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Buenos Aires y el arte al aire libre

Los artistas callejeros embellecen las grandes ciudades. Algunas obras deslumbrantes en los 100 barrios porteños.

Ya no son más graffiteros ni son corridos por la policía. Hoy, quienes pintan su arte en paredes se los reconocen como artistas callejeros y son contratados para embellecer fachadas de negocios y edificios.

Todas las grandes ciudades los han ido incorporando como atractivo turístico en barrios y circuitos urbanos, como Wynwood en Miami o Villa Madalena en Sao Paulo.

En la Ciudad de Buenos Aires están más dispersos, aunque los barrios de Villa Urquiza, Colegiales, Villa Crespo y Palermo concentran unos cuantos.

En la esquina de Matienzo y Crámer, en Palermo, dos edificios impactan por tener dos obras en sus medianeras, muy distintas entre sí. Uno muestra dos animales mitológicos chocando sus cabezas, pintado por Franco Fasoli. Al lado está Gaucho a caballo, pintado por el inglés Jim Vision.

A pocas cuadras, sobre Dorrego casi esquina Cabrera, una enorme Frida Kahlo fumando, de nueve metros de altura, fue pintado por tres artistas, Julián Campos Segovia, Jean Paul Jesses y Juan Carlos Campos. En frente, como si hablara con la Frida feminista, un mural en rosas aboga por prevenir el cáncer de mama.

Cabaio es uno de los artistas más prolíficos. Sus obras son fácilmente identificables porque superpone capas de sténcil. Ha pintado desde pasillos de la cancha de Boca al frente de la empresa de informática Onapsis, en Chacarita y la fachada del restaurante de cocina marroquí Tetuan, en Palermo.

Otro restaurante que apeló a pintar la fachada es Desarmadero Bar, en una casa antigua en Palermo, donde Martín Ron pintó un lobo aullando. El detalle es el círculo que dejó sin pintar que parece la luna llena. Otro mural impactante de Ron está en el vecino barrio de Villa Urquiza, es El cuento de los loros, un enorme mural de 412 metros cuadrados ubicado en las calles Holmberg y Pedro Rivera, pintados sobre la medianera de dos edificios de varios pisos.