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Campanópolis: de basural a ciudad medieval en el conurbano bonaerense

(foto: Carlos Máximo Ferreyra)
(foto: Carlos Máximo Ferreyra)

El sueño de Antonio Campana se materializó en la primera y única ciudad con espíritu medieval en Latinoamérica constituyéndose como un parque histórico, cultural y referencia en el reciclaje ubicado en González Catán, Partido de La Matanza, a una hora y media del microcentro porteño.

Antonio Campana, hijo de inmigrantes italianos, creció en Avellaneda y sin recibirse de arquitecto ni ingeniero hizo que su sueño de levantar una ciudad medieval, se hiciera realidad. Los médicos le diagnosticaron cáncer y le dieron pocos años de vida, pero lejos de bajar los brazos, se propuso levantar Campanópolis. El predio donde hoy se encuentra el parque, era un terreno que había comprado como una inversión familiar pero durante la dictadura se lo expropiaron para usarlo como basural. Finalmente, lo pudo recuperar años después para levantar esta obra increíble en el conurbano bonaerense.

El parque es muy solicitado para eventos especiales ya que es un sitio ideal para sacarse fotos únicas. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)
El parque es muy solicitado para eventos especiales ya que es un sitio ideal para sacarse fotos únicas. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)

Estas construcciones fueron su cura y la clave para superar la preocupación diaria de su enfermedad. Su jornada empezaba a 6 de la mañana y terminaba cerca de las 20. Le dio trabajo a mucha gente de la zona. Un visionario del reciclaje: usaba tejas para hacer pisos, puertas para hacer techos. Pero había muchos propósitos, quizá algunos se expresen en lo que publican en la web del parque: La vieja obra de la civilización, que edificaba los templos con sus torres dirigidas al cielo, como brazos implorantes ante lo divino, tapizó el suelo, rompió la chatura del horizonte y elevó sus espíritus, pero también le dijo al hombre que este podía más, que podía crecer, que podía aspirar a divinizarse un poco.

Un país dentro una ciudad

La historia del parque se remonta al exgobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, al parecer, esta era parte de una de sus estancias y como dijimos antes, también fue un vertedero de basura, se estima que se depositaron más de dos millones de metros cúbicos de residuos que Campana reconvirtió para aplanar el terreno y en esa limpieza también recuperó materiales para los edificios. El resto lo consiguió en remates, ferias y tiendas de antigüedades: rieles de ferrocarril, escoria de fundición, maderas del viejo puerto de La Boca, tablones del antiguo estadio de Argentinos Juniors, elementos de las demoliciones de la ampliación de la avenida 9 de Julio, tranqueras del Hipódromo de Palermo, estatuas que nadie quería, vitrales de residencias demolidas, una escalera que pertenecía a la Basílica de Luján, relojes de la estación ferroviaria de Retiro, butacas de un cine y herrajes de ataúdes.

Villa nueva. La ciudad inconclusa donde Antonio Campana donde la impronta es surrealista y de vanguardia.  (foto: Carlos Máximo Ferreyra)
Villa nueva. La ciudad inconclusa donde Antonio Campana donde la impronta es surrealista y de vanguardia. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)

Campana también compró las columnas del edificio que hoy alberga las Galerías Pacífico y con ellas levantó la construcción más grande del lugar: el Pacífico, una especie de castillo de 19 metros de alto.

Por eso es posible transitar por un país dentro de una ciudad, que es también un signo de época, la transición de los noventa con los ferrocarriles, el cierre de algunas fábricas, todo lo que se derrumbaba, de algún modo, volvía a levantarse en Campanópolis, con otro sentido, pero dejando un mensaje.

Arte y estética

Hay cuatro museos: el de la Madera, el de los Caireles, el del Hierro y el de Don Antonio, dedicado a su vida. Todos los interiores son caóticos: piezas que algún día formaron parte de algo ahora están siendo parte de un laberinto.

Misterio. La ciudad está llena de pasajes y estrechos recovecos para perderse como en un cuento. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)
Misterio. La ciudad está llena de pasajes y estrechos recovecos para perderse como en un cuento. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)

Campanópolis se divide en dos partes: el pueblo con las 12 casas del bosque (el parque tiene una población de más de 10 mil árboles) que recrean cuentos infantiles y de terror y Villanueva, un sitio más alejado y al que solo se puede ir con el guía del parque. En este espacio, el último que construyó Campana antes de morir, todo se vuelve más surrealista, vemos chimeneas torcidas, juegos luminosos con cerámicos, castillos abiertos, sin puertas ni ventanas. Todo tiene lógica, puertas que no llevan a ningún lugar, ventanas que no se abren, imaginación y fantasía.

La ciudad principal tiene una lógica diferente, tiene una Plaza Principal, una Torre Mirador, una intendencia, una iglesia y estrechos caminos que llamó con nombres tan curiosos como Pasaje del Búho o Pasaje Profesor Alfonso Corso, homenaje al amigo que luego bautizó el lugar como Campanópolis.

Reciclar. Los principales sostenes de las grandes estructuras son rieles que Campana compró en los desarmaderos de ferrocarriles. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)
Reciclar. Los principales sostenes de las grandes estructuras son rieles que Campana compró en los desarmaderos de ferrocarriles. (foto: Carlos Máximo Ferreyra)

Quedaron muchos proyectos truncos, uno de ellos era concretar la primera universidad con temática ecológica junto a su amigo el Padre Mario Pantaleo.

Su creador nunca vio Campanópolis abierta al público, ahora quienes manejan el parque son sus hijos respetando el legado de su padre: “Hay que reservar el derecho al asombro ante la locura de los transgresores útiles, los que despiertan la imaginación, el halago de la hazaña y el culto de lo bello. Esto bien vale una vida”.

Datos útiles

Campanópolis está en González Catán, Partido de La Matanza, a una hora y media del microcentro porteño.

Se recomienda ir con vehículo propio o con una excursión programada.

Importante: entradas sólo con reserva previa, no hay boletería en el predio.

En el parque hay un bar donde venden bebidas y sándwiches.

Asombro. Durante el recorrido, podés sentir que estás en Países Bajos, ya que también hay una réplica de un molino típico de ese país.(foto: Carlos Máximo Ferreyra)
Asombro. Durante el recorrido, podés sentir que estás en Países Bajos, ya que también hay una réplica de un molino típico de ese país.(foto: Carlos Máximo Ferreyra)

Más info en redes

Instagram: @campanopolis

Sitio web: https://campanopolis.com.ar/