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Buenos Aires se pone “chic”

Es el barrio más elegante de la ciudad que soñó con ser París, y que casi lo logró en estas manzanas de edificios afrancesados, cúpulas de pizarra, parques y avenidas. En sus calles se suceden museos, centros comerciales y monumentos de la edad de oro del esplendor porteño.

Buenos Aires es un gigante que siempre se agranda: pero ni siquiera el nacimiento de áreas nuevas como Puerto Madero, o la revitalización de otras antiguas como Palermo, pudo quitarle a la Recoleta su corona de barrio aristocrático. Sus límites, como todo en Buenos Aires, son un poco difusos: una gran parte se conoce como Barrio Norte; otra limita y termina confundiéndose con Palermo. Pero si usted levanta los ojos y lo que ve es un edificio de líneas francesas, rematado por una cúpula de tejuelas de pizarra gris, muy probablemente se encuentre en esa parte de Buenos Aires que perteneció a los frailes recoletos y donde Torcuato de Alvear logró imponer un modelo aristocrático y europeo. El barrio sigue fiel a su estilo. Un paseo de tres días invita a tomarle el pulso desde el lugar que le da nombre.

Día 1: entre héroes y tumbas

El cementerio de La Recoleta es el Père Lachaise porteño y un auténtico viaje a la historia argentina. Si lo recorre con una visita guiada, mucho mejor: descubrirá la “pequeña historia”, las anécdotas y hasta los fantasmas que se dice que lo habitan.

De Evita a Victoria Ocampo, de Cornelio Saavedra a Domingo Faustino Sarmiento, propone conocer el revés de la trama de la historia y la cultura argentinas. Pegada al cementerio está la basílica Nuestra Señora del Pilar, la segunda más antigua de Buenos Aires. Frente a ambos se extiende toda la plaza, que los fines de semana es una romería con su gran feria artesanal a cielo abierto. Pero sin cruzar, siguiendo por la calle Junín hacia Avenida del Libertador, se suceden el Centro Cultural Recoleta y el imperdible Museo Prohibido No Tocar, la mejor forma de aproximarse a la ciencia en vivo y en directo, para chicos y grandes.

Unos pasos más y está la entrada del Buenos Aires Design, centro comercial dedicado a la decoración y la casa: una tentación detrás de cada vidriera. Si sigue bajando llegará, finalmente, a la avenida Libertador: a su derecha tendrá el centro de exposiciones Palais de Glace y a su izquierda, el Museo Nacional de Bellas Artes. Un poco más adelante, el cierre del primer día lo pone la Floralis Generica, uno de los más bellos monumentos de Buenos Aires, gigantesca flor metálica que abre sus pétalos a las ocho de la mañana y los cierra al atardecer.

Día 2: corazón aristocrático

El punto de partida es donde la avenida Quintana se topa con la plaza de la Recoleta (cruzando la plaza en dirección a la avenida Callao). Aquí están la magnolia centenaria -no confundir con un ombú- y el mejor lugar para desayunar: el histórico bar La Biela. Por un lado, si bordea el cementerio de la Recoleta hacia avenida Las Heras, en el Recoleta Mall es posible darse una dosis matutina de shopping. Por otro, si sigue caminando por Quintana hacia Callao ingresará en el corazón de la Buenos Aires aristocrática: a una cuadra está el Alvear Palace Hotel, considerado el mejor de la ciudad.

Siguiendo por la avenida Alvear, verá algunas de las más impresionantes mansiones porteñas: el Palacio Ortiz Basualdo (Embajada de Francia); el Palacio Duhau (hoy hotel); el Palacio Harilaos de Olmos (actualmente la Nunciatura); el Palacio Maguire (residencia particular); el Palacio Alzaga Unzué y el Palacio Pereda (Embajada de Brasil). Muy cerca están el Jockey Club y otro templo del shopping: el Patio Bullrich, refugio de boutiques de marcas internacionales. Si aún le queda tiempo, simplemente déjese llevar por el trazado de las calles Parera, Guido y Vicente López: verá negocios de diseño, tentaciones gastronómicas, mucha historia arquitectónica y los personajes de la Recoleta, que a veces parecen damas y caballeros salidos de otro tiempo.

Día 3: otras páginas del barrio

Si desde avenida del Libertador sube por Agüero, podrá llegar hasta la Biblioteca Nacional, famoso edificio brutalista de Clorindo Testa, al que hace pocos años se le sumó el Museo del Libro y de la Lectura. Aquí los admiradores de Borges suelen sacarse una foto con la estatua del escritor. Caminando hacia Las Heras aparece la curiosa Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), fácil de confundir con una improbable reliquia gótica: en esta zona, entre las calles Copérnico, Gelly y Obes, Galileo y Agote, Buenos Aires se olvida por un rato de su trazado en cuadrícula e invita a perderse por las calles que suben y bajan.

