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Con un claro perfil europeo

(Fotomontaje de Javier Candellero).
(Fotomontaje de Javier Candellero).

Cosmopolita, visceral y a veces convulsionada, pero siempre seductora. Parques, plazas, paseos, centros culturales y edificios vanguardistas en una atmósfera por momentos agresiva encuentran su costado manso en la magnífica arboleda, la costanera y el Río de la Plata que la circunda.

Dicen que la ciudad de Buenos Aires durante mucho tiempo miró más a Europa que a sus pares americanas. Abonan esta afirmación los numerosos edificios, trazas urbanas y paseos públicos inspirados en estilos europeos, especialmente de Francia.

Una mirada a la historia, revela que la gran transformación de la capital argentina entre fines del siglo 19 y comienzos del 20, se encaró con motivo de celebrarse el centenario de la Revolución de Mayo y se plasmó en la suma de aportes que las corrientes de inmigrantes dejaron como impronta en un marco finalmente ecléctico.

Ello se evidencia en los estilos art decó, art nouveau y neogótico tardío que sucedieron al academicismo en monumentales edificaciones.

Durante el centenario (1910) se celebró la Exposición Universal en la Ciudad de Buenos Aires, en un desafío criollo a los ojos del mundo. Esos proyectos renovadores se vieron apañados por la prosperidad económica que vivía Argentina, con un formato agroexportador. En ese contexto surgieron nuevos servicios públicos y edificaciones en altura, que modificaron el perfil capitalino de ese entonces.

En la actualidad, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una de las más grandes capitales del mundo y ya no necesita mirar a través del océano Atlántico porque genera, mucha y buena, creatividad propia.

La ciudad resalta por sus modernas torres de concreto y vidrios espejados que logran armonizar con el patrimonio colonial, en un contexto de numerosos parques y plazas, pulmones verdes vitales, alimentados por colosales tipas, lapachos y jacarandaes que aportan colorido.

Con los límites naturales por el oriente y sur, del río de la Plata y el riachuelo, y por el norte y oeste, de la avenida General Paz, la ciudad de Buenos Aires seduce a locales y visitantes por su diseño y la bulliciosa vida cultural.

Dos días a pleno. Fue una escapada de dos días, a la Ciudad de Buenos Aires, con la consigna de disfrutar del buen teatro; del arte, en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), y un circuito en bicicletas eléctricas como sistema turístico de movilidad sustentable.

El Ente de Turismo del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, diseñó recorridos citadinos en bicicletas eléctricas que combinan espacios verdes, de arte y museos.

Son dos opciones que se realizan como circuitos diarios. Uno incluye el recorrido de parques, jardines, monumentos y espacios de arte al aire libre, a través de las bicisendas del barrio de Palermo, y el otro, también en la misma barriada, recorre los museos de la zona.

Ambos parten y llegan al Planetario Municipal Galileo Galilei y recorren un perímetro conformado por los espacios de arte, monumentos, museos Sívori y Malba, y Parque 3 de Febrero.

La tarifa de cualquiera de los recorridos es de $ 70 y se realizan de lunes a lunes, con una duración de dos horas.

La visita que incluye el recorrido de arte, monumentos y jardines, se realiza por la mañana (de 10.30 a 12.30) y el circuito de museos, parques y jardines, por la tarde (de 14.30 a 16.30). El máximo de participantes en ambos casos es de 15 personas.

Las reservas se hacen por correo electrónico a la siguiente dirección: turismoendosruedas@buenosaires.gob.ar y el pago del ticket se hace en efectivo, en la boletería del Planetario.

El grupo parte a media mañana desde el Planetario, para cubrir un recorrido de tres kilómetros y medio por el Parque Tres de Febrero, más conocido como los bosques de Palermo, flanqueados por un guía bilingüe y dos asistentes. En el trayecto hay paradas en puntos clave donde se relatan episodios históricos y se reseña el valor artístico del espacio.

Buena parte del circuito transcurre por bicisendas, aunque también por grandes avenidas, bulevares y calles adoquinadas, en todos los casos bajo la generosa sombra de los árboles de gran porte.

El Parque Tres de Febrero se inauguró en 1875 y fue impulsado por Domingo Faustino Sarmiento. Esos predios pertenecieron a Juan Manuel de Rosas, quien los adquirió en 1836 y en ellos, el entonces gobernador, construyó su residencia que fue sede del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Derrotado Rosas el 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros, todos esos bienes se declararon patrimonio público y en conmemoración de la fecha, se le impuso el nombre al parque.

Al perímetro original de 80 hectáreas, con el tiempo se le sumó ampliaciones y fue allí donde la creatividad del paisajista francés Charles Thays le imprimió un diseño de fisonomía monumental.

Una de las escalas del circuito es el Museo Eduardo Sívori, frente al lago y el Rosedal y muy cerca de la escultura Familia de Ciervos, de Georges Gardet.

El edificio del museo, de estilo pintoresquista, fue tambo modelo y luego famoso punto gastronómico, hasta que en 1983 se remodeló para albergar al museo especializado en arte argentino. Atesora una gran colección de pinturas, esculturas, dibujos y tapices que totalizan un patrimonio de alrededor de 4.000 piezas.

La segunda parada es en el Hipódromo Nacional de Palermo, edificio que data de 1876 y fue restaurado en 1908.

De estilo italianizante en la balaustrada y con líneas de la escuela de bellas artes en su parte media, tiene en la entrada una corte de honor, de influencia francesa, con réplicas de las esculturas de caballos de la Plaza de la Concorde de París, y reja, también de reminiscencias galas.

Los pedaleos a continuación, conducen al Buenos Aires Lawn Tenis, edificio de 1905, para llevar luego al lago de Regatas (1906) donde hay instalaciones sanitarias; el Campo Municipal de Golf (1905), y el Rosedal.

En 1914 se terminó la construcción del Rosedal, obra de Benito Carrasco (discípulo de Thays).

Fuentes moriscas, un Patio Andaluz, con azulejos que recrean pasajes de El Quijote de la Mancha, y el área del Jardín de los Poetas y Escritores, conforman un marco donde se concentran 1.200 especies de rosas.

El Rosedal está protegido por una reja, que permanece abierta de 8 a 17, salvo los lunes, día destinado al mantenimiento que asume la Fundación YPF.

En ese espacio se desarrollan recitales gratuitos los domingos a partir de las 16, con variopintos estilos musicales (jazz, clásica, fusión y gregoriana, entre otros).

Frente al Zoológico y los jardines Botánico y Japonés, se observan alineados los monumentos a Domingo Faustino Sarmiento; a la Carta Magna, o de los Españoles, cuya piedra fundamental se colocó en 1910 en presencia de la infanta Isabel de Borbón que llegó a Buenos Aires con motivo del centenario, y a Justo José de Urquiza.

La recreativa bicicleteada urbana llega a su fin con el regreso al Planetario.