buscar

Escapada de otoño a Mendoza

La estación de las hojas amarillas es el momento perfecto para dedicarle una visita a la tierra del vino, el olivo y las montañas. Aquí, recomendaciones para un paseo de tres días por la provincia.

Día 1: estaciones gourmet

Corchos que se destapan y un gustito único a oliva pueden ser las características que marquen la primera jornada en Mendoza, y el oasis productivo del departamento de Maipú presenta propuestas olivícolas y vitivinícolas únicas.

El primer destino es la bodega boutique Vistandes, frente a la cordillera. Catar el vino es toda una experiencia y en este lugar un sommelier relata todos los truquitos para descubrir y conocer la calidad del producto degustando tres cepas diferentes. Entre ellas, una muy especial: Carmenere –esta bodega es una de las cinco nacionales que comercializan la emblemática uva chilena–.

La segunda estación es la cava de Don Arturo, fundada a principios del siglo XX. Se ubica en la misma región pero es más pequeña, familiar y pintoresca. Los viñedos se encuentran en el lugar y las uvas se trasladan directamente para la elaboración y el envasado. Sus propios dueños son quienes organizan la visita guiada y permiten una degustación de hasta cuatro varietales al finalizar el recorrido.

En este escenario gourmet, pedacitos de panes se rodean de tomates deshidratados y el aroma a aceituna hace agua la boca de aquel que ingresa en la olivícola boutique Pasrai, en la misma región. Observando las instalaciones de esta fábrica familiar se conoce el modo de producción artesanal con molinos de piedra que amasan la pasta de aceituna, y prensas hidráulicas que le dan al aceite de oliva sabor, aromas y texturas únicos. La tarde se cierra en el salón de degustaciones, donde se alaban pasas de uva, se descubren los beneficios del aceite de oliva para la salud y se prueban diversos tipos oleícolas.

Día 2: alta montaña y paisajes históricos

La propuesta para el segundo día encierra una mística diferente a la del anterior. Con ropa deportiva y ganas de paisajes, comienza desde temprano una travesía de montaña. Partiendo desde la ciudad, al bordear el río Mendoza se puede observar la vía del antiguo ferrocarril trasandino. El Valle de Uspallata da la bienvenida y es posible detenerse en el puente histórico del río Picheuta, utilizado por el General San Martín como una de las rutas principales para atravesar la cordillera de los Andes. Se reanuda la marcha para almorzar en uno de los comedores para turistas, ya que a esa altura la temperatura de montaña se hace sentir y es aconsejable incorporar calorías al cuerpo.

El camino continúa por el valle Los Penitentes y, más adelante, el Puente del Inca –a 2.720 metros sobre el nivel del mar– enamora como formación geológica natural sobre el río Las Cuevas. Su coloración se debe a la acción de las aguas termales, y da la sensación de que todo se hubiera petrificado. El tramo termina en un mirador que permite apreciar el esplendor del  Aconcagua, el pico montañoso más alto de Latinoamérica que se ganó el apodo del “centinela de América”. Con los pulmones llenos de aire cordillerano, es hora de emprender el regreso.

DATOS. Información útil para una escapada a Mendoza.

Día 3: hitos sanmartinianos y noche mendocina

Es necesario despedirse de la ciudad. Antes de comenzar la caminata hacia el Cerro de la Gloria, lo mejor es ingresar a ciertos íconos sanmartinianos. El antiguo solar de su propiedad, entre las calles Corrientes y Urquiza, o el museo y la biblioteca de este prócer argentino merecen una visita detenida. A unas veinte cuadras, los antiguos portones del parque General San Martín, con más de un siglo, marcan el ingreso a uno de los espacios verdes más importantes a nivel nacional. En el interior se puede ascender al monumento que rinde homenaje a su gesta libertadora y obtener una panorámica de la ciudad que es un regalo.

Para cerrar la estadía en la provincia, breve pero intensa, la noche mendocina encuentra su lugar en la avenida Arístides Villanueva. Un sinnúmero de bares, pubs y restaurantes dispuestos sobre esta calle son los sitios elegidos para disfrutar de música y comidas para todos los gustos, acompañadas de una cerveza artesanal, un vaso de fernet o una infaltable copa de vino.