muy frecuentados. Además, la ciudad está dividida en zonas gastronómicas que fortalecen el perfil noctámbulo.

El microcentro es un polo bancario, razón por la cual hay muchos establecimientos con menús ejecutivos, otros que ofrecen desayunos y cafés y así se atomiza la oferta.

El norte es la zona más glamorosa y se caracteriza por noches intensas de alta gama, con cocina gourmet, de autor y restaurantes de categoría, principalmente, alrededor de Plaza Urquiza (recientemente remodelada).

El sector sur se caracteriza por locales de comida rápida y entretenimientos. Allí se concentran los Tribunales; la Universidad Nacional de Tucumán; el Parque 9 de Julio, y un circuito de cadenas hoteleras, como los actuales Catalinas Park (cinco estrellas) y Garden (cuatro estrellas). Al frente de éstos se construye el Sheraton Tucumán, que hace prever la generación de centros gastronómicos de alto nivel.

En la periferia. Aproximadamente a ocho kilómetros de San Miguel, se encuentra Yerba Buena, al pie del cerro San Javier.

El sello distintivo de esta urbanización, que ya tiene rango de ciudad, es una línea de construcción residencial con amplios jardines y noches intensas.

Allí se concentra el sector social de alto poder adquisitivo y tiene tres shoppings, bancos y campus universitarios. En esa área se concretará el proyecto más ambicioso del norte argentino, denominado Alter City, mega complejo de oficinas al pie del cerro que combinará naturaleza con trabajo, en torno a una laguna artificial y campos de golf.

San Miguel de Tucumán es una capital abarcable, hecha a la medida del hombre; con una vital oferta cultural e incesante expansión inmobiliaria, y caja de resonancia de las demandas estudiantiles de cuatro universidades, cuya estratégica ubicación la posiciona como portal del norte argentino.