Luego, el destino ineludible es la avenida Santa Fe, donde la Recoleta comienza a volverse más popular. Un negocio tras otro marcan la tónica de la famosa calle: cerca de Riobamba, el antiguo teatro Grand Splendid hoy es la sede de la librería El Ateneo, una joya arquitectónica considerada entre las más bellas del mundo. Después de cruzar Callao, el paseo merece un pequeño desvío hacia Arenales para recorrer la elegante plaza Vicente López. Casi a la misma altura, pero caminando en dirección contraria hacia Paraguay, aparece el imponente Palacio Pizzurno. Y será ya tiempo de cerrar el día, esta vez en otro icono de la cultura porteña: la librería Clásica y Moderna (Callao 892).

Arquitectura

La Recoleta es el primer itinerario (de un total de ocho en toda la ciudad) que propone la Guía Arqi, una nueva aplicación para el celular desarrollada por la Sociedad Central de Arquitectos. Pensada para usuarios expertos o sencillamente turistas, disponible para iOS y Android, ofrece una mirada global de los principales edificios, su ubicación geográfica, un mapa señalizado y una herramienta para votarlos y compartir las preferencias con otros usuarios. Más datos: www.arqi.com.ar

“Blend” de diseño y cocina

La regularidad de las manzanas porteñas se altera en el Pasaje del Correo o Pasaje Suizo, que se abre en Vicente López 1661. Es un lugar discreto y escondido, bordeado de casas que nacieron como viviendas particulares, pero en varios casos se han reconvertido a la decoración o a los restaurantes: ideal para almorzar o cenar totalmente alejado del ruido del exterior y sintiéndose rodeado de un ambiente indiscutiblemente francés.

Recoleta

Atractivos de un barrio atravesado por el buen gusto.

Bastión de diseño.

En Libertador 999 suele llamar la atención una suerte de casa de ladrillo a la vista, que es un museo muy poco conocido, dedicado a la arquitectura y al diseño. Fue creado por la Sociedad Central de Arquitectos. Funciona en lo que fuera la torre de agua del complejo ferroviario de Retiro.

Un “touch” de rock.

Aunque es un poco ochentoso, aún se estila andar por el mundo con una remera del Hard Rock Café. Las auténticas se consiguen en el local situado al fondo del Buenos Aires Design: un touch internacional que pone a la ciudad a la altura rockera de otras capitales del mundo (Pueyrredón 2501).

Datos útiles

CÓMO LLEGAR:

en avión hay vuelos de Aerolíneas Argentinas desde 1.603 pesos y de Latam, por 1.753 pesos. En micro, desde 700 pesos por tramo entre la terminal de Córdoba y la de Retiro, en Buenos Aires.

PASEOS:

todos los jueves, a las 15, el Gobierno porteño ofrece visitas guiadas gratuitas por la Recoleta. El punto de encuentro es avenida Quintana 596. Se recorren, entre otros lugares, el cementerio de la Recoleta, plaza Francia y la Basílica del Pilar. A pie y sin inscripción previa, se suspende por lluvia.

ALOJAMIENTO:

la Recoleta tiene algunos de los mejores hoteles de Buenos Aires, comenzando por el Alvear (desde 6.900 pesos la habitación doble), el Brick Hotel (desde 2.300 pesos) y pasando por el Esplendor Plaza Francia (990 pesos) y el Hotel Club Francés (2.093 pesos). También es muy amplia la oferta de departamentos y suites, ideales para familias, así como de habitaciones.

GASTRONOMÍ

A: los propios hoteles se destacan por su propuesta gastronómica, desde La Bourgogne (Hotel Alvear) al Piano Nobile (salón de té del Palacio Duhau). Salt & Shaker (Uruguay y Pacheco de Melo) propone cenar y conversar con otros comensales, generalmente extranjeros de paso. El Sanjuanino tiene carta criolla, con locro y empanadas (Posadas 1515); también, Cumaná (Rodríguez Peña 1149). Oviedo (Beruti 2602) es un clásico para los mariscos y Harturo, una delicia escondida de menú europeo (Pasaje del Correo). En el barrio hay, además, sucursales de las heladerías Freddo, Persicco y Volta, así como numerosas pastelerías, casas de té y panaderías de estilo francés.

MÁS DATOS:

http://turismo.buenosaires.gob.ar

*Especial