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Catamarca: rally, vinos y termas

Ruta del Adobe. Abarca numerosas viviendas y templos históricos que se alinean entre Tinogasta y Fiambalá. Son testimonio del antiguo método de construcción.
Ruta del Adobe. Abarca numerosas viviendas y templos históricos que se alinean entre Tinogasta y Fiambalá. Son testimonio del antiguo método de construcción.

Una provincia privilegiada por la naturaleza y la historia, combina variados paisajes de valles y montañas con la hospitalidad de la gente y un rico acervo cultural. Es escenario, por quinta vez consecutiva, del rally Dakar hasta el próximo jueves 17.

Degustar un buen vino, a la sombra de los parrales de alguna bodega, o comer un asado junto a las aguas termales de Fiambalá, son algunos de los complementos ideales para quienes vayan a ver el Dakar en la provincia de Catamarca.

Catamarca, declarada Capital Mundial del Dakar, es por quinta vez consecutiva escenario del rally más duro del planeta desde ayer y hasta el próximo jueves 17, ocasión en que los visitantes dispondrán de un variado menú de bellezas naturales, cultura, aventura, relax y gastronomía, en torno a la propuesta deportiva.

Los fanáticos del rally, que no quieran alejarse del circuito, podrán ver desde la ruta 60, que lleva a Chile por el paso San Francisco, las espectaculares paisajes del valle de Chaschuil, con los volcanes y montañas de denominadas “Seismiles” y sus picos todos superiores a los 6.000 metros sobre el nivel del mar  que conforman la segunda zona más alta del mundo, después del Himalaya.

Para maravilla de los ojos, podrán ver las llamadas laderas de los 14 colores, con predominio de rojos, amarillos y verdes, además de praderas amarillentas de coirones por las que corren vicuñas y ñandúes, en tanto en las lagunas resaltan los flamencos rosados.

Tradición vigente. Quienes quieran conocer tradiciones ancestrales que siguen vigentes, podrán recorrer la Ruta del Adobe, con sus numerosas viviendas y templos históricos de gruesas paredes hechas de paja, estiércol y barro, o visitar a las famosas tejedoras, quienes en telares manuales y con lana de alpaca, vicuña y llama, hacen los típicos ponchos y colchas bordadas catamarqueñas.

Relax y aventura. Para relajarse tras los picos de emoción de la carrera, nada mejor que un baño en aguas termales. Las más importantes de la provincia están en una estrecha quebrada vecina a Fiambalá, en 17 piletones naturales de roca cordillerana, donde el agua surgente, de propiedades relajantes y curativas, puede utilizarse a diferentes temperaturas.

El vino catamarqueño puede ser también un buen relajante. Para conocer los mejores de la provincia hay bodegas y viñedos que están abiertos al público, en especial en Fiambalá, para degustaciones y para conocer el proceso de producción.

Por otra parte, las Dunas de Tatón, a 25 kilómetros de Fiambalá están consideradas entre las más grandes del mundo y ofrecen la opción de divertirse con sandboard o practicar manejo de cuadriciclos y vehículos 4x4.

Un “combo” de aventura y cultura es el cerro Incahuasi, de 6.623 mestros sobre el nivel del mar, en cuya cima están las segundas edificaciones precolombinas más altas de la Tierra, después de las del volcán Llullaillaco (Salta).

Hay expediciones para el ascenso de turistas, quienes deben aclimatarse en el refugio de altura Las Grutas, a 4.000 metros, con maravillosas vistas panorámicas de la cordillera y sus valles.

También en la altura, aunque para confort y relax, está la Hostería Internacional de Cortaderas, un hotel cinco estrellas a 3.000 metros sobre el nivel del mar, en plena cordillera de los Andes y cerca del circuito del rally, camino al Paso San Francisco.

Huellas de dos culturas. El turismo histórico y religioso tiene su eje en las ciudades de Tinogasta y Belén, donde se encuentran los principales templos cristianos y museos precolombinos de los respectivos departamentos.

Londres es el primer pueblo de Catamarca fundado por los españoles, en 1558. Cerca de este museo vivo se encuentra el milenario sitio arqueológico de Shinkal, donde estuvo el centro administrativo del Imperio Inca en el actual NOA.

En los pueblos de Medanitos y Antinaco (que integran el circuito turístico histórico-religioso del norte de Fiambalá) hay sendas obras del Cristo Redentor de gran tamaño, que son piezas únicas, construidas a mano y sin moldes.

Quien llegue a Catamarca como espectador del Dakar podrá fácilmente convertirse en turista y vivir experiencias tan apasionantes como la misma competencia, que seguro lo tentarán a extender su estadía después del rally y recorrer esa provincia.