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Cataratas del Iguazú, por tierra y desde el agua

Existen varias formas de conocer los saltos, desde paseos en gomón hasta la caminata por la pasarela que conduce a la Garganta del Diablo. En qué consiste cada una.

Todo comienza con una leyenda y las Cataratas del Iguazú no son la excepción. Según la historia que narra su origen, la joven Naipí iba a ser entregada a Boi, una monstruosa víbora, situación que le generaba una gran tristeza. Tarobá, el enamorado de Naipí, logró rescatarla y escaparon juntos en una canoa por el río Iguazú.

Al enterarse, la serpiente salió con toda su furia desde la tierra, rompiendo todo lo que se hallaba sobre ella, y así creó las cataratas. Los enamorados, sorprendidos, cayeron al agua y Boi convirtió a Tarobá en piedra y a Naipí en árbol. Hoy, los jóvenes siguen conectados a través del arcoíris que aparece todos los días en el lugar.

DATOS ÚTILES. Información útil para una aventura en las Cataratas del Iguazú.

 
 
 
Ver escadofresco) el6 Mar, 2018 a las 4:51 PST

Entre pasarelas y senderos

Hay varias formas de conocer las Cataratas de Iguazú, una de las 7 maravillas naturales del mundo. Una de ellas es ir en tren hasta la Garganta del Diablo. Desde la Estación Central, el tren parte cada media hora (el primero sale a las 8.30). Tras llegar a la Estación Garganta, hay que caminar 1.100 metros por una pasarela para llegar a destino. El camino sobre el río Iguazú superior es tranquilo y está rodeado siempre de verde.

Cerca de la meta, el sonido del agua comienza a tomar fuerza, al igual que la ansiedad de los visitantes. Desde los últimos metros la vista es alucinante: la corriente cae en lo que parece ser un agujero gigante. Con una altura de más de 80 metros, la Garganta del Diablo moja a los turistas que sacan fotos desde la pasarela. El panorama es mágico y emociona a todos.

A la vuelta, el tren para en la Estación Cataratas, donde hacen su primera aparición los coatíes. Desde allí se puede hacer el circuito inferior, un recorrido de 1.700 metros por algunos saltos como Dos Hermanas, Chico, Lanusse y Alvear Núñez. Es ideal para obtener una fotografía panorámica de casi todas las cataratas. En medio del río se llegan a ver, pequeñas, algunas lanchas y, al frente, la isla San Martín.

“Baldazos” de agua

Otro imperdible en las cataratas es la excursión Gran Aventura. Advertencia: el que elija este recorrido terminará inevitablemente mojado, más allá de la embarcación en la que se encuentre.

La primera parte se hace en vehículos 4x4 que salen desde la Oficina Central o del Centro de Visitantes. Hay que presentarse con unos 10 minutos de anticipación al horario coordinado. La excursión dura unas dos horas y recorre 5,5 kilómetros del sendero Yacaratiá en medio de la selva hasta el puerto.

Al llegar a ese punto, se entregan bolsas para guardar las pertenencias, se colocan chalecos salvavidas sobre los pilotos y hay que ir directo al gomón. El viaje comienza con gente emocionada, filmando (con los celulares protegidos con fundas) las maravillas que se suceden a lo largo de los seis kilómetros del río Iguazú Inferior. Luego de una parada técnica para sacar fotos llega el momento de guardar las cámaras, porque la aventura está por comenzar.

La embarcación se acerca a los saltos y el agua empieza a salpicar. Al principio son sólo gotas, pero luego parecen baldazos de agua. Es difícil mantener los ojos abiertos entre los gritos de emoción y las risas. El capitán coloca la embarcación casi debajo de la Garganta del Diablo y alzar la vista es mágico: se siente una fuerza sobrenatural.

Es como dice el guía: no importa qué pilotos o camperas se usen, las cataratas mojan a todos por igual. Luego de lo que parecen interminables minutos, la nave se aleja de los saltos. Algunos prometen volver y otros prefieren tocar el suelo cuanto antes. Pero algo es seguro: ninguno olvidará este paseo.