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Blanco y natural: aventuras sobre nieve en Ushuaia

Instantánea. Los paisajes del fin del mundo son deslumbrantes. Noelia Maldonado
Instantánea. Los paisajes del fin del mundo son deslumbrantes. Noelia Maldonado

El “fin del mundo” es uno de los pocos lugares de Argentina que garantiza una extensa temporada de nieve. Hay actividades para todos los gustos y bolsillos. Conocé la Ruta Natural más austral.

A los clásicos imperdibles que ofrece Ushuaia durante todo el año, como el Museo Marítimo y del Presidio, el Tren del Fin del Mundo y el paseo por el Beagle en la temporada de invierno, se suman un sinfín de actividades de nieve que los lugareños recomiendan con mucho entusiasmo. Hacia allá fuimos, invitados por el Infuetur (ente de turismo local), a experimentar el inicio de las vacaciones de invierno que se extenderán con propuestas en el Cerro Castor hasta octubre.

El fueguino está acostumbrado a los largos meses de frío y ha desarrollado una industria en torno de la nieve que atrae año a año no solo a argentinos sino a muchísimos extranjeros. Sus bosques toman otro color, los cerros y los valles se usan para esquiar y hacer snowboard y la ciudad se calefacciona para ofrecer cobijo y manjares luego de las actividades al aire libre.

La clave para disfrutar de la temporada invernal es saber vestirse por capas (la que va pegada a la piel es la más importante). En caso de no saber cómo resolverlo, hay que recurrir a especialistas. A nosotros, por ejemplo, nos proveyó la vestimenta adecuada Popper Store, un negocio local que alquila ropa de nieve y equipos para deportes. Por 800 pesos diarios uno puede rentar pantalón y campera y olvidarse del tema frío. Con eso resuelto, salir a disfrutar.

Al aire libre

Contrario a lo que muchos pueden imaginar, las actividades al aire libre en el llamado “fin del mundo” se potencian en invierno. Algunas rutas cambian por la nieve, pero además se abren otras posibilidades como los trekkings con raquetas, una divertida manera de caminar los senderos bañados de blanco.

Un recorrido corto, para nada riesgoso, y que se puede hacer en familia, es la caminata por la Reserva Natural Cerro Alarkén. Se trata de una reserva privada que rodea de árboles autóctonos al hotel Arakur.

La excursión parte desde el hotel y los guías proveen las raquetas. La diversión comienza al mismo momento de aprender a caminar con ellas sobre la nieve. Luego, el paseo se abre entre más de 100 hectáreas de bosques fueguinos de lengas, ñires y coihues, todos cubiertos de un espeso manto blanco.

La reserva Alerkén. Foto: Noelia Maldonado
La reserva Alerkén. Foto: Noelia Maldonado

El fin último es hacer cima en el cerro Alarkén y tener desde allá arriba las vistas panorámicas 360° más codiciadas de la ciudad. Hacia abajo, Ushuaia, en frente el Canal Beagle y un poco más arriba y de costado, el Cerro Olivia. Si bien este circuito parte del hotel cinco estrellas, cualquier pasajero que no se encuentre hospedado en él puede contratar el servicio, que incluye equipamiento y guía por 600 pesos por persona. Por cuestiones de protocolo, hoy hay que reservar con anticipación.

Otra opción para pasear al aire libre, hacer esquí de fondo, trineos o motos de nieve es Tierra Mayor, un extenso valle ubicado sobre la Ruta 3, a unos 20 kilómetros de Ushuaia, que forma parte de las llamadas “rutas naturales de Argentina”.

Allí hay varios centros invernales. Uno de los más antiguos de la región se llama también Tierra Mayor, y con el paso tiempo ha ido diversificando sus opciones para abarcar a toda la familia con distintas actividades entre las cuales está la gastronomía ya que en su restorán se sirve el famoso cordero patagónico al que nadie puede resistirse.

Glamping en la reserva Alerkén. Foto: Noelia Maldonado
Glamping en la reserva Alerkén. Foto: Noelia Maldonado

En este extenso valle nos aventuramos a la velocidad de las motos de nieve. Mientras el sol se ponía detrás de la cordillera, las motos patinaban sin descanso sobre el hielo; uno de los tantos perros que habitan el centro oficiaba de guía corriendo a nuestro lado.

La experiencia nos generó tanta adrenalina que al día siguiente la replicamos de noche en otro centro, ubicado sobre la misma ruta, aunque unos kilómetros más alejado. Llanos del Castor está rodeado de cinco hectáreas de bosques, turberas y montañas y se puede recorrer en trekking con raquetas, en trineos o en motos de nieve.

Optamos por esta última y le sumamos el plus de hacerlo de noche. Las luces de las motos nos guiaron entre el espeso bosque patagónico y nuestros gritos de alegría hicieron eco en medio del silencio.

El lugar cuenta con un restaurante en el que probamos la trucha arcoiris y un fogón al aire libre -especial para tiempos de covid- en el que se puede tomar algún vino de selección. Para los más osados hay cabañas en medio del bosque y hasta varios domos de glamping que descansan en medio de la nada, bajo el estrellado cielo del sur. Los precios de las motos de nieve rondan los 4.500 tanto en Tierra Mayor como en Llanos del Castor.

El Beagle, un clásico

El paseo por el canal es un imperdible de cualquier visita a Ushuaia, no importa en qué temporada se haga. Tiene el plus de ser una mezcla entre un recorrido natural y uno histórico. A medida que el barco se mueve entre las gélidas aguas que unen el océano Atlántico con el Pacífico, el relato también avanza. Para empezar, aprendemos que más allá de la demonización oficial que se hizo del lugar en honor al buque británico HMS Beagle, los pueblos originarios -primeros habitantes de la zona- llamaron al lugar canal “Onashaga”, en lengua yagán.

El Faro Les Eclaireurs, la postal imperdible que se lleva cualquier viajero que recorre el canal del Beagle. PH: Noelia Maldonado
El Faro Les Eclaireurs, la postal imperdible que se lleva cualquier viajero que recorre el canal del Beagle. PH: Noelia Maldonado

A tal punto es importante el vínculo de los lugareños con el Beagle que la imagen del Faro Les Eclaireurs es el símbolo de Ushuaia y forma parte de la típica foto con las que todos quieren volver a sus casas.

Hasta allá fue nuestra excursión, luego de pasar frente a la isla de Los Lobos y a la de Los Pájaros, lugares en los que vimos aves como el albatros, el cormorán, skúas, gaviotas, petreles y mamíferos como el lobo marino de uno y dos pelos.

Tuvimos la suerte de acercarnos al afamado faro mientras un cóndor andino lo rodeaba majestuosamente, como si supiera que decenas de cámaras estaban registrando su vuelo. Momentos mágicos como estos hacen que viajar valga la pena. Para sumar emoción, en la popa del barco, una bandera argentina flameaba, mezclando sus colores con los de las montañas nevadas.

Para quienes prefirieron verlo todo cómodamente desde el interior de la embarcación, había opciones de asientos con panorámicas majestuosas y un servicio de cafetería acorde al frío circundante.

Entre los varios recorridos navegables que se pueden hacer en la zona, se destacan dos: el que llega hasta el faro y el que avanza un poco más hasta la pingüinera. El primero dura unas tres horas y el segundo, el doble y sus precios arrancan desde los 4050 pesos. Nosotros navegamos por Tolkeyen Patagónica Turismo, empresa que por cierto toma su nombre de la lengua originaria Selk´nam y significa “dar de corazón”, algo que los fueguinos saben hacer desde hace mucho tiempo. Y los viajeros se lo agradecemos.