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Flotación por el río Limay, una aventura patagónica

El sur argentino ofrece rincones únicos que muchos desconocen. Entregarse a las aguas turquesas del Limay y acampar a sus orillas es una excelente forma de escapar de la rutina.

El sol todavía está alto en el cielo y se refleja en las olas de un río transparente de la Patagonia. A pocos metros de allí, el Nahuel Huapi da origen en una pendiente al Limay, el río que separa las provincias de Neuquén y Río Negro.

Es enero, pero el clima está fresco: unos 18°C. El agua, aún más fría. Pero nada nos detiene para descargar la camioneta e inflar los gomones para arrancar con la remada.

En bolsas estanco se cargan las bolsas de dormir, los aislantes, la comida, el calentador, las mochilas y demás elementos necesarios para ser autosuficientes durante los próximos tres días.

El río es caudaloso y cristalino, de un color turquesa similar al de los lagos del sur.

Con todo listo (y bien atado a los gomones), nos largamos al agua.

A remar

Navegar es fácil pero hay que respetar el agua y sus corrientes: la velocidad arrastra el gomón y, una vez sobre el cauce, es imposible frenarlo.

Los primeros minutos son de tensión: un gomón, con los más inexpertos, se aleja del otro y no los podemos alcanzar.

Los sauces criollos abundan en las orillas del río y representan el principal peligro: si no se corrige la dirección del gomón a tiempo, el agua terminará por arrastrarnos debajo de ellos.

Navegamos un par de horas hasta llegar a una playita que nos gusta. Allí pasamos la noche.

El lugar es tranquilo: sólo se escucha el río y nuestras voces. Alrededor está la Patagonia, esa que se nos viene a la mente al evocar su nombre. Estamos solos y relajados.

Calentamos la pava sobre un fueguito que nos ayuda a recuperar calor. El sol está bajando y necesitamos cambiarnos, porque el agua del río es fría y congela la piel.

La noche llega sola y nos espera con unos tallarines con salsa.

Estiramos los aislantes y las bolsas de dormir. Sin carpa, nuestro techo está formado por la copa de algunos árboles entre los cuales se alcanzan a ver las estrellas.

Los “colmillos”

Apenas amanece, desayunamos y partimos. Nos toca transitar por la parte más complicada de toda la travesía, conocida como los “colmillos”: el agua arrastra fácilmente la embarcación entre dos piedras puntiagudas que pueden acabar con los botes.

Justo antes de llegar allí, parte del equipo es arrastrado hacia una de las costas, donde abundan los árboles. Pero logramos salir ilesos y, con mucha fuerza de remo y gritos de aliento de gomón a gomón, superamos esa etapa.

El resto del día transcurre relajado, mirando hacia el fondo del caudaloso río que en partes alcanza los 20 metros de profundidad.

Una buena opción es frenar para almorzar en Villa Llanquín, una pequeña localidad sobre el Limay. El pueblo ofrece un típico paisaje patagónico con un lindo agregado: casi no hay tránsito vehicular, ya que el cruce del río –único acceso al pueblo– se hace por una vieja balsa maroma.

Pasamos la tarde tranquilos, disfrutando de la naturaleza. Arriba del gomón, claro. Hasta la última parte de nuestro viaje, en donde el río comienza a perder fuerza y tenemos que remar con mucha más energía.

Una carpa improvisada

Encontramos una playa de arena volcánica sobre la cual acampar. Nuevamente prendemos el fuego y disfrutamos de un atardecer rojizo sobre la cordillera patagónica. Pero las nubes se van acercando y todo parece indicar que dormir al aire libre no será buena idea.

Algunos se resguardan en dos carpas mientras comienzan a caer las primeras gotas. Los otros aventureros del grupo preferimos disfrutar de lo que la naturaleza propone para esa noche: decidimos usar los botes para improvisar un techo y, con la ayuda de remos y de sogas, logramos darle algo de estructura a la tienda.

Dormir allí dentro, previo chocolate y licor, es una de las experiencias más lindas en la naturaleza. El sonido de las gotas de lluvia cayendo sobre la lona del bote y el calor de una buena bolsa de dormir hacen que la noche se aproveche para descansar.

No avanzamos

Amanece y, temprano, hay que partir. Nos espera el último tramo y, como vemos una buena racha sin viento en contra, salimos rápido. Allí, cerca de la confluencia del Limay con el Traful, el río ya se transforma casi en cola del embalse de Alicurá.

Remamos con mucha energía y el tramo se hace largo, hasta que el viento comienza a soplar con fuerza, quizás por la altura de las montañas que lo rodean. El sol se esconde y el día se pone helado.

Remamos, pero no hay corriente. La balsa se vuelve pesada.

Decidimos frenar en una de las orillas porque el viento casi nos lleva hacia atrás. En la costa, y luego de mojarnos las piernas para amarrar los botes, tenemos una reunión de grupo: algunos no quieren seguir, votan por cruzar el monte y tratar de llegar a la ruta, que está cerca.

Nos dividimos: dos vuelven caminando y el resto opta por remar y llevar los botes a destino.

El viento nos regala algunos minutos de tranquilidad que aprovechamos para remar con fuerza. El sol vuelve a aparecer para dejarnos disfrutar del último tramo y, al reencontrarnos en Confluencia con el resto del equipo, festejamos con los remos en alto.

Datos útiles

LA EXCURSIÓN: el viaje es organizado por Aventur Expedición, un grupo de turismo aventura con casi 30 años de actividad en el sector. El grupo es liderado por Marcelo Muré, guía habilitado para este tipo de actividades. El servicio incluye traslado en vehículo desde Córdoba a Bariloche, comidas en campamentos y equipamiento necesario. Sólo es necesario contar con aislante y bolsa de dormir.

MÁS QUE REMAR: después de los tres días de excursión, el viaje continúa otros tres días más en Villa Traful, un pintoresco pueblo patagónico sobre el lago con el mismo nombre. Allí se duerme en una hermosa cabaña transformada en hostel, en medio de un bosque nativo. El alojamiento está incluido en el precio de la excursión.

PRECIO: la excursión se realiza sólo una o dos veces al año, normalmente en enero. El precio aproximado es de $ 35.000 por persona. Los lugares son acotados, así que es conveniente reservar con tiempo.

CONTACTO: para más info, buscar Aventur Expedición en Facebook o en Instagram, o llamar por teléfono al 351-3130774.