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Esteros del Iberá: un recorrido por las maravillas naturales de Corrientes

Símbolo de los Esteros del Iberá: el yacaré vigila atento el entorno.
(Gentileza: Graciela Cutuli)
Símbolo de los Esteros del Iberá: el yacaré vigila atento el entorno. (Gentileza: Graciela Cutuli)

En el norte de la provincia de Corrientes, en el humedal de miles de hectáreas viven numerosos mamíferos, reptiles y aves que concentran la atención de avistadores de todo el mundo.

Alrededor de cuatro mil especies de fauna y flora, casi el 30 por ciento de las reconocidas en toda la Argentina, viven entre las aguas y la tierra de ese inmenso humedal, que se conoce como los Esteros del Iberá. Una parte —más de 195 mil hectáreas— tiene estatuto de Parque Nacional, pero el área protegida a nivel provincial supera el millón de hectáreas: un mundo donde el horizonte verde y las aguas calmas son el refugio de carpinchos, yacarés, ciervos de los pantanos, boas, chajás y muchas otras especies que habitan el territorio argentino, uno de los más biodiversos del mundo.

El Humedal: ecorregión que abarca alrededor de 1,3 millones de hectáreas. (Gentileza: Graciela Cutuli)
El Humedal: ecorregión que abarca alrededor de 1,3 millones de hectáreas. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Se puede ingresar al Parque Nacional a través de cuatro portales o accesos independientes, siempre dentro de la provincia de Corrientes. Se trata de los portales Cambyretá (en la parte norte de la reserva, cerca de la ciudad de Ituzaingó); San Nicolás (oeste, cerca de la localidad de San Miguel); Carambola (también oeste, cerca de Concepción del Yaguareté Corá) y Laguna Iberá (sureste, cerca de Carlos Pellegrini). Todos ellos permiten vivir la experiencia Iberá, aunque con niveles de servicios diferentes.

El ciervo de los pantanos, un habitante del gran humedal correntino. (Gentileza: Graciela Cutuli)
El ciervo de los pantanos, un habitante del gran humedal correntino. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Los dos primeros, Cambyretá y San Nicolás, están entre los más recomendables para los avistajes de fauna, pero también son los más agrestes. Se recomienda ingresar con vehículos altos y habiendo contratado previamente guías en Ituzaingó y San Miguel, ya que hay poca señal de celular y no hay Internet. En el caso de Carambola, es el que permite conocer mejor el aspecto histórico y cultural del Iberá (chamamé incluido), ya que Concepción y sus alrededores se encuentran entre las partes más habitadas de la región.

Hembra adulta de carayá, la especie de voz más potente en el reino animal. (Gentileza: Graciela Cutuli)
Hembra adulta de carayá, la especie de voz más potente en el reino animal. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Finalmente, Colonia Pellegrini es el portal pionero y donde están más desarrollados los servicios para los turistas: allí varios lodges permiten dormir al borde de la laguna, escuchando los sonidos con que la naturaleza habla por las noches.

El paraíso de las aves

Los Esteros del Iberá permiten avistar muchas especies de fauna que viven entre la tierra y el agua, un mundo particularmente anfibio que es también tierra de gauchos y arraigadas tradiciones camperas; sin embargo, la estrella de la región son los pájaros, que atraen a avistadores de todo el mundo en busca de marcar en sus libretas la “figurita difícil” que esperan atrapar con sus binoculares.

Aves zancudas buscando alimento en los Esteros. A la izquierda una espátula rosada, a la derecha una cigüeña de cabeza pelada. (Gentileza: Graciela Cutuli)
Aves zancudas buscando alimento en los Esteros. A la izquierda una espátula rosada, a la derecha una cigüeña de cabeza pelada. (Gentileza: Graciela Cutuli)

No importa que el recorrido se haga en las tradicionales y silenciosas embarcaciones impulsadas a botador, a caballo o en los senderos que se pueden transitar a pie; siempre habrá cerca un ave, grande o pequeña, para sorprenderse con su canto y con sus colores. No es casualidad que el emblema del Parque Nacional sea el pequeño yetapá de collar, un ave de los pastizales que se distingue por las largas plumas de la cola y la piel roja de la garganta de los machos.

