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48 horas en Corrientes

Días de sol, río, historia y aventura por la capital correntina, los Esteros del Iberá y la Concepción del Yaguareté Corá.

Desde el aire, los ríos y bañados correntinos dibujan venas de agua sobre la tierra. Desde la orilla, el Paraná parece un mar y la arena se apelmaza como la de la playa. No es casual: en guaraní, Paraná significa “pariente o amigo del mar”.

El río puede (y debe) ser su primera parada en la ciudad de Corrientes: puede recorrer parte de la ribera con sus siete puntas (Aldana, Yatictá, Arazá, San Sebastián, Tacurú, Tacuara y Arazatí) y el parque Mitre, o bien pasear por los carritos de comida del circuito costanera para comprar el chipá que ya conoce o probar el chipá mbocá (cocinado sobre las brasas en un palo de tacuara) y sentarse en alguna playita a tomar mate mientras cae el sol.

Laberinto de agua

El segundo día arranca temprano y tiene dos destinos: el pueblo Concepción del Yaguareté Corá y los Esteros del Iberá.

El pueblo sirve como base para conocer los esteros desde el portal Carambola, uno de los nueve accesos a las 550 mil hectáreas del Parque Provincial Iberá. Tiene unos 5 mil habitantes, alrededor de 70 capillas o altares, calles de arena, algunas fachadas descascaradas, un par de museos y, sobre todo, mucho tiempo y silencio.

Cuando camine por sus calles aproveche para entrar al menos a uno de sus altares, donde se pide y se agradece a todo tipo de santos con flores, vírgenes, rosarios y comida. Dese una vuelta también por el Museo Histórico Manuel Belgrano, que funciona en la iglesia donde el general reclutó –entre otros soldados– al “Tamborcito de Tacuarí”, y por el Museo Temático Infantil La Pilarcita, que reúne 400 muñecas de todo el mundo y leyendas del pueblo.

Desde Concepción hay 27 kilómetros de arena y tierra hasta el portal Carambola. Los Esteros del Iberá, formados por agua de lluvia sobre antiguos cauces del Paraná, conforman el humedal más importante de Argentina. El arroyo Carambola –por el que se puede navegar en lancha, kayak o canoa tirada por caballo– por momentos es ancho y en otros se parece a un sinuoso canal custodiado por yacarés, carpinchos y pájaros como el yetapá de collar.

Un plan interesante es reservar una excursión con algún paisano de la zona, que conocen este laberinto como la palma de sus manos. Si elige la lancha, la tranquilidad lo invadirá apenas empiece el paseo por estas aguas quietas.

Avistaje de aves y nado con caballos son otras actividades que puede hacer en este punto. Y, si tiene suerte, quizás divise a algún ciervo de los pantanos cerca. La visita al Iberá (“agua brillante”, en guaraní) tiene un efecto potente: le permitirá conectarse tan profundamente con la naturaleza que por un momento se olvidará de usted.

Más capillas que barrios

Si al día siguiente dispone de unas horas en la ciudad de Corrientes antes de partir, puede descubrir el casco histórico, que concentra en unas pocas cuadras varios edificios públicos importantes, iglesias y museos que forman parte del patrimonio local.

Explican los guías que Corrientes es una ciudad española, con organización en damero, y de gran religiosidad. Prueba de eso es el dato no menor de que cuenta con 82 barrios y 95 capillas o altares. La Virgen de Itatí y el Gauchito Gil son algunos de los más venerados, pero no los únicos.

¿Lo suyo son las compras? Entonces tiene para elegir entre los locales de la peatonal Junín o el Centenario Shopping Mall. Otra alternativa es caminar despacio por los puestos de artesanías del Paseo de la Plaza Cabral o, si es fin de semana, por los que se instalan en la costanera, más precisamente en Punta Tacuara, y conseguir algún recuerdo para llevar a casa.