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Historia sobre los 100 metros donde vive el diablo, en la serranía del Hornocal

"Una de las geografías más impactantes que vi en mi vida", dijo Fernanda Etcheves sobre Hornocal.
"Una de las geografías más impactantes que vi en mi vida", dijo Fernanda Etcheves sobre Hornocal.

La escritora y periodista Fernanda Etcheves, de viaje por la provincia de Jujuy, relató en Twitter una de las leyendas lugareñas.

Fernanda Etcheves, escritora y periodista, contó a través de un hilo de su cuenta de Twitter (@fetcheves) los relatos en torno a un lugar mágico de Jujuy.

Hábil en construir historias, Fernanda llevó a las redes sociales sus impresiones sobre lo que vio y vivió en el norte argentino, pero especialmente en un lugar a 4.000 metros de altura.

"Hoy en Humahuaca me contaron una historia que no creí. Una hora después la pude ver con mis ojos. No me arrepiento de no haber creido; nadie en su sano juicio cree en el diablo", comenzó.

"La serranía del Hornocal queda en Jujuy, a 4.300 metros de altura. Desde Humahuaca son 30 kilómetros, 15 de los cuales son salvajes: no solo se apunan las personas, también los autos. Hay tramos en donde sólo andan en primera.

"Fue Ismael, un lugareño, el que me llevó y me contó la historia de los 100 metros en donde vive el diablo. Lo hizo en un tono susurrado como quién dice palabras prohibidas, pero urgentes. El creyó que yo tenía que saberlo; yo hubiese preferido no saber.

"Esos 100 metros diabólicos están a unos 4000 metros de altura. En ese tramo, muchos autos recalientan y se quedan. Los que aguantan, enloquecen. La primera no es suficiente y apenas se mueven con el impulso.

"Cuando llegamos, un auto estaba frenado; del motor salía humo. Ismael frenó y le dijo al dueño del auto \'dejalo que se enfríe, no le insistas al diablo\'. El barbijo escondió mi risa nerviosa.

"A los pocos metros, pasó algo extraño. Sentimos que algo empujó nuestro auto. Ismael pudo meter segunda y agarramos velocidad, como si hubiesemos salido de un pantano invisible.

"Ismael dijo gracias en voz alta; yo preferí agradecer, no se a qué o a quién, en silencio. El resto del viaje fue impecable, sólo en esos 100 metros la cosa se pone espesa y los autos se encaprichan.

"Al final del recorrido está el Hornocal, una de las geografías más impactantes que vi en mi vida. Vale la pena agradecerle al diablo si el premio es poder conocer esta belleza. Los 100 metros del diablo. Jujuy, Argentina", concluyó.