El área protegida a nivel provincial supera el millón de hectáreas. Los Esteros del Iberá son uno de los humedales más grandes del mundo y se ubican en el centro-norte de Corrientes. (Gentileza: Graciela Cutuli)
El área protegida a nivel provincial supera el millón de hectáreas. Los Esteros del Iberá son uno de los humedales más grandes del mundo y se ubican en el centro-norte de Corrientes. (Gentileza: Graciela Cutuli)

También hay que conocer los mejores horarios: para ver aves, siempre será al amanecer, bien temprano, o bien cuando está a punto de ponerse el sol y las aguas del humedal se tiñen de reflejos dorados. Aunque no es imprescindible, porque muchas especies se ven a simple vista, siempre conviene portar un par de binoculares y una cámara fotográfica con buen zoom que permita retratar las diferentes especies en todo el esplendor de sus detalles.

El martín pescador aguarda hasta lanzarse a capturar sus presas.
(Gentileza: Graciela Cutuli)
El martín pescador aguarda hasta lanzarse a capturar sus presas. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Lo que sí es fundamental es guardar silencio: los visitantes del Iberá son sólo eso, visitantes en un mundo ajeno, y si quieren ver a sus habitantes deben respetar las reglas de su hábitat. Así podrán descubrir las curiosas espátulas rosadas de pico aplanado; las garzas moras con su fija mirada; los cabureís de inquisitivos ojos redondos; las monjitas dominicas de plumaje blanco, gris y negro; las lavanderas de cabecita oscura y cuerpo blanco; el ruidoso chajá del que afirma un dicho que es “pura espuma”; el federal de cabeza vistosamente roja; los cardenales de copete colorado; las zancudas jacanas.

Un guía de los Esteros, botador en la mano. De este modo las lanchas avanzan, sin motor y sin ruido, sin ahuyentar la fauna. (Gentileza: Graciela Cutuli)
Un guía de los Esteros, botador en la mano. De este modo las lanchas avanzan, sin motor y sin ruido, sin ahuyentar la fauna. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Los guías del Iberá son fundamentales para aprender a descubrirlos entre la vegetación, distinguir sus nidos —según la época se podrán conocer también sus crías— y empezar a reconocerles el canto. Cada época del año tiene su encanto, pero la primavera depara tal vez la buena fortuna de ver el cortejo del jabirú, una gran cigüeña americana que habita en el Iberá y es tan grande que se ve fácilmente a la distancia.

Joven zorro gris: especie que se puede cruzar al transitar los caminos internos del Iberá. (Gentileza: Graciela Cutuli)
Joven zorro gris: especie que se puede cruzar al transitar los caminos internos del Iberá. (Gentileza: Graciela Cutuli)

Difícilmente, es cierto, todo se vea en un solo viaje; las especies son numerosas y la naturaleza, imprevisible. Pero lo que es seguro es que se volverá habiendo visto mucho más de lo esperado en este mundo privilegiado de “aguas que brillan” hasta donde se pierde la mirada.

Datos útiles

¿Cuándo ir?  Los Esteros del Iberá se visitan durante todo el año. En invierno se podrá disfrutar un clima menos riguroso; en verano, el calor aprieta y hay que protegerse bien del sol. En primavera, cuando toda la vida rebrota, es una de las mejores épocas para el avistaje de aves.

¿Qué portal elegir? Depende desde dónde se viaje y de los servicios que se quiera tener. El más desarrollado es Colonia Pellegrini, tradicional para los paseos embarcados. Sin embargo, Cambyretá ofrece lugares excepcionales para avistar aves. Si se llega en avión, Posadas y Corrientes son los aeropuertos más cercanos, pero desde allí es preciso contar con vehículo para llegar hasta los respectivos portales. Es importante, especialmente en Cambyretá y San Nicolás, asegurarse las condiciones del camino, sobre todo si hubo muchas lluvias.